Capítulo 15-Parte I
Mis hermanos mayores: Geoffrey y Roul, se han ofrecido para ayudarnos a volver hacer habitable la casa que los padres de Viggo ocuparon después de casarse, en las afueras del pueblo. Es pequeña y el abandono de los últimos años la hace ver como si estuviera a punto de caerse, pero ha resistido bien gracias a las visitas y el cuidado de Roxanne, que siempre pensó en legarla a sus hijos mayores, pero ninguno de ellos la aceptó, por encontrarse muy apartada del pueblo. Así que ahora será Ariana, "Diana" para ellos, quien se convertirá en la nueva señora de la antigua casa Askell.
Es una modesta construcción con dos pequeñas habitaciones en la primera planta, la estancia de la chimenea, donde van a parar todas las herramientas cuando no es época de cosecha y una pequeña cocina, donde solía haber todo tipo de especias y plantas curativas, y el fogón en una esquina. Al subir las estrechas escaleras, se encuentra una sola habitación acondicionada con paja, el calor de la chimenea pasa por este lugar para mantenerlo caliente y una ventana da hacia la pequeña arboleda que la separa del pueblo.
—Necesita unas reparaciones aquí y allá, pero en general no es mal lugar. ¿Qué te parece hermanita?
Geoffrey no sólo no tuvo reparos en aceptar a Ariana como parte de la familia, sino que decidió que sería la nueva hermana Askell. Aalis y la pequeña Rohesse, a quien yo no conocía ya que nació después de mi partida, están felices. Ethy, por su parte, sigue tratándola como si fuera su peor enemiga, en el nivel de una inocente aldeana de quince años, claro, no como un enemigo que te persigue y trata de matarte con un hacha, así que, no creo que Ariana le de mucha importancia.
Estuve esperando su gesto de desagrado desde que entramos, pero sólo veo sorpresa y curiosidad. Observa cómo la luz entra a raudales por las ventanas. Esto no es Gaoth, donde cada construcción es pensada en función de cómo resistirá el frío. Aquí no hay meses de tinieblas, ni interminables días sin noche. Sólo hay nieve en invierno, el resto del año el bosque florece, las mujeres plantan sus huertos, los leñadores van al bosque a talar y los niños juegan por los mansos arroyos sin miedo a que mueran congelados si caen al agua.
—No le parecerá nada hasta que limpiemos, así como está es más como una mazmorra. —responde Roul sacudiendo unos viejos muebles y soltando una nube de polvo.
—Oh no, te suplico que no digas eso. Fue el primer hogar de tus abuelos, nunca pensaré en este lugar de manera desagradable.
Viste la ropa de Ethy, es la única que se le parece en estatura y lleva el cabello atado con una simple cuerda de cuero, muy distinta al elaborado peinado que usaba en la corte, luciendo en su cabeza un sencillo pañuelo en lugar de la tiara real. No es difícil pensar en ella como "Diana" al verla así: parada en medio de una humilde casita en un pueblo que incluso las autoridades olvidan a veces. De repente es como si fuera parte de este mundo.
—"Nunca pensaré en este lugar de manera desagradable" Hey, Jason ¿Cómo es que le entiendes con esa manera tan fina de hablar?
Vuelvo a bajar las gradas que había comenzado a subir en busca de Roxanne y Aalis, realmente no sería buena idea que se quedara sola con ningún miembro de la familia y menos con las constantes preguntas de Roul que quiere saber cada detalle de nuestra "fuga" y posterior "matrimonio".
—Te acostumbras —digo simplemente para no entrar en detalles que luego podríamos olvidar. No se han ahorrado ningún comentario de doble sentido. Afortunadamente Ariana no los entiende todos.
—No hagas preguntas tan idiotas, hermanito, hay "momentos" en los que sobran las palabras.
Creo que ese sí lo entendió.
Ellos ríen dándome fuertes palmadas en la espalda ante el comentario nada sutil de Geoffrey, pero Ariana enrojece nuevamente. Si, definitivamente, entendió. No puedo decirle cómo interpretarían algunas ancianas del pueblo su actitud tan reservada y tímida, tampoco puedo pedirle que deje de sonrojarse a la menor insinuación sobre nuestra vida de "casados", ¿cómo le voy a decir que las doncellas son como agua transparente en lugares como este? Todas las mujeres de la familia deben estarse preguntando ahora mismo por qué aún parece tan... tan... ¿doncella?
