Capitulo Dieciocho
Gabriella Williams.
Días después me levanté despacio, sintiendo el ya habitual movimiento de los gemelos en mi vientre, es increíble pensar que hay dos pequeños seres formándose dentro de mí, y sentirlos ahí moverse es la mejor sensación que he podido experimentar y me tiene completamente enamorada, cada mañana cuando los siento moverse al despertar es como si también ellos estuvieran disfrutando de la tranquilidad que les ofrece estar dentro de mi barriga y me hicieran saberlo.
Es algo casi mágico.Continue acariciando mi barriga y hablándole a mis bebes permitiendo que la paz y la magia de ese momento me envolviera.
− Aun me cuesta creer que los tengo aquí adentro− acaricie el lugar donde se formó un pequeño bultito en lo alto de mi pansa
−Los amo mucho ¿Lo saben verdad? Estoy ansiosa por ya tenerlos en mis brazos, siento que mi imaginación no les hace justicia cuando me los imagino ¿Ustedes ya quieren estar afuera con mami? − al momento de hacer esa pregunta sentí como los dos empezaron a moverse con más fuerza.
−Me imagino que eso es un si− reí suavemente – Pero ya falta poquito para que nos podamos conocer, ustedes solo enfóquense en estar sanos y terminar de formarse bien y mami se encargará de lo demás, los amo mucho bebés− di una ultima caricia y me termine de levantar de la cama para poder empezar con mi rutina.
Hoy iría a la cafetería después de medio día a petición de Grace ¿Por qué? No lo se, pero así lo pidió, es por eso que hago todo con tranquilidad sabiendo que tengo tiempo para hacer mis cosas.
−Creo que ya es tiempo de buscarles un nombre− le hable a mi barriga notándola mas grande, el tiempo parecía pasar volando y aun me resulta difícil creer que ya tengo seis meses de embarazo, y aunque han pasado solo tres meses desde que hui de Matthew siento que han pasado años.
Siendo sincera nunca espere que me fuera bien después de huir, es decir hui sin ningún plan, no tenía familia que me apoyara y ni siquiera a donde ir, si lo pienso desde un punto de vista no tan objetivo esto pudo haber salido muy mal, pero afortunadamente no fue así.
Sin esperarlo o buscarlo había encontrado una rutina, una red de apoyo, y, lo más sorprendente, había encontrado a Kaleb, su presencia constante había sido como un ancla en medio del torbellino. Siendo totalmente sincera a veces me sentía extraña respecto a mis sentimientos por él, por que sí ya tengo más que claro que siento algo muy fuerte por él y eso es lo que me hace sentir rara porque hace solo tres meses estaba o mas bien creo que creía estar completamente enamorada de Matthew y hoy tres meses después me encuentro sintiendo cosas muy fuertes por un hombre increíble.
¿Eso me hace una cualquiera?
Esa pregunta me la he hecho muchas veces y ni siquiera yo he podido responderme eso, lo que si se es que a pesar de pudiera entrar en esa categoría me gusta tener sentimientos por él, y no es algo derivado del agradecimiento que le tengo, tampoco estoy confundida por todas las acciones y detalles que el a tenido conmigo, mis sentimientos por el son sinceros y reales.
Y aunque ahora en mi vida toda pinta ser muy tranquilo con esa tranquilidad también llegaba algo más: miedo. Miedo a confiar nuevamente, miedo a sentir demasiado y que todo se desmoronara de nuevo, miedo a confiarme y bajar tanto la guardia que termine perdiendo a mis bebes.
No podía negar que había noches en las que me preguntaba si realmente merecía algo bueno después de tanto dolor o si todo lo que estaba viviendo era real. Pero también estaba cansada de vivir atrapada en ese temor.
Cuando llego la hora de irme el aire fresco me despejó la mente, y mientras caminaba empecé a pensar en nombres para mis bebés. En todo el camino pensé en varios nombres y debo admitir que, aunque me gustaban bastante ninguno me convenció, pero estoy segura de que sabré escoger los adecuado.
Cuando llegué a la cafetería Grace estaba en el mostrador organizando los pasteles como siempre. Al verme, me saludó con una sonrisa.
—¡Buenos días, hermosa! Hoy luces radiantes ¿amanecieron bien hoy? — pregunto haciéndome sonreír, me gustaba que al hablar hiciera referencia a los tres y no solo a mí.
−Amanecimos excelente, gracias por preguntar ¿Y tú? ¿Cómo esta Duncan? − su cara cambio un poco, su esposo recientemente había estado batallando un poco con su salud.
−Pues yo amanecí bien, pero Duncan amaneció con un poco de dolor en una de sus rodillas, ya sabes los achaques normales de esta edad− intento tomarlo con gracia, pero sabía que le afectaba.
−No te preocupes, veras que solo es una mala racha y pronto todo mejorará. Duncan es un hombre fuerte, solo necesita seguir su tratamiento al pie de la letra y quedará como nuevo− la animé, ella solo sonrió con agradecimiento antes de cambiar el tema.
− ¿Y a que se debe el milagro de que andes sin tu galán? − preguntó con picardía haciendo que mi cara se pusiera roja.−
Lo contrataron para hacer una mudanza hoy− respondí sin siquiera pensar en negar lo que había dicho.
− ¡Pero bien que sabes a quien me refiero! − se emocionó y sentí que me ponía mas roja de ser posible.
