Capítulo 14-Parte I

Todo está confuso aún. ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Ariana?

Una vertiginosa secuencia de imágenes me abruma y se mezclan con evocaciones de mis propios miedos. Por sobre todo persiste su ruego: "...Por favor resiste.... No me dejes". Cada vez que intento responderle tengo la sensación de que un abrazo gélido me arrastrara lejos de ella y las imágenes vuelven más confusas, más dolorosas.

¿Cuánto tiempo ha pasado?

La luz me hiere en los ojos y los vuelvo a cerrar. Trato de precisar qué fue real y qué un sueño con tintes de desvaríos.

—Está despertando... Jason, ¿me escuchas?

—Aún es muy pronto, ten paciencia.

—Jason...

No llores, por favor, no sabes cuán detestable me hace sentir oírte llorar y no poder evitarlo. Ya no escucho su voz, otra vez la oscuridad.

—... como me lo hiciste prometer a mí, ¿recuerdas?... Me quedaré contigo hasta el final, lo prometo, pero vuelve... ¡Vuelve!

¿Quedarte a mi lado? Ah, mi dulce princesa, no hagas promesas que no puedes cumplir.

La luz es más tenue. ¿Es la luna? Una mano pequeña, suave y con aroma a especias y hojas de artemisa se posa en mi frente. Es tan fresca.

—Descansa, todo está bien. Aquí están a salvo.

Intento decirle algo, pero parece ser que cada músculo de mi cuerpo se ha revelado totalmente.

—Diana está bien, no te preocupes, yo la cuidaré como si fuera una más de mis hijas. Descansa, mañana habrá pasado el efecto de la mandrágora.

Cuando estuve a punto de morir, el mismo día que murió la reina, recuerdo que me parecía ver a mi madre a mi lado dándome sus plantas medicinales. Cuando desperté supe que todo el tiempo había sido Anbiorg quien había cuidado de mí como si fuera el hijo que nunca tuvo. Anbiorg fue buena, pero nadie puede ser igual que la verdadera madre, lo sé. Es la única capaz de saber qué es lo que quieres decir aun cuando no lo puedes decir. Vuelvo a dormir y esta vez no hay visiones sangrientas ni pesadillas. Estamos a salvo, ella estará bien. Es todo lo que importa.

La luz parece volver poco a poco.

—Hola.

Su voz me llega dulce y clara cuando, al fin, logro abrir los ojos.

Lo primero que veo es un techo de paja sostenido por agrietadas vigas de madera. No puedo creer que las reconozco después de todos estos años. Mis hermanos tallaron nuestros nombres en ellas antes de colocarlas. Miro alrededor para apreciar la pequeña estancia. Al principio había una sola galera que era compartida por toda la familia, pero cuando se fueron sumando más y más miembros, la fructífera imaginación de mis padres ideó un lugar más grande y le fuimos añadiendo más habitaciones sin ton ni son. Un pequeño granero, el cuarto de las medicinas de madre y al agregar el entarimado, apareció un falso segundo piso, casi tocando el techo, destinado a los hijos varones. Mis hermanos y yo colocamos esas vigas con orgullo. Era tan pequeño que compartíamos el único jergón acolchado con paja, pero era nuestro y nos hizo sentir ya todos unos hombres mayores.

Ariana está a mi lado, sentada en un banquito bajo. Me mira con alivio en sus ojos. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, no importa, lo único que importa es que ella está aquí. Viva. Hermosa.

—Ariana...

—Shhh. Diana, ¿recuerdas?

¡Ah, sí! La cubierta. Estamos casados, es Diana Borchgreving, sobrina de Lord Oswald y Lady Anbiorg. Nadie sabe que, con el tiempo, los Borchgreving decidieron que les hacía más falta un hijo que un mozo de cuadra. Mi familia siempre ha creído que no fui más que un sirviente en su casa, ahora el sirviente que huyó con la sobrina de sus amos y se casó con ella en secreto. Es un delito grave, así que a nadie le extraña que intentemos escondernos.

—Roxanne dice que estarás bien en un par de días —Ah, esa dulce sonrisa, esos ojos tan claros que parecen declarar cada secreto de su corazón, tanto como si me mira con ese brillo que percibí ese día que la encontré refugiada en mi cabaña, que cuando me aterrorizan encendidas de furia como dos brasas azules.

Cuando ella habla me cuesta concentrarme para no perderme en ese azul infinito, en la sensual curva de sus labios. Si ella supiera lo hermosa que es y lo provocativa que me parece cuando se pone ese mechón de cabello detrás de su oreja, cuando el rubor colorea deliciosamente sus mejillas y cuando sus labios se entreabren en ese majestuoso suspiro...

—... cuando llegamos aquí y todos comenzaron a hacer preguntas. ¿Me estás escuchando?

—¿Cómo llegamos aquí?—pregunto, al tiempo que trato de moverme, una cruda punzada se clava en mi hombro y recorre el brazo hasta la mano, donde los dedos se niegan a moverse según mis deseos. Esto no me gusta.

—¿No lo recuerdas? —Baja la mirada y aparece ese color rosa pálido en sus mejillas, se muerde el labio inferior y se retuerce las manos, nerviosa. —Fue horrible...yo realmente creí...

Extiendo mi mano para tomar la suya y la punzada se repite. Comienzo a temer que esto tenga consecuencias, ¿qué voy a hacer si no puedo usar las armas?