—Muy bien, al menos hemos logrado que haya un lugar limpio y decente donde descansar.
Anuncia Roxanne sacudiendo sus manos mientras ella y Aalis bajan de la única alcoba por unas estrechas gradas. Arriba, a parte del dormitorio, también se guardan los sacos del grano para el invierno.
—Mañana vendremos a limpiar el resto de la casa.
—No es necesario... es decir que yo debería...
—No quiero oír ningún "pero". Estaré feliz de ayudarte, después de todo conozco la casa, espérame mañana, ¿sí?
—Gracias.
Ariana se deja abrazar de Roxanne y puedo ver la culpa reflejada en su triste mirada. Estuvimos en la "Nueva casa Askell" como la llaman mis hermanos, alrededor de dos semanas mientras me recuperaba del todo y creo que Ariana llegó a encariñarse sinceramente de ella. Entiendo que ahora se sienta mal por mentirle. Tendré que recordarle que es de vital importancia para todo el reino mantener su identidad en secreto, aunque eso signifique decir algunas dolorosas mentiras y se trate de mi propia familia. Ella aún no sabe a qué extremos los Guardias debemos estar dispuestos a llegar para proteger a la corona.
"—Escucha muchacho, esto es muy delicado: las negociaciones con Laurassia no están resultando como esperaba. Le he ofrecido a Breoghan todas las ventajas posibles sin comprometer la libertad de Trondheim, pero no está dispuesto a dar un paso atrás.
Es de madrugada y en su salón privado sólo estamos los dos. Frederick se ve encogido debido al peso de las últimas noticias provenientes de Laurassia. Me tiende la misiva al tiempo que se cubre los ojos con una mano. Respiro hondo para asimilar lo que acabo de leer. Distanciarse, analizar, respirar...
—¿Reclamarla? ¿Ahora? ¿Usando la fuerza...? Esto es casi una declaración de guerra.
Asiente desesperanzado.
—Voy a negarme, por supuesto. El Consejo Real considera que nos acercamos a un punto de no retorno, si las cosas siguen así. Pero, ya he dejado claro que no cumpliré con esa alianza y definitivamente no le entregaré mi hija a ese tirano.
Un puño invisible impacta mi pecho.
—¿Cree que estemos a punto de entrar en guerra?
—Es lo que debo evitar a toda costa, sin sacrificar a Ariana —Se pone de pie para continuar—. Es hora que salgas de las sombras y te acerques a ella. Debes ganarte su confianza y alejarla todo lo que puedas del palacio cuando esa comitiva venga por ella.
—¿Ganarme su confianza? La princesa es muy reservada, ni siquiera tiene amigas, ¿cómo voy a acercarme a ella y ganarme su confianza en tan poco tiempo?
—Dile lo que hiciste el día que murió Ana, dile que fuiste tú quien la salvó de morir en esa estampida. Dile lo que tengas que decir, haz lo que tengas que hacer, pero no dejes que esté aquí cuando esa comisión llegue. La quiero fuera del alcance de Breoghan a cualquier costo. Esa es tu principal misión".
A cualquier costo...
Geofrey se adelanta a la vieja y destartalada carreta donde espera Josse, de muy mal genio. No entiendo por qué los más jóvenes de la familia son los menos amigables. Ethy con esa actitud tan hostil y Josse con esa, no menos molesta, indiferencia. ¿Qué clase de educación han tenido estos niños?
Cuando todo mundo se ha despedido, Ariana deja escapar un largo suspiro de alivio y se deja caer en el sucio piso de madera, sosteniendo con ambas manos la cabeza, en señal de desesperación.
—No creo poder hacer esto... —gime cubriéndose el rostro. La entiendo, pero no puedo dejar que renuncie tan pronto.
Me siento a su lado y la abrazo como en la cabaña... La cabaña, ella apaciblemente dormida en mis brazos... En aquel momento mi intención era alejarla del palacio lo más posible, entretenerla mientras el rey ganaba tiempo con la comisión de Laurassia. Teníamos que volver hasta después del mediodía y así fue. Lo que no me imaginaba era que la creatividad y nostalgia de Fátima me harían caer en mi propia trampa, porque después de ese primer baile todo mi mundo dio un giro y ya no pude verla de la misma manera. Esa misteriosa mirada, su rostro ardiendo después del esfuerzo de esas vertiginosas vueltas, pero, sobre todo, su confianza.