—No seas exagerada, Grace. ¿Qué te hace pensar eso? —
—Bueno, quizás el hecho en que ni siquiera dudaste en responder ¡Y no te atrevas a negarlo! Tu y Kaleb terminaran juntos, yo lo es− aseguro y solo pude sonreír.
No respondí, pero su comentario quedó flotando en mi mente. Esperaba que tal vez en un futuro eso pudiera hacerse realidad.
La campanilla de la puerta sonó en ese momento, y al girarme, lo vi. Kaleb entró con su característica tranquilidad, llevando un ramo pequeño de flores en la mano. Mi corazón dio un vuelco al verlo.
Vestía de manera sencilla, con una camisa azul arremangada y jeans oscuros, pero había algo en él que siempre lograba captar mi atención.
—Buenos días, bellas damas— saludó, mirando primero a Grace y luego a mí.
—Gabriella, ¿puedo robarte unos minutos? —Grace me guiñó un ojo y se apresuró a tomar mi lugar tras el mostrador.
—Por supuesto. Ve tranquila, querida—Kaleb me hizo un gesto para que lo siguiera.
Salimos juntos de la cafetería, y él me guio hacia un parque cercano. Nos sentamos en una banca bajo la sombra de un árbol, y por un momento, ninguno de los dos dijo nada.
Las flores que había traído descansaban entre nosotros, su aroma dulce llenando el aire.
—He estado pensando mucho en esto— comenzó Kaleb, rompiendo el silencio. Su voz era suave, pero había una firmeza en ella que captó mi atención.
—Gabriella, sé que has pasado por mucho, y no puedo imaginar cómo te has sentido. Pero desde el día que te conocí, algo en mí cambió. No solo me importas, Gabriella. Te admiro. Eres fuerte, valiente, y a pesar de todo lo que has vivido, tienes un corazón tan lleno de amor que es imposible no sentirse atraído por él. —
Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y mi corazón corría a toda prisa ¿Acaso está pasando lo que creo que está pasando? Quise responder, pero él levantó una mano, indicándome que aún no había terminado.
—No te digo esto para presionarte ni para pedirte algo que no estás lista para dar, te lo dije hace tiempo y lo repito ahora, me gustas y no solo eso, Bella; yo te quiero y quiero que sepas que estoy aquí. Que quiero, estar a tu lado, en los días buenos y en los malos. No puedo prometer que todo será perfecto, pero puedo prometerte que nunca te haré daño. Y que nunca dejaré de luchar por ti, por ustedes.— tomó mis manos y me miro directo a los ojos, pude ver sinceridad en ellos.
Su sinceridad era abrumadora, las palabras que había dicho rompieron algo dentro de mí, una barrera que había construido para protegerme. Pero también despertaron mi miedo, ese miedo profundo de volver a confiar y ser lastimada.
—Kaleb— dije, con la voz temblorosa. —No sabes cuánto significan tus palabras para mí, pero tengo miedo. Tengo tanto miedo de abrir mi corazón y que todo se derrumbe de nuevo. No sé si podría soportarlo— Él apretó mis manos entre las suyas, su contacto cálido y reconfortante.
—Es normal tener miedo Bella. Y no tienes que enfrentarlo sola, todo lo que quiero es estar contigo, darte el espacio que necesitas y demostrarte que puedes confiar en mí, no hay prisa, no hay expectativas. Solo tú, yo y estos dos chiquitines encontrando el camino juntos— cuando puso su mano en mi vientre las primeras lagrimas cayeron.
Él los quería también a ellos.Sus palabras calaron profundo en mi corazón. Por primera vez en tres meses sentía que no necesitaba ser fuerte todo el tiempo, que estaba bien dejar que alguien más compartiera mi carga.
—Quiero intentarlo— susurré finalmente, mientras las lágrimas caían por mis mejillas.
—Quiero estar contigo, Kaleb porque también te quiero y porque ahora sé que soy libre para estar contigo, pero necesito que tengas paciencia conmigo. — pedí.
Él sonrió, una sonrisa llena de ternura que hizo que mi corazón se derritiera.
—Siempre la tendré, Gabriella. Siempre por que tú lo vales completamente—Él se inclinó lentamente hacia mí, dándome el tiempo de apartarme si así lo deseaba, pero no lo hice porque deseaba infinitamente volver a sentir sus labios sobre los míos.
Cerré los ojos y por fin me beso sus labios se sentían suaves y cálidos, justo como los recordaba.
Fue un beso que selló algo entre nosotros, un nuevo comienzo que ambos sabíamos que estaría lleno de retos, pero también de esperanza.
Pasamos el resto del día juntos porque resulto ser que él y Grace habían planeado todo para que estuviera con el hoy. Caminamos por el parque tomados de la mano, reímos, compartimos historias y nos besamos un par de beses más, por un momento, todo lo demás desapareció.
Cuando finalmente me dejó en la puerta de mi departamento esa noche, supe que había tomado la decisión correcta.No podía llamar amor aun a lo que sentía por él, pero sin duda era algo fuerte que me hacía sonreír y añorarlo cada vez que lo recordaba.
¿Quién más esperaba que por fin estos dos estuvieran juntos?
¿Cuál fue su mommento favorito? El mío fue el de Gabriella hablandole a sus bebes.
En fin.... eso es todo por hoy, nos leemos el martes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top