Capítulo 14-Parte II
II PARTE
Cuando encontré a Lucrecia muerta y creí que se trataba de Ariana, sentí que todo mi mundo había perdido su eje. Ariana piensa que llevo cuidando de ella desde la primavera, cuando la realidad es que esa misión me fue encomendada desde el mismo día en que fui ordenado caballero, hace dos años. Desde entonces todo mi mundo se reduce a ella: sus horarios, sus idas y venidas, su seguridad, su salud, incluso sus relaciones dentro y fuera de la corte, sus escapadas y travesuras; cada minuto de mi vida, consciente, y a veces inconsciente, ella es la constante que rige mis decisiones y cada paso que doy está pensado en cómo le afectará a ella... sin ella, estaría completamente perdido.
Por eso, sin importar lo que sienta y lo que duela, me quedaré a su lado y seguiré adelante con la misión, hasta el último día de mi vida o hasta que ella decida.
Despierto poco antes del amanecer y Ariana sigue a mi lado. Está apoyada sobre sus brazos, completamente dormida.
—Ariana —La zarandeo un poco—, despierta.
—Oh... —dice como en un pequeño gemido, medio dormida aún—, ¿qué hora es?
¿Cómo voy a saber?
—Deberías ir a descansar.
—¡Estaba descansando y me despertaste!
—Me refiero a que deberías ir a la cama. Roxanne debió ofrecerte un lugar para descansar.
—Si, por supuesto que me ofreció un lugar...
—¿Y?
—¡Es este! estamos casados, ¿recuerdas?
Es aterrador lo bien que suena eso. Yo bien podría acomodarme en cualquier rincón, es la princesa, no debería estar durmiendo en una posición tan incómoda, no después de lo que la hice pasar en el bosque. Comienzo a levantarme, pero Ariana tira de mi brazo para evitarlo. Fue tan de repente que no pude reprimir la queja de dolor.
—¡Oh! Lo siento, pero Roxanne dijo que no podías levantarte en tres días.
¿Tres días? Debí adivinar las consecuencias que traería volver a casa.
Casa. Es difícil llamar así a este lugar.
La familia Askell fue conformada por Viggo Askell al tomar por esposa a la serena y distante Roxanne Doubs, cuya madre se había autoimpuesto la noble, pero exhaustiva, tarea de sanar a la gente de Bleakville a base de hierbas, sangrías y reposo. Roxanne había heredado de su madre la habilidad y las manos para sanar, a veces creo que tanto el cuerpo como el alma.
Cuando Oswald Borchgreving y su esposa Anbiorg se vieron obligados a hacer una parada en el pueblo para reabastecerse, fueron hospedados en la casa Askell, que a pesar de tener albergados a dos adultos y seis niños, recibieron a dos nobles viajeros.
Lady Anbiorg nos veía a todos con cierto aire de dolorosa ternura. Charlaba con nuestra madre y a veces durante esas charlas Roxanne la consolaba torpemente. Le gustaba cargar al bebé: Josse, y él le regalaba fuertes tirones de trenza, Ethelred se resistía a su atención ya que a sus cuatro años era una niña rebelde y caprichosa. Aalis la deleitaba con sus charlas de una "señorita" de siete años, mientras que Geofrey y Roul de quince y catorce años se mantenían lo más alejados posible.
Por mi parte, me sorprendía que su estancia se prolongara por varios días y la insistencia de Lord Oswald que, apoyado por mi padre, estaba determinado a enseñarme a montar su hermoso corcel azabache. Quizá era muy joven para interpretar lo que ellos estaban pensando.
—Jason, ¿me estás escuchando?
Su voz me saca de los lejanos recuerdos, que han vuelto a mí después de tantos años al estar de nuevo entre estas paredes.
—Te escucho, pero no me voy a quedar aquí tres días más.
La princesa se está tomando demasiado en serio su papel de esposa abnegada y devota. Mi madre y Aalis, ahora una hermosa joven que ha seguido la tradición de la familia Doubs de que la mayor de las hijas de la familia aprenda a usar las plantas para curar, han llegado a la ilógica conclusión que necesito tres días más de descanso. ¡No pueden estar hablando en serio!
—No importa cómo te sientas, debes obedecerlas —¡Vaya!, ¿a cuántas más personas debo comenzar a obedecer?
—Sólo quiero que descanses un poco, no esperes que me quede postrado tres días enteros.