Había ejecutado el Baile de las Flamas antes, pero jamás vi a alguien realizar ese último movimiento al primer intento. Después de la última vuelta la dama queda de espaldas, no sabe si su pareja llegará a tiempo, si ha dado una vuelta de más, si está demasiado lejos, por eso primero tienes que confiar en tu pareja, saber con toda seguridad que no caerás. Ella confió. ¿Por qué?
"¿Qué es el amor?"
—Tienes que poder, nadie debe saber quién eres. Lo único que me pidió tu padre es que te protegiera a toda costa, para eso hay que guardar el secreto.
Se libera de mis brazos y me mira con una expresión que bien podría ser una acusación.
—Jason, tuvimos que matar a esos aldeanos para proteger ese secreto. ¿Cuántas personas más tendrán que morir por mi culpa? ¿Cuánta más sangre se debe derramar? ¿Cuántas mentiras tendremos que sostener?
—¡Las que sean necesarias! —Casi grito, me pongo de pie y me alejo de ella— ¡Sí! He tenido que matar para protegerte, ¿crees que fue fácil disparar esa flecha contra Kristoff? ¿O matar a esa chica que no podía tener más de quince años? ¡Era una niña! Una niña que claramente iba a matarte sin ninguna clase de remordimiento. He aceptado las insignias sabiendo que tendría que mancharme las manos de sangre para proteger el reino. Aunque me mires así, más vale que entiendas que no consideraré a nadie si es para salvaguardar tu vida, así que haz un esfuerzo y miéntele a mi familia por favor.
Está pálida y me mira casi con terror, los labios entreabiertos con una intención de reproche a medio camino. Así es, princesa, así son las cosas ahora y espero que te quede claro. ¿Qué harás ahora? ¿Regañarme como a un chiquillo? ¿Sermonearme? O, peor aún, ¿Llorar desconsoladamente? Espero su reacción, pero no hace nada de eso.
—Lo siento —Baja la mirada y veo que respira hondo. Murmura algo, se pone de pie y va a refugiarse en mi pecho, estoy a punto de huir pero no me queda más remedio que recibirla y apretarla, tratando de no delatar mi turbación al tenerla tan cerca —. Tienes razón, hemos pasado por demasiadas cosas como dar marcha atrás ahora. ¿Me ayudarás a ser fuerte como tú?
¿Qué quiere decir? Levanta el rostro para mirarme a los ojos y es más de lo que cualquier ser humano con sangre en las venas puede soportar, creo que podría perder el control en cualquier momento. Lo único en lo que puedo pensar es en besarla de nuevo, tomarla entre mis brazos, perderme en la suavidad de su piel y... ¡No! ¡Inaudito! ¡Impensable! Tengo que apartarme de esos pensamientos, tengo que apartarla a ella.
—Bien —digo al tiempo que me separo de ella con cautela—, entonces veamos que tan buen "entrenamiento" te ha dado tu maestro con la espada, princesa.
Imprimo a la palabra entrenamiento, todo el desprecio de que soy capaz. El efecto es inmediato, todas las herramientas para levantar el muro entre nosotros en una sola carga se dispara contra ella y reacciona de la forma esperada. Hay tres cosas que la hacen ponerse como brasa al rojo: restar mérito a su habilidades con la espada, que francamente no creo que sea de utilidad en un combate real; hacer referencia a que su relación con Hemdal no sea lo que ella dice y llamarla princesa. Desde la Noche de las Hogueras me dijo que no lo hiciera.
—¡No me subestimes! —protesta poniendo sus brazos en jarras, no pienso que sea capaz de intimidar a nadie con esa postura, de hecho, me dan ganas de levantarla en vilo y besarla, pero se supone que era precisamente eso lo que quería evitar, así que nos dirigimos al maltrecho traspatio.
La luz de la mañana ilumina el caminito que se pierde hacia el sur entre los árboles, al seguirlo, en unos minutos, se llega al pueblo. Por el otro lado de la casa, la entrada al interminable bosque donde los leñadores se pierden durante meses y a nuestra espalda la suave colina por donde baja el arroyo.
