Capítulo 21: Cartas
Disclaimer: Estas cartas son, en gran parte, escritos que una persona que sí estuvo en el psiquiátrico tuvo la confianza de compartirme. De hecho, Alexander es una persona de la vida real, una persona a la que quiero mucho y ha tenido una vida muy difícil, por lo tanto, las ideas contenidas en las cartas son totalmente de la autoría de mi Polarito (Él sabe bien quien es y por qué lo llamo así).
Si estás leyendo esto, espero que las heridas de tu mente y corazón sigan sanando a medida que el tiempo avanza. Eres increíble.
Fecha: No lo sé. Día: 1
Mi mente continúa en blanco desde ayer. Me cuesta respirar y no tengo ningún pensamiento claro. ¿Por qué no puedo llorar? ¿Por qué no puedo expresar lo que siento y soy tan indiferente a las cosas? Es casi como si fuera un fantasma, un ser sin alma, o simplemente, alguien desconectado de todo.
Contemplo este vacío abismal y solo me lleno de más preguntas. Comienzo a aceptar la idea de que hay algo malo en mí, que algo me sucede y que por más que me esfuerzo, sencillamente acabo igual.
No siento nada, y cuando lo hago, no siento más que ira o una profunda tristeza que me consume de manera silenciosa, como un parásito que se mete dentro de ti y te mata lentamente sin que te des cuenta. Creo que, esta es la única forma en la que puedo describirlo. Me siento adormecido, cansado de esto y de todas las cosas a las que inevitablemente soy indiferente.
Cuando creí que la muerte de Mimi, mi gatita, me haría descubrir que tan mal y vacío estaba, solo me hizo abrir una nueva puerta al siguiente paso que sería mi caída. Nunca creí que acabaría así, pero ha sucedido y ahora debo enfrentar una cruda verdad: Nunca estuve preparado para vivir en este mundo después de perderla y nunca estuve sano mentalmente, porque ya no sé quién soy.
¿Quién es Alex? ¿Qué haré con mi vida? Ya no lo sé. Quizás es suficiente de pensar por hoy. Es hora de apagar mi cerebro.
***
Fecha: Creo que es viernes. Día: 2
Ayer la ansiedad se salió de mis manos. Comencé a llorar después de eso, estuve temblando y finalmente acabé sufriendo un pequeño episodio de psicosis (susurros, voces, sombras y sentí que tocaron mi espalda). No pude dormir nada. Sé que en algún punto de las 12:00 am pude dormir, pero luego de eso me volví a despertar y disociar. Eran las 5:00 am, y las nuevas enfermeras llegaron aproximadamente a las 6:00 am. Tiempo después pude desayunar.
Estoy en aislamiento. Una habitación pequeña con dos cámaras y un baño sin espejo. Asumo que todos desayunamos a las 7:00 AM. Mi baño es a las 10 PM. Escribo todo esto porque quiero mantener mi mente un poco clara por el resto del día.
Síntomas del momento: Temblor en las manos, camino torpe, presión ligera en el pecho. Toman mis signos vitales al despertar. Escribiré más al avanzar el día.
***
Fecha: No sé qué hora sea. Día: 9
Un psiquiatra vino a verme. Es el mismo imbécil que dijo que haberme cortado por Mimi era una idiotez. Lo odio, pero si quiero salir de aquí, no me queda de otra que ocultar mi instinto asesino y depresión, y escucharlo. Estuvo interrogándome por una hora en el cuarto de aislamiento. Al menos no le molesta que le responda por escrito. No quiero hablar tampoco con él.
Todavía no están seguros de ponerme en una habitación normal. Temen que me vuelva a lastimar, o que intente lastimar a alguien. Me prometió que si me porto bien buscará la manera de que no me sienta tan solo.
Escuché a la enfermera decir que un nuevo paciente sería ingresado. Parece que es la hija de un paciente de aquí, así que tal vez la he visto en alguna de sus visitas. No es tampoco que me interese mucho. Supongo que esto será lo último que escriba antes de ir a la terapia grupal. Me divierto leyendo los libros infantiles mientras todos hablan.
Todo fue bien, estuve afuera tomando sol en el patio. Estoy algo más tranquilo.
***
Fecha: 10/?/2018. Día: 70
Hoy conocí a una chica con trastorno post-traumático y episodios psicóticos. Hablamos un poco (ella habló, yo escribí) y descubrí que estábamos aquí por la misma razón. Ambos perdimos a alguien importante y nuestras mentes colapsaron. Nos llevamos bien. Es agradable saber que no estoy tan solo.