—¿Ah, no? ¿Puedes decirme qué tanto quieres hacer con ese brazo en cabestrillo?
Antes que pueda seguir dándole largas a la discusión, hace su aparición Aalis llevando hábilmente una bandeja con todo lo necesario para ocuparse de cambiar las vendas. Ethelred, Ethy para la familia, está su lado. Mis hermanas son muy diferentes entre sí. Aalis tiene el cabello más bien castaño y sus ojos son de un verde cálido, siempre fue una chica robusta, lo que no le hacía gracia, ya que solían pellizcarle las rojas mejías. Por el contrario, Ethy es pequeña y delgada, su cabello es muy claro y sus ojos grises transmiten un aire frío y distante, entre todos sus hijos e hijas es la que más se parece a Roxanne. Llevan los sencillos vestidos de las aldeanas, con sus blusones ya desteñidos por los años, llevando por encima los chalecos con cordones delanteros y las faldas que ellas mismas elaboran, de manera sencilla y cómoda para que les permitan realizar los duros trabajos en la aldea. El clima aquí es mucho más cálido, suelen llevar abiertos esos cuellos fruncidos que a mí me parecen sumamente incómodos, aunque no soy quién para opinar sobre lo que usan las mujeres.
—Siento interrumpir, pero es hora de cambiar los vendajes. Mamá insistió mucho en que lo hiciera ya que piensa que ayuda a sanar más rápido y mejor.
Se detiene a preparar algunas cosas sobre una mesa, pero Ethy avanza hasta nosotros.
—Quizá Lady Diana quiera salir, creo que es demasiado frágil para presenciar algo tan fuerte.
Ethy parece una chica hostil y trata a Ariana de forma hosca y malhumorada, si supieras quién es, te meterías bajo la cama de vergüenza.
—Gracias por tu preocupación, pero prefiero quedarme a ayudar, después de todo es mi deber.
—¡Vaya! Pues me alegra que a lo menos sepas cuál es tu deber.
"Celebro que al menos sea consciente de su deber, soldado".
Sonrío al recordar la frase y por el rubor en su rostro, creo que Ariana también la recuerda.
—¡Ethy, no le hables así a Diana! Ahora es como una hermana más, además... ¡Ethy! ¿A dónde vas?
—Aalis, no estoy para esto, iré a ver a Margueritte.
—¡Ethy, espera!
Ethy ha bajado ya y sólo mueve la mano en señal de despedida. Aalis nos mira como disculpándose.
—No le hagan caso, es una niña y hay cosas que no entiende.
Ayudada de Ariana comienza a retirar las vendas.
—Es mejor que pase tiempo con su amiga, tal vez se le dulcifique el carácter.
—¿Con Margueritte Béringer? ¿La misma Margueritte que me tiró de un árbol porque la llamé "pequeña"?
Aalis se incorpora y deja su trabajo un momento para reírse, pero enseguida recupera la compostura.
—Eso fue culpa tuya, además, siempre la estabas provocando.
—¿Cómo está ella?
—Pues... igual, supongo. Después que murió su padre y sus hermanos se casaron, ella simplemente comenzó a vivir como le da la gana —Vuelve a reír mientras sigue su labor con las vendas y luego cambia de tono —. También le afectó mucho tu partida.
—¿Quién es ella? —pregunta Ariana de improviso y Aalis me mira con ojos acusatorios.
—Parece que no hablabas mucho de tu gente.
Suena muy molesta y Ariana desvía la mirada avergonzada, seguramente, preguntándose qué dijo para que se enojara tanto. En realidad, su pregunta fue natural, fui yo quien debió haber pensado en eso, pero no lo hice porque de hecho Aalis tiene razón, nunca hablé con nadie de mi familia, ni siquiera con Kyle. Al principio los Borchgreving dejaron que anduviera por ahí, conociendo las tierras y alguna vez pensé en escapar para volver, así que pensaba que era una molestia hacer amistad con nadie. Oswald insistía en que aceptara su apellido, pero pasaron dos años para que me decidiera, entonces decidí definitivamente olvidarlo todo antes de Gaoth, comenzar de nuevo y no mirar atrás.
—¿Tan pronto nos olvidaste? —recrimina muy molesta. No, hermanita, por más que lo intenté, no pude olvidarte, aquella pequeña de mejillas redondas y muy rojas, y la pequeña Ethy que ya parecía estar resentida con el mundo; el bebé Josse, quien me dio la alegría de por fin dejar de ser el menor de los varones, por fin tendría alguien a quien enseñarle lo que mis hermanos mayores me habían enseñado a mí. No, nunca los olvidé, sólo evité hablar de ustedes. Ella sigue ahogando los sollozos— Yo me acordaba muy bien de ti.