—Hay muchas cosas que arreglar en la casa —dice dudosa. ¿Ahora quiere huir?
—La limpieza puede esperar, quiero ver si eres capaz de defenderte.
Usando dos largos palos de madera mido algunos de sus movimientos. En realidad es capaz de parar un par de golpes. Pero es al pedirle que ataque cuando realmente muestra de lo que es capaz. No lo esperaba, supongo que no visualizo a Hemdal como un buen maestro de esgrima y al verla atacando de verdad, moviéndose como una guerrera, un sentimiento familiar y nada provechoso se instala de nuevo en mi pecho: esa cosa de verlo tomando su mano en el almuerzo, llevándola del brazo la noche del baile, oírla por las noches llorar dormida llamando su nombre... Pasa sin siquiera haberlo pensado: es como si de pronto otro ser tomara posesión de mis manos y cuando me doy cuenta, no sólo paré su ataque sino que la derribé, inmovilizándola sobre la hierba... ¡Esto es malo!
—¡Parece que tu "maestro" no es gran cosa, después de todo!
Se ve consternada, más bien asustada, respira agitada y tiene esa mirada de cuando sus ojos azules parecen llamas.
—¿Qué estás haciendo? —demanda, airada.
Yo me pregunto lo mismo. ¿Qué estoy haciendo?
—Suficiente entrenamiento por hoy...
Libero sus manos apretadas contra la hierba que comienza aflorar y me deslizo lejos de ella, puedo ver sus muñecas enrojecidas con mis dedos marcados, su cabello se ha soltado y es como una suave alfombra dorada alrededor de su cabeza. ¿Por qué tienes que ser tan endemoniadamente hermosa?
¿Así será de ahora en adelante? Tratando de mantener el control a cada paso, ¿sintiendo una atracción arrasadora un minuto y celos incontrolables el siguiente? ¿De qué se trata esto? ¿A qué jugaba Frederick cuando la puso bajo mi custodia? Él sabía lo que sentía por ella desde el principio, y aun así me ordena llevarla conmigo sin decir a nadie a dónde, ni siquiera a él mismo. ¿Qué espera él que haga ahora, aquí, en medio de la nada? No lo entiendo... entiendo que necesite alguien que la proteja, pero hacerla desaparecer del conflicto es una orden muy ambigua y ahora no sé realmente qué espera él de mí.
—¡Te estoy hablando!
Detengo mi huida en seco y le hago frente a sus ojos.
—Apenas comenzaba... puedo hacerlo, si me enseñas...
—¿A usar la espada?
—La espada, el arco, un hacha... ¡Lo que sea!
—No creo que sea buena idea.
Reanudo la marcha de vuelta a la casa con ella siguiéndome de cerca, desearía que se diera por vencida, en un momento así preferiría que llorara en vez de parecer tan valiente y decidida.
—No lo hice tan mal, tienes que haberlo notado, con un poco de ayuda...
—¡No es buena idea! —repito. No es buena idea por todo lo que provocas en mí. No puedes ser tan inocente que no te des cuenta, ¿o sí?
—Entonces buscaré a alguien más.
—¿Alguien, cómo quién?
—No me importa quién, con tal que me ayude.
Es hora de parar esto de una vez por todas, igual si no le agrada la idea, servirá para mantener ese muro entre nosotros. Enfrento sus ojos y al ver el brillo de esperanza en ellos estoy a punto de retroceder en mis intenciones. Pero no puedo, es mi deber, tengo que mantener la distancia si quiero protegerla.
—Más vale que no lo hagas, ante el pueblo eres mi esposa y no se vería nada bien que anduvieras por ahí buscando a alguien que te entrene en armas.
—Entonces, ¿qué se supone que hace una esposa en este lugar?
—Quedarse en casa.
—¿Qué?
—Esto no es Gaoth, princesita, las cosas son muy diferentes a tu castillo protegido y lleno de sirvientes, esto es el mundo real y tendrás que aprender a vivir en él, ¿entiendes?
No respondió, se quedó en la habitación y yo no pude soportar su silencio, así que me fui a casa de mi hermano. Bonita vida de aldeanos la que vamos a llevar aquí, gracias su majestad.
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