—Estoy bien, volví para que quedarme contigo hasta el final —repito las palabras desesperadas que alcancé a percibir mientras mi conciencia vagaba sumiéndome en visiones oníricas. Ni siquiera estoy seguro que ella las haya pronunciado, pero cuando se sorprende avergonzada, tengo la certeza que fue real.

Sus ojos me miran muy abiertos, tan expresivos y más brillantes, si es posible. Su mano tiembla levemente entre las mías. Al parecer no esperaba que yo escuchara sus súplicas desesperadas.

—¿Me estabas escuchando?

—¿Por qué haces una promesa como esa cuando piensas que no te escuchan?

—No te lo decía a ti, es sólo que, necesitaba convencerme de que todo estaría bien... y además, es... lo que yo quiero.

¿Lo que quiere? Ella no debería querer estar conmigo... y sin embargo, no puedo reprimir el sentimiento cálido que se instala en mi pecho. Es demasiado placentero para dejarlo vivir ahí, demasiado para impedirlo.

"Me quedaré contigo hasta el final, lo prometo..."

Nos quedamos callados durante lo que me parecen horas hasta que, por la pequeña escalera que viene de la estancia principal, aparece la amable figura de una mujer ya entrada en años, sosteniendo en un brazo un bulto de ropa y en la mano una jarra que, presumo, contiene leche caliente. Me transporta a mi infancia: cuando en aquellas duras tormentas de invierno, ella se movía entre nosotros para confortarnos y calentarnos.

—¡Oh! ¡Ya has despertado! —dice, conteniendo la emoción. Camina hacia nosotros y le entrega a Ariana la jarra, quien la toma e inclina la cabeza en agradecimiento —Diana es una muchacha muy valiente, fue por ayuda a todo galope, ojalá la hubieras visto. Si no fuera por ella jamás nos hubiéramos vuelto a ver —narra poniendo sus manos cariñosamente sobre los hombros de la princesa.

—Oh, Dios mío... ¡Jason! ¿Estás bien? ¡Responde! ¿Qué hago?

—Vete... ponte a salvo...

—Iré por ayuda, volveré pronto.

—No... no vayas...

—Mantente alerta y no te desmayes, ¿entiendes? ¡Es una orden!

Ariana cabalgó de regreso a una granja que habíamos visto cerca del camino, le dije que no lo hiciera, le dije que era demasiado peligroso. ¿Qué hubiera pasado si alguien la reconocía? Nunca debió haberlo hecho.

—Te expusiste demasiado —. Creo que mi tono fue muy duro, siento tanto miedo de lo que pudo haberle pasado, que no medí mis palabras. Ariana se encoge y baja la jarra de sus labios, parece que quiere replicar, pero guarda silencio. ¡Maldición! No sé cuánto tiempo pueda mantener este tira y afloja. ¿Cómo se supone que cumpla mi misión de esta manera? A veces me siento demasiado aprensivo acerca de nuestra relación y me carcome el miedo al pensar que puede llegar a ser una distracción, podría poner en riesgo su vida si no pongo los pies en la tierra. Debería estar arrepentido de haberla besado en el bosque, pero ¿cómo podría estarlo? Su cuerpo temblando entre mis brazos, sus labios, sus ojos, su cabello, todo su ser me hace olvidarlo todo, lo cual es sumamente peligroso para ella. Mi tono lleno de pánico la dejó muda. Sin embargo, mi madre responde en el mismo tono en que solía reprenderme cuando era niño.

—¿Así le agradecerás que haya salvado tu vida? Es casi una niña y además de haberla robado de su casa y ponerla en riesgo al llevarla por esos bosques llenos de forajidos, te portas como un ingrato con ella. ¿Acaso es lo que aprendiste al servicio de los nobles?

—Roxanne... Jason me ha protegido...

—¡Es su deber cuidarte! Por algo es tu marido, ¿no?

Tengo que echar mano de todas las tácticas que conozco para ocultar las emociones para no reírme de la cara de pánico de Ariana, no por lo peligros enfrentados, si no al escuchar la palabra "marido". A pesar que me ha relajado mucho el enojo de mi madre, y su preocupación por Ariana, tengo que arreglar esto, no puedo dejar que esté molesta.

—Perdone, madre. Diana sabe que me preocupo por ella.

Ariana deja que tome su mano de nuevo, dice algo, pero una especie de niebla espesa y un zumbido en mis oídos me impide escucharla. Todo se ha vuelto oscuro de nuevo.

—Ha sido demasiado, debes descansar —Comienza a dirigirse de nuevo a la trampilla que lleva hacia abajo.

—Madre...

Se vuelve con los ojos brillando por las lágrimas.

—Creí que nunca más escucharía tu voz llamándome así.

—Me alegra haber vuelto a casa.

Roxanne Askell regresa a mí y posa su mano en mi hombro sano, solamente, y vuelve a alejarse temblando. No le gusta demostrar mucho sus emociones, prefiere parecer fuerte y estable, pero por más que una persona oculte sus emociones no puede evitar que estén ahí. Ahogando y quemando al mismo tiempo.

—Descansa, me quedaré contigo —susurra Ariana cuando ella ha desaparecido.

Cierro los ojos sintiendo como mi conciencia se disipa...

—¿Hasta el final?

—Sí, hasta el final.

Yo también quiero estar contigo hasta el final, o al menos, soñar con ello. Aunque con eso sólo consiga hacer más doloroso el estar a tu lado sin estarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top