Capitulo Quince
La noche tenía una calma engañosa o al menos así yo la sentía, desde mi sofá con la luz tenue de la lámpara iluminando el salón, observaba las luces de la ciudad parpadeando en la distancia mientras acariciaba lentamente mi vientre sintiendo a los gemelos moverse dentro de mí. Ese movimiento, esos pequeños recordatorios de vida, eran lo único que lograba calmar mi mente en medio del torbellino de emociones que me consumían a diario; ellos lo son todo para mí.
Mi pecho se sentía pesado, y un presentimiento inquietante me había acompañado todo el día, como si algo estuviera a punto de suceder. Desde que llegué a esta ciudad, he tratado de construir algo que se parezca a una vida normal, aunque sea solo una sombra de lo que alguna vez imagine para mí, y es que creo que ninguna mujer se imagina que luego de casarse con el que creen el amor de su vida y se embarace de sus hijos esperen o se imaginen tener que huir de él para que no se los quiten, por eso digo que he tratado de construir algo que se parezca a una vida normal, y aun así la amenaza de Matthew es un espectro que no puedo ignorar y me atormenta cada día .
El sonido del teléfono vibrando sobre la mesa me hizo saltar, mi corazón se aceleró al ver un número desconocido en la pantalla. Dudé unos segundos antes de contestar, algo en mi interior me gritaba que no lo hiciera, pero a pesar de eso, deslicé el dedo para responder.
—¿Gabriella Williams? —la voz masculina al otro lado de la línea era fría, y de solo escucharla un escalofrió recorrió mi cuerpo.
Sentí que la sangre abandonaba mi rostro. Tragué saliva, intentando que mi voz no delatara el miedo que ya comenzaba a instalarse en mi cuerpo.
—¿Quién habla? —pregunté, mi voz temblando apenas un poco.
—Digamos que soy alguien interesado en tu bienestar... y el de tus hijos. Pero te aseguro que no puedo garantizar tu seguridad si sigues escondiéndote. — no se dé dónde, pero esa voz me sonada conocida, pero el miedo y los nervios no me dejaban pensar bien.
Mis manos comenzaron a temblar y sentí como poco a poco la telaraña de seguridad que había tejido alrededor de mí misma se desmoronaba con esas pocas palabras. No respondí, simplemente colgué de golpe y apagué el teléfono, sintiendo que el pánico subía desde mi estómago hasta mi garganta.
—No… no puede ser—murmuré para mí misma, caminando de un lado a otro por la sala. Mi mente iba a mil por hora. ¿Cómo habían encontrado mi número? ¿Y qué querían decir con eso de garantizar mi seguridad?
Tomé mi bolso y saqué los papeles que contenían la información y el total del dinero que le había robado a Matthew. Era una precaución que había tomado desde el primer día que llegué aquí, anotar todas las cosas que había comprado e ir contando minuciosamente el dinero que me iba quedando.
Si era necesario, estaba dispuesta a huir de nuevo, aunque la idea de abandonar todo lo que había construido en estas semanas me partía el alma. Pensé en Grace, en las chicas de la cafetería, en Kaleb… especialmente en él. Ellos eran mi refugio ahora, la primera muestra de estabilidad en meses. Pero ¿qué tan justo era arrastrarlos a mi caos?
Unos golpes en la puerta me hicieron congelarme, mi respiración se detuvo y apreté los papeles contra mi pecho y cuando sentí que mi cabeza estaba a punto de colapsar escuché su voz, baja y tranquila:
—Gabriella, soy yo. ¿Estás bien? — solté un suspiro de alivio al oírlo <Kaleb.>
Su voz era como un ancla en medio de la tormenta, caminé rápidamente hacia la puerta y la abrí. Allí estaba él, con una expresión de preocupación que me derritió por completo; sentí que las piernas casi me fallaban al verlo.
—Pasa, por favor —le dije, haciendo un esfuerzo por mantener la calma.
Entró y cerró la puerta tras de sí. Sus ojos me escudriñaron como si ya supieran que algo estaba mal en mí.
—Gabriella, ¿qué pasa? Estás temblando ¿Pasó algo? — aun me sorprendía la capacidad que tenia de ver cuando estaba mal aun cuando me esforzaba por esconderlo.
Sentí que las palabras se agolpaban en mi garganta. Necesitaba decírselo, así que, con la voz quebrada, le conté sobre la llamada. A medida que hablaba, sus expresiones pasaban de la preocupación a la ira contenida. Cuando termine luego de unos minutos, Kaleb se inclinó hacia mí y tomó mis manos entre las suyas.
—No puedes seguir enfrentando esto sola, Gabriella. No voy a permitirlo, necesitas denunciarlo o al menos dejarme ayudarte. — dijo en tono firme
Negué con la cabeza, las lágrimas acumulándose en mis ojos.
—No puedo ir a la policía, Matthew tiene contactos, dinero, poder. Incluso si lo denunciara, encontraría la forma de torcer todo a su favor y me quitaría a mis bebes. — negué aterrada
—Entonces tomemos precauciones. Vamos a cambiar tus rutinas de manera seguida, hablaré con las chicas para que no te dejen sola en la cafetería y seremos más precavidos, pero no voy a dejar que te enfrentes a esto sola, ¿me oyes? — El tono decidido de su voz me calmó un poco.
Su mirada era firme, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que alguien realmente estaba dispuesto a protegerme.
❥๑━━━━━━━━━━━━━━━━━๑❥
A la mañana siguiente, intenté retomar la normalidad, fui a la cafetería como de costumbre, pero el nudo en mi estómago no desaparecía. Grace, siempre perceptiva, notó mi tensión.
—Cariño, ¿todo está bien? Hoy luces más pálida que de costumbre. — preguntó preocupada.
Sonreí débilmente, intentando disimular.
—Solo fue una mala noche, eso es todo. — trate de desviar su atención de mí.
Grace me miró con incredulidad, pero no presionó. Sin embargo, cuando cerramos la cafetería esa tarde, me llevó a un lado con dos tazas de café.
—Escucha, Gabriella, no soy ciega. Algo te está preocupando, y quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea. —
Su calidez casi me hizo llorar. Sentí una punzada de culpa por no confiar plenamente en ella, pero también un profundo agradecimiento por su apoyo.
❥๑━━━━━━━━━━━━━━━━━๑❥
Esa noche, miré el techo mientras los pensamientos daban vueltas en mi mente. No podía seguir huyendo eternamente, tendría que enfrentar a Matthew, pero esta vez lo haría con un plan. Y lo haría con aliados. Miré mi vientre y lo acaricié suavemente. Mis hijos merecían algo mejor, y estaba dispuesta a luchar por ellos, sin importar lo que eso significara.
Cerré los ojos, con una nueva determinación ardiendo en mi interior y un plan trazándose en mi mente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top