***
Fecha: 13/10/2018
Día: 90 (Estoy más claro de la fecha, sé que es sábado).
De nuevo no pude dormir mucho. Me desperté a las 5 o 6 pm. Aún era oscuro. Me mantuve sentado viendo la ventana y luego hice mi cama. No comí mucho en el desayuno, ni me siento animado. No puedo pensar en mucho y me encuentro vacío. El psiquiatra no cree muchas de mis palabras debido a mis episodios psicóticos, pero no lo culpo. Supongo que simplemente me irrita el hecho de sentirme presionado por las enfermeras y otros doctores.
Síntomas de hoy: Apatía, enojo, apagón emocional y bloqueo.
***
Fecha: 24/10/2018
Día: 101 (7 PM Aproximadamente).
Una nueva enfermera llegó, pero es bastante estricta. Ya nos ha regañado a Halina y a mì màs de una vez. Los dos nos volvimos bastante cercanos, al punto de que nos ven reír o bromear. El aparente problema es que si hablamos en inglés estarán suponiendo que planeamos algo en contra de ellos o yo qué sé. De todas formas, eso no nos ha detenido de seguir hablando y eso al menos me calma un poco.
Es bastante irritante que intenten controlar todo lo que hago, pero bueno. Creo que pronto será la hora de dormir y me mandarán a darme una ducha.
***
Fecha: 02/12/2017
Día: 145 (Es de mañana).
Hoy dormí muy poco, y como siempre, me desperté entre las 5 y 6 am, pero estuve acostando abrazando el peluche de rinoceronte que me regaló mi papá, hasta que llegó la hora del desayuno y tuve que levantarme a arreglar mi cama y reunirme con los demás en el salón.
Comí y me medicaron, pero tengo muchísima migraña gracias a las alucinaciones. Siento que me estoy volviendo loco.
Traté de animarme un poco molestando a Halina con bromas y golpecitos en su cabeza con la compresa caliente que me dieron para aliviar mi dolor. Ella dijo que soy igual que su novio que siempre busca maneras de sacarla de quicio, jugando con ella. Habla mucho de él y eso no me gusta. Aunque él que diga que nos parecemos en algo, significa que le gustan los hombres con nuestro carácter, y, por tanto, que poca que mucha tengo esperanzas.
Esa idea me hace muy feliz.
Realmente me duele mucho la cabeza y quiero distraerme. Mis síntomas hasta hora son temblor en las manos, alucinaciones y una intensa migraña. Ahora verán una peli mientras otros leen y hablan. Ya casi me termino de leer todos los libros de la librería. Incluyendo los infantiles.
Estoy intentando escribir todo para poder recordar cosas y tener un mejor registro de mis pensamientos y emociones, más o menos. Ahí voy. Halina dice que le sorprende que pueda escribir de manera tan recta y perfecta, pero es que este es mi único modo de expresarme, de sentirme conectado conmigo mismo y las pocas personas que amo.
***
Fecha: 15/12/2018
Hoy quiero escribir sobre como es este lugar. Las camas son bastante duras —casi como roca—, y hace bastante frío. Me paso la mayor parte del tiempo tratando de no congelarme al igual que Halina. La pobre se pasa el día acurrucada y temblando. Lo único bueno es, quizás, la comida y cuidados, pero es bastante aburrido.
Escuché a unas enfermeras comentar que tal vez den de alta a Halina muy pronto. Me sentí muy triste cuando lo supe. No es que no quiera que esté bien. Es que temo que en cuanto cruce las puertas del psiquiátrico se olvide de que existo. ¿Será esto a lo que le llaman amor? Estoy casi seguro de eso. Creo que la amo, la amo, la amo y podría escribirlo hasta que mis manos duelan y aun así no pararía.
A veces tengo miedo de que salga y algo malo le pase y yo no pueda estar allí para ella, y entonces me doy cuenta de lo mucho que temo perderla. No quiero perderla, no podría soportarlo y solamente me hace desear salir de aquí pronto.
Si alguna vez lees esto, Halina, solo quiero decirte que eres hermosa tanto físicamente como en tu forma de ser. Gracias a ti entiendo que si alguna vez lloro, será en tus brazos. Entonces podré sentir todo lo que alguna vez deseé: Amor, calidez, refugio. Sea lo que sea que pase en lo adelante, siempre estaré agradecido.