—Eso es imposible, eras muy pequeña.
—¡Claro que sí! Recordaba el vacío que dejaste en este feo cuarto —mira alrededor y hace un gesto con la mano abarcando el pequeño espacio que era mi lugar favorito—, recordaba aquella cabra tan fea que tallaste para que no llorara cuando papá se iba al bosque y recuerdo el llanto apagado de mamá, mucho después que te llevaron. ¡Tú ni siquiera hablas de nosotros con la mujer que amas!
Nunca hubo peleas familiares en la casa Borhgreving, ellos nunca impusieron nada pero yo siempre obedecí, con ellos todo fue siempre muy formal, tal vez sea hora de volver a formar parte de una verdadera familia.
—Lo hubiera hecho si no estuviera convencido que no estaba ahí por los caprichos de una dama noble, sino porque de hecho era lo que padre quería. Si recuerdas tanto como dices, ¿recuerdas su mirada vacía cuando aceptó las monedas de Oswald?
Mi hermana mayor estalla. Sus ojos pierden calidez y tira de la venda con más fuerza de la necesaria. ¡Eso dolió!
—¡Eso no es cierto! —grita llena de ira. Algo me dice que no debería seguir con esto, pero guardar silencio durante años tiene sus consecuencias, hay cosas que no se pueden callar para siempre.
—Él ni siquiera lo pensó, ni por un momento...
—¡Basta! —Su voz se convierte en un patético sollozo y ya no puede parecer tan firme— A papá le dolió, yo sé que le dolió, sólo lo hizo para salvarnos de la hambruna, incluso a ti... y tú...
Lástima que ya no podemos preguntarle. Hace unos años me enteré que un verano, cuando lo leñadores van al bosque, hubo un desafortunado accidente. Suelen haberlos en las caídas de los árboles más grandes. Fue casi inmediato, no hubo nada que hacer. Me enteré porque estaba en Ceòl, muy cerca de aquí, tuve el fuerte impulso de dejarlo todo para regresar, pero sufrimos el ataque que mató a la mitad de nuestro batallón y Sir Gowen, en lugar de retroceder, nos ordenó seguir avanzando. Fue una horrible masacre y pensé que era una fea historia que traer a casa, así que decidí no volver.
—Aalis, creo que yo puedo seguir con eso.
Ariana le ha arrebatado los vendajes nuevos y ella se va hecha una furia. Aunque no lo quiera ver fue eso lo que pasó, no sé por qué es ella la ofendida cuando fui yo quien fue vendido como un animal. ¡Maldición! Juré que no volvería pensar en eso. No era de extrañar que un señor tomara a algún muchacho a su servicio, ni era extraño que la familia lo cediera sin replicar. Viggo siempre exaltó tanto la unidad de la familia que ni siquiera había considerado la posibilidad de que entregara a alguno de nosotros, hasta que me entregó a mí, con tal frialdad, como si estuviera negociando sobre un cerdo.
—No debiste dejarte llevar de esa manera.
Otra vez. ¿Acaso disfruta reprenderme como a un niño? Pero entiendo por qué lo dice al ver que la herida ha comenzado a sangrar y el dolor punzante se extiende desde el hombro hasta la mano, la cual palpita con fuerza, aunque no pueda moverla libremente.
—Ya está. No es tan perfecto como el de tu madre pero servirá.
Se sienta al borde del lecho mullido de paja y se recuesta a mi lado, como si fuera lo más natural del mundo, ¿acaso no se da cuenta de todo lo que provoca en mí cuando la tengo tan cerca? Se coloca ese necio mechón detrás de la oreja, estoy seguro que lo hace inconscientemente, como esa manía de retorcerse las manos cuando está nerviosa o la de ponerse a discutir cosas sin importancia cuando no sabe qué decir, por eso todo el tiempo terminamos peleando. ¡Ah, mi dulce princesa, si supieras hasta qué punto soy más consciente de ti que de mí mismo! No sé cómo es que aún no he perdido la razón, pero si sigue acercándose de esa manera, seguramente ya no falta mucho.
—Lamento que no habláramos mucho... ya sabes, para estar casados.
Ojalá no siguiera repitiendo eso.
