Capítulo veintitrés
Otis.
Odio los malditos esmóquines.
Ya estaba completamente acostumbrado a vestir trajes, pero para las galas eran necesarios los esmóquines y eso jamás me había gustado.
Lowell me sonríe a modo de consuelo, sabiendo lo que opino de todo esto y entro al salón fingiendo mi mejor sonrisa ante los conocidos. Me acerco a mi padre y unos socios, los saludos y me encamino a la barra de tragos, pidiendo un vaso de lo más fuerte que tengan porque si tengo que quedarme todo el evento y encima parecer un pingüino, seguro que sobrio no lo voy a hacer.
Doy un par de vueltas, saludo un par de personas más y finalmente la veo.
Avalon ya está más integrada a la fiesta, como si fuera parte de la organización y habla con un par de personas que vagamente reconozco, pero sé que debo haber visto un montón de veces en esta clase de lugares. Bebo más de la mitad del contenido de mi vaso y me acerco lentamente a ella, sintiendo como me empiezan a transpirar las palmas de la mano.
Cuando la tomo por la cintura ella se sacude vagamente pero se recompone rápido, ya que se debe esperar de un matrimonio tan conocido como el nuestro que ambos deberíamos saber que nos veríamos aquí.
No es como si hubiese tomado la decisión de último momento tras no tener noticias de Avalon por más de quince días.
Ava me mira sobre su hombro y me da un fugaz beso en la barbilla antes de seguir hablando como si nada. Yo me quedo allí, estático, tomándola por la cintura.
Nos felicitan un par de veces por la buena dupla que somos y ambos nos deshacemos en agradecimientos antes de callarnos y seguirnos moviendo en unísono. Ella no me habla, seguramente molesta por haberme metido en su territorio y yo no sé qué puedo decirle a alguien que cada vez que le dirijo la palabra me termina gritando.
-Señora Woodstein- la saluda alguien y ella se tensa, yo lo miro. Es un hombre mayor que no reconozco, pero es obvio que ella sí. A diferencia de cuando conocimos a Taylor, su expresión parece querer desdibujarse cada segundo mientras que él aprecia a mi esposa como si fuera un caramelo pronto a ser devorado- ¿Me permite esta pieza?
Suena música clásica, por lo que Ava analiza unos segundos los riesgos y finalmente asiente, provocando que yo la suelte enseguida porque si he aprendido algo es no detenerla nunca.
Se me acercan un par de personas a hablarme pero yo no los escucho, porque observo cada uno de los gestos de Ava por el otro lado del salón y cuando noto que está verdaderamente incómoda por algo que ese hombre le está diciendo (demasiado cerca del rostro), me disculpo y salgo en su búsqueda.
-Señor- le detengo y él se vuelve a mirarme. Ava tiene los ojos cristalizados y me sorprende ser capaz de notarlo, porque ella siempre tiene una perfecta máscara para todo. Voy a matarlo aquí mismo- Saque las manos de mi esposa o se las voy a romper.
Él retrocede enseguida ante mi tono abrupto y yo tomo a Avalon entre mis brazos, dándole un beso en los labios para que nadie note que tiene los ojos llenos de lágrimas. Ella se aparta luego de un rato y me sonríe, provocando que nos deslicemos hacía un costado.
-Gracias- me dice en un susurro. Tiene la voz casi desgarrada y la furia comienza a lamerme la nuca.
-¿Quién es ese?
-No vale la pena- niega, pero tras ver que no voy a detenerme hasta saber, suspira y vuelve a hablar- Es un idiota que me sacó unas fotos subidas de tono cuando era una niña creyendome modelo. Cada tanto aparece para decirme que quiere renovar las cintas
-Ah- respiro una, dos, tres veces- Lo mataré.
-No- niega, tomándome de los codos para atraerme de vuelta a ella. Yo vuelvo a respirar con normalidad cuando estoy bajo su tacto- Tiene muchas conexiones en el medio. Algún momento voy a enfrentarlo, pero no ahora.
-Es la primera persona que veo que te hace llorar, Avalon.
-Ya lo sé- asiente, algo cohibida porque haya sido capaz de notarlo- Es que me enoja no haberme dado cuenta en ese momento, fui muy idiota.
-No sabías- le consuelo y la abrazo sin poder contenerme. Ella me deja y la apreto un poco más. Su perfume llega hasta mí y me siento embriagado- Cuando te pase algo así, no dudes en decirme.
Ava alza la cabeza y me mira. Sé lo que quiere decirme con su expresión, ¿cómo puedo consolarla si apenas hablamos? Pero quiero que sepa que me tiene aquí siempre que me precise. Uno nuestros labios en un casto beso y ella me aprieta, indicandome que puedo profundizar el beso y lo hago sin dudar.
Nos besamos por lo que parecen horas y cuando logro apartarme, casi a regañadientes, ella tira de mí sacándonos de la gala por la parte trasera del lugar. Jackson está allí enseguida, me mira con una sonrisa y tropiezo dentro de su coche.
No pienso mucho, porque no hay demasiado que pensar cuando Avalon se arrodilla ante mí y me baja los pantalones. Me aferró al asiento mientras ella hunde su boca en mí parte más sensible y cuando la tomó por la cabeza para poder guiarla como quiero porque me va a matar si sigue su propio ritmo, ella larga una carcajada y se levanta, sentándose de un salto a horcajadas encima de mí. Entro dentro de ella casi enseguida y Ava me monta como si estuviera hecha para eso.
Intento no hacer mucho ruido porque Jackson está manejando y aunque sé que el vidrio que nos separa es antirruido, estoy seguro de que no hay cosa más incómoda que ir manejando mientras dos personas atrás están haciendo cualquier cosa menos que hablar.
Calló a Avalon con un beso cuando comienza a gemir más alto y mis manos van directamente a su cadera, ayudando a terminar sus movimientos porque maldita sea, en esta ocasión tiene que haber algo más que mi voluntad para separarme de ella porque no puedo seguir evitándola bajo ningún término, menos si me besa el cuello y susurra cosas obscenas en mi oído mientras se sigue moviendo encima de mí.
Entonces Jackson frena y doy un vistazo rápido hacia fuera: estamos en la entrada del edificio de Erin.
Se me paraliza el cuerpo.
Miro a Avalon. Detrás de su expresión ardiente, me esconde la inteligencia de demostrarme que sabe perfectamente que estoy viviendo con Erin y no me ha dicho nada en todo este tiempo. No me ha dado señales pero sí me ha dejado entrar en ella como si no importase lo que sucede detrás de los cristales del vehículo.
Conmocionado, la saco de encima de mí y salgo, siendo azotado por una fresca rafaga de otoño y entro, poniendo distancia entre los dos porque esto no puede estar más jodido aún y parece que cada vez sí, efectivamente, lo está.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top