Siempre tuyo, Alex.
Halina cerró los ojos para poder enfocar toda su atención en la melodía que tocaban aquellos hábiles dedos. La Nocturne op.9 No.2 de Chopin, así le había dicho Alexander que se llamaba, le hacía sentir una paz indescriptible. Casi parecía que flotaba. Dormiría horas y horas, acompañada de esa melodía.
Él había notado aquello y la tocaba para ella todos los días. Era una especie de rutina. Halina mantuvo la cabeza apoyada de la cola del piano, la misma que solo meses antes había estado manchada con los rastros de sangre de alguien más, y su vista se deslizó por un segundo a la tobillera que acompañaba a Alexander desde entonces.
Si una persona cometía un delito y se le considera por motivos de salud mental no imputable (es decir, no responsable de sus actos) lo habitual era que se le aplicara una medida de seguridad alternativa a la cárcel. Esta consistía generalmente en el internamiento en un centro psiquiátrico, pero, como Alexander ya estaba internado en uno, y para colmo, era menor de edad, solo lo pusieron en aislamiento hasta que lo consideraron no peligroso, y le colocaron aquel artefacto para controlar sus movimientos. Tenía un celador asignado que lo vigilaba a cada momento, excepto cuando estaban en el dormitorio, que ya de por sí estaba franqueado por un par de cámaras.
Colocarlo junto a ella era parte de las pruebas que buscaban determinar si aún era un peligro para la sociedad. Noah y Olivia se habían opuesto firmemente a ello. El doctor Trembley había argumentado que aquello la ayudaría. Parecía que había tenido razón. No se había disociado ni una sola vez desde que dormían en el mismo cuarto.
Tener a alguien a quien proteger la mantenía cuerda. Le daba un sentido a su existencia. Tal vez en el fondo había nacido para ser una mamá.
A medida que el tempo de la música aumentaba, Halina tenía que luchar aún más para no romper al llanto. Alexander lo notó, pero no dijo nada, solo la acariciaba con su música. Era su forma de acompañarla en medio de su dolor. De garantizarle que no estaba todo perdido.
Tocó las últimas notas, y depositó un beso en su cabeza. Halina esbozó una sonrisa antes de prácticamente saltar a su lado y abrazarlo. Frotaba su mejilla contra la de él frenéticamente.
—Eres impresionante. ¿Hay algo que no hagas bien?
—¿No perder la cordura? —preguntó. Halina había terminado por incluso disfrutar aquel humor de patíbulo que lo caracterizaba.
—En ese aspecto ambos somos un fracaso, pero al menos tú tocas el piano. Me llevas ventaja. Cuéntame, Alexander. ¿Qué más te gusta hacer?
—Dibujar, escribir, jugar videojuegos, hacer manualidades, bailar... Fumar.
—¿Fumas?
Halina lo vio encogerse de hombros mientras se separaba de ella. Como siempre, su mirada no era de desaprobación, sino de tristeza, de una honda, muy honda melancolía.
—¿Qué se siente hacerlo?
—Supongo que es relajante.
—¿Cómo tu música? —Halina dibujó en sus labios una buena sonrisa. Cuando no tenía nada bueno que decir mejor cambiaba de tema—. Ojalá pudiera escucharla para siempre. Siento mucha paz cada vez que tocas.
—Puedes. Haría lo que sea por ti, Halina. Incluso mataría por ti.
La sonrisa de Halina se borró por un instante. Alexander sintió por un segundo que había hecho algo irremediable. Ella volvió a sonreír. Acarició su mejilla con muchísimo cariño.
—Gracias, Alexander. Aunque no quiero que mates a nadie por mí. ¿Qué te parece si mejor me enseñas a bailar?
Tiró de él para que se pusiera de pie. Sus ojos negros se abrieron de manera desorbitada.
—¿Aquí?
—¡Claro! Ya estamos locos, ¿no? Seamos unos locos felices.
Una risa baja, pero bastante complacida, salió de los labios de Alexander justo antes de tomarla de la cintura abruptamente. Halina se sorprendió al principio, pero después de un par de pasos se dio cuenta de que le enseñarìa a bailar swing. La idea la dejó encantada. Mientras daban volteretas y saltos en todo el salón de arte, Halina se sintió como una niña por primera vez.
Aquella última imagen de Halina se había quedado grabada en su subconsciente. Se veía tan hermosa cuando sonreía de esa manera.