—¿Ahora quieres que te cuente mi infancia? No es un cuento muy interesante.
Se ríe como si millones de cristales resonaran dentro de su pecho y pasa la cosa más extraña, su mirada busca la mía y se queda ahí: hechizante y juguetona, como si de pronto se diera cuenta que somos otros completamente distintos a los que huyeron de Gaoth bajo el intenso sol en la Noche de las Hogueras.
—Bueno, cuéntame la parte interesante.
La parte más interesante no te la puedo contar porque la has olvidado. El rey me ordenó no tocar el asunto. Para él fue un alivio que ella perdiera la memoria de lo que pasó en esa época, cree que es la mejor forma de protegerla y nadie nunca le contó la verdad de cómo realmente murió su madre. Así que comienzo después de todo eso, cuando regresé de Lyon para entrar al ejército junto a Kyle.
Me vuelve una amarga sensación de vacío e impotencia. Kyle murió después de ver a la mujer que amaba brutalmente asesinada por haber sido confundida con la princesa. Ni siquiera pude decirle que lo sentía, ni siquiera pude encontrar la manera de mostrarle algo de simpatía porque lo único que podía pensar era en encontrar a Ariana. Él estaba ahí, derrumbándose y corriendo a mi lado para cumplir con su deber y yo aplacé las palabras de aliento sin saber que moriría antes de siquiera dejar salir su dolor. ¿Cómo podría ir y llorar sobre la tumba del amigo que dejé partir sin haberle dado las gracias por su apoyo? ¿Vale de algo lamentarlo de todos modos? Él está ahora junto a la mujer que ama, en algún lugar, eso dicen... al menos eso quiero creer.
Respiro hondo para reprimir esas sensaciones de incertidumbre y pesar...
"Cuando las emociones son demasiado fuertes, como para hacerles frente por ustedes mismos, la mejor forma es distanciarse de la situación y analizarla como si fuéramos otra persona. Pueden reprocharse todo lo que quieran, pero de nada servirá si no llegan a una solución de las circunstancias. Todo debe girar en torno a aceptar su realidad para luchar contra ella, aunque se desangren por dentro y por fuera".
Muy poético por parte de Sir Gowen, a mi pesar fue quien nos enseñó a manejar las emociones y ocultarlas, supongo que nunca dejaré de escuchar sus consejos en mi cabeza aunque haya sido quien le dio muerte a Kyle y Lucrecia. Reprocharse es una opción viable ahora mismo.
"Tu mejor amigo está muerto por tu culpa, una dulce e inocente dama está muerta por tu culpa, la mujer que amas estuvo a punto de morir por tu culpa... ¿Cómo vas a arreglar todo eso? ¿Con lamentos, conmiseración? Acepta que tus celos te llevaron a alejarte de ella esa noche para no tener que verla del brazo de otro... ¡Pedazo de cobarde!"
Bien, ¿a qué me lleva todo eso?
Nunca más la dejes sola.
—¿Pasa algo? —murmura Ariana medio dormida a mi lado. Tengo que admitir que me da terror pensar que podría acostumbrarme a verla dormir entre mis brazos y luego imaginarla al lado de Breoghan o Hemdal o cualquier otro... ¿Qué haría entonces? Tal vez raptarla de verdad, aunque por eso podrían cortarme la cabeza... lo cual no impide que lo vea como una buena opción.
—No pasa nada —respondo adoptando la máscara que me impusieron el día que ella colgó las insignias de la Guardia de Honor en mi pecho. —Duerme, todo está bien.
Supongo que es lo que debe oír, aunque no sea cierto.
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N.A. Espero no se hayan aburrido, espero que me cuenten qué les parece nuestro Sir Caballero ahora que conocen un poco más de su pasado.
En el próximo capítulo veremos cómo Ariana se adapta ( O no) a la vida de una campesina. Espero con ansias sus comentarios, ¡gracias por leer!
P.D. Me voy el día de hoy de vacaciones, así que no podré actualizar hasta la próxima semana. Besos.
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En el próximo capítulo...
—Más vale que no lo hagas, ante el pueblo eres mi esposa y no se vería nada bien que anduvieras por ahí buscando a alguien que te entrene en armas.
—Entonces, ¿qué se supone que hace una esposa en este lugar?
—Quedarse en casa.
—¿Qué?
—Esto no es Gaoth, princesita, las cosas son muy diferentes a tu castillo protegido, esto es el mundo real y tendrás que aprender a vivir en él, ¿entiendes?
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