Capitulo Seis
Al día siguiente, desperté sintiéndome más ligera. La tarde que pasé con Kaleb había sido un respiro inesperado, como si, de alguna manera, hubiese soltado un peso que llevaba cargando sola desde hacía meses. Me levanté de la cama y, tras una ducha rápida, comencé a arreglarme para el día, por suerte Grace me habia dado el dia libre para que pudiera terminar de comprar lo que me hacia falta aun. Tenía una larga lista de cosas por organizar antes de que los bebés llegaran.
Justo cuando me senté a revisar la lista, mi teléfono vibró. Al mirar la pantalla, vi un mensaje de Kaleb:
¿Lista para otra ronda de compras?
Sonreí, sorprendida por su entusiasmo. Apenas habíamos terminado ayer, y ya estaba ofreciéndose a acompañarme de nuevo. Respondí rápido:
Claro, si estás dispuesto a sufrir otro día conmigo en las tiendas.
No pasaron ni dos minutos antes de recibir su respuesta:
Sufrir no es la palabra que usaría. Paso por ti en una hora.
Una hora después, escuché el timbre de mi apartamento sonar y fui a abrir sabiendo ya quien era, lo vi apoyado en el marco de mi puerta, con esa sonrisa despreocupada que parecía ser tan natural en él.
-¿Lista para la segunda ronda? -preguntó, abriéndome la puerta de la camioneta.
-Lista -le respondí, subiendo con una sonrisa-. Pero hoy tengo menos cosas en la lista y un dia libre que no quiero pasar sola. Así que, si tienes algún plan alternativo, soy toda oídos.
Kaleb se encogió de hombros mientras arrancaba el motor.
-De hecho, estaba pensando en que podríamos ir a un lugar que quiero mostrarte. No es nada especial, solo... creo que te gustará.
Me miró de reojo, esperando mi reacción. Mi curiosidad fue instantánea.
-¿Y puedo saber a dónde vamos o es sorpresa?
Él sonrió misteriosamente.
-Es sorpresa. Confía en mí.
El viaje fue tranquilo; el paisaje cambiaba poco a poco a medida que dejábamos la ciudad atrás. El aire fresco entraba por la ventana, y pude ver montañas en la distancia. Después de unos 20 minutos, Kaleb giró en una carretera secundaria que nos llevó a una zona boscosa, donde un pequeño camino de tierra se abría paso entre los árboles.
Finalmente, llegamos a un claro, y Kaleb estacionó la camioneta. Bajé y miré alrededor, impresionada. Estábamos junto a un lago pequeño y tranquilo, rodeado de árboles cuyas hojas empezaban a cambiar de color. El agua reflejaba el cielo, y el silencio del lugar era casi mágico.
-Es hermoso -dije, sin poder apartar la vista del paisaje.
Kaleb se acercó, con las manos en los bolsillos.
-Vengo aquí cuando necesito un poco de paz. Pensé que tal vez también te serviría, ahora que tienes tantas cosas en la cabeza.
Le sonreí, genuinamente agradecida.
-Gracias, Kaleb. Esto es perfecto.
Nos sentamos junto al lago, dejando que el tiempo pasara en silencio. No hacía falta hablar; el sonido del viento entre los árboles y el agua moviéndose suavemente era suficiente. Después de un rato, Kaleb sacó una botella de agua y me la ofreció.
-Oye, dime algo. ¿Tienes pensado un nombre para tus bebés?
Me quedé pensativa por un momento.
-He estado pensando en varios, pero no logro decidirme. Cada vez que creo haber encontrado el indicado, vuelvo a dudar. Quiero que sus nombres reflejen lo que significan para mí, pero... supongo que es más difícil de lo que imaginé.
Kaleb asintió.
-Bueno, tienes tiempo. Aunque, si necesitas ayuda, ya sabes dónde encontrarme.
Reí y asentí, sintiéndome extrañamente en paz en ese momento. El sol comenzó a descender lentamente, pintando el cielo de colores cálidos.
-Gracias por traerme aquí, Kaleb -le dije, sinceramente-. Creo que me hacía falta.
Él sonrió y se puso de pie, extendiéndome una mano para ayudarme a levantarme.
-De nada. Para eso están los amigos, ¿no?
Nos quedamos mirando el lago unos minutos más, disfrutando del atardecer en silencio. Cuando el aire comenzó a enfriarse, Kaleb me rodeó con su chaqueta sin decir una palabra, y por alguna razón, ese gesto me conmovió.
Mientras regresábamos a la camioneta, noté que la atmósfera entre nosotros era diferente, como si algo hubiera cambiado en ese momento junto al lago, como si toda la tension que quedaba por como nos conocimos hubiera quedado olvidada por completo. Él pareció darse cuenta de mi mirada y, mientras encendía el motor, se volvió hacia mí.
-Oye, ¿te gustaría cenar aquí? -preguntó, señalando el lago-. Traje algo de comida en la parte de atrás, no es gran cosa, pero creo que será suficiente para ambos.
Mi sorpresa fue evidente.
-¿Planeaste esto? -pregunté, sonriendo.
Kaleb se encogió de hombros, divertido.
-Solo pensé que después de un día de compras podrías necesitar un descanso. Y ya ves, aquí estamos.
Me pareció una idea perfecta, así que me bajé de la camioneta nuevamente mientras él sacaba una pequeña hielera y una manta. Extendimos la manta cerca del lago y él empezó a sacar bocadillos, refrescos y algunas frutas. No pude evitar reírme.
-Esto es como un picnic sorpresa. No me habías dicho que tenías este lado tan detallista.
Kaleb sonrió con una mezcla de timidez y diversión.
-Bueno, me esfuerzo con quien lo merece, aparte debo borrar esa mala imagen que deje en ti cuando nos conocimos, fui un ccompleto idiota.
-Bueno, no te pienso discutir eso porque no contradigo verdades- me rei y se sintio tan bien hacerlo con otra persona y por otro motivo que no fueran mis bebes.
Nos sentamos y comenzamos a comer en silencio. La tranquilidad del lugar hacía que me sintiera segura, como si por un momento los problemas y preocupaciones se desvanecieran. Kaleb pareció notarlo y se quedó mirándome con una expresión cálida.
-Me alegra verte así -dijo, con suavidad-. Mereces sentirte en paz, después de todo lo que has pasado.
Lo miré, agradecida por sus palabras.
-Gracias. A veces es difícil recordar que merezco un momento de tranquilidad, pero supongo que estoy aprendiendo a aceptar que está bien descansar un poco, tomarme un respiro.
Kaleb asintió y luego, con una expresión seria, tomó mi mano.
-Prométeme que no vas a cargar con todo tú sola. Ya sabes que estoy aquí, ¿verdad?
Sentí un nudo en la garganta y asentí lentamente, apretando su mano con agradecimiento.
-Lo sé, Kaleb. Y no tienes idea de cuánto significa eso para mí.
Nos quedamos así unos segundos, en silencio, pero no hizo falta decir más. Ese día junto al lago había sido un regalo inesperado, uno que me hacía sentir menos sola en este camino.
Hola mis queridos lectores ¿Como han estado?
Lamento mucho haber desaparecido asi pero es que entre a un nuevo semestre en la uni y ya empece a trabajar en el proyecto con el que me voy a titular y aparte tambien estoy ya en mis practicas y eso consume mucho de mi tiempo, pero ahora que regrese ya no me volvere a ir, solo les pido paciencia por favor por que esta historia de que la termino la termino.
Besitos
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top