La forma en la que las ondas de su pelo cobrizo se agitaban en el aire con cada salto, era celestial. La vida en el psiquiátrico había perdido sentido desde que se había marchado. Ya ni siquiera sabía para qué se levantaba. Nunca había tomado los sedantes con tanta alegría.
Mientras dormía podía soñar con ella. Con su roce cálido, con sus palabras animadoras y compasivas. Lo que antes era una tortura llena de sombras y violencia se había convertido en el único escape a la dura realidad en la que le había tocado vivir.
Cuando ingresó a la oficina del doctor Lucian para su consulta diaria, caminaba tan lento y con el cuerpo tan encorvado que parecía un ser sin alma. También se sentía así. La piel debajo de la tobillera le picaba, pero no tenía energías ni siquiera para rascarse.
El doctor Trembley empezó con su monólogo profesional, haciendo preguntas que sabía jamás serían contestadas. Alexander se limitaba a tener la mirada vuelta a la ventana y a la figura grotesca que lo observaba desde allí.
Solo llevó la mirada hacia Lucian cuando este se colocó frente a él y le extendió un celular. Estaba prohibido que los pacientes como él usaran celular. Alexander lo colocó en su oído sin entender bien lo que sucedía. Escuchar aquella voz detrás de la línea lo llenó de gozo.
—Hola Alex, ¿cómo estás? ¿Sorprendido? Le dije al doctor Trembley que me preocupaba no poder hablarte todo este tiempo por eso de los medicamentos y mi sueño eterno, y prometió prestarte su teléfono por cinco minutos todos los días para que hablemos. ¿Qué te parece?
—Eso... estoy muy feliz. —Aunque su rostro conservaba su expresión neutra, los pequeños rastros salados que atiborraron sus ojos mostraban que decía la verdad.
Incluso su voz se había partido un poco. Solo habían pasado un par de horas desde la última vez que pudo escucharla, pero se sentía inmensamente feliz.
—Yo también lo estoy. Ya leí tu última carta y debo decirte que me hiciste muy feliz con tus palabras. Es la primera vez que me escriben una carta de amor. Aunque... —Halina hizo una pausa. Alexander contuvo la respiración—, por ahora yo y el amor estamos distanciados, así que perdóname por no corresponderte a pesar de que sientes algo tan bonito. Ahora vivo en Frederinctong, en una casa con tres habitaciones. Vendrás a visitarme cuando salgas, ¿verdad?
—¿Frederinctong?
—Sí. Es una larga historia. —Halina hizo una nueva pausa. A juzgar por el tono nasal que había adoptado su voz, parecía haber llorado durante mucho rato. Si estaba haciendo un esfuerzo tan grande por aparentar alegría a pesar de eso, Alexander no se sentía en derecho de preguntar que le pasaba y romper su ilusión de estar disimulando bien—. ¿Qué dices?
Alexander asintió, y al darse cuenta de que ella no podía verlo, dijo que sí audiblemente. Casi pudo imaginársela dando un pequeño salto de alegría.
—Excelente. Lo esperaré con ansias. Te quiero mucho, Alex.
—Yo también, Halina. Cuídate.
Alexander le extendió el teléfono a Lucian después de un par de segundos de haber finalizado la llamada. Se había quedado con el auricular junto al oído con la esperanza de que se le hubiera olvidado decirle algo y volviera a llamar. Cuando se dio cuenta de que eso no pasaría, decidió que era tiempo de devolvérselo a su dueño.
—Te ves ridículo sonriendo así, Trembley —dijo antes de abandonar la oficina dando por terminada la sección de ese día. Lucian no hizo ningún comentario en cambio. Estaba demasiado sorprendido de que al fin le hablara.
Hola, Halina. ¿Cómo va todo? Espero que bien y que las cosas estén tomando su rumbo.
Las cosas para mí van algo lentas. Honestamente, sigo muy indiferente a todo y mi única noche relativamente calmada fue hoy. Dormí tres horas y me levanté. Luego estuve mirando la ventana hasta observar el sol salir.
El cielo hoy en la mañana se tornó de un hermoso color rosado. El árbol afuera se ha tornado rojo y se ven tan bonito junto a las rosas del patio y sus rejas. Lamentablemente, me encuentro vacío y me la paso como un muñeco de trapo. No puedo sentir nada. Cada vez que hablo con el psiquiatra no siento que pueda avanzar. Sea lo que sea, espero salir pronto y verte. Te extraño mucho.
Sinceramente, Alex.
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