Capítulo ocho

Otis.

Tras una semana sin poder hablarle, siento la mirada de Erin atravesando las paredes de vidrio de la oficina desde su oficina frente a la mía. Y yo solo puedo hundirme en mi silla, intentando desaparecer dentro para así no tener que enfrentarla.

Me había costado aceptar que Avalon tenía razón y yo estaba dando por sentado muchas cosas respecto a mi verdadera relación, sobre todo el hecho de que mi padre sabía lo que estaba sucediendo. Por lo que luego de analizarlo, mucho, había optado por fingir en los últimos días ser un buen prometido y atento con Ava, provocando que creciera la distancia con Erin.

Había querido explicarle a mi novia todo lo que teníamos en juego en este momento, sobre todo con la boda pronta para celebrarse en menos de un mes, pero sabía que ella no querría escuchar razones y en su cabeza algo más estaba incubandose.

Yo tampoco sabía cómo explicarle que todo estaba igual que antes, solo teníamos que tomar distancia para luego retomar nuestra vida normal de siempre... Pero ella sabría que le estaba mintiendo con solo mirarme.

Algo había cambiado y no estaba seguro de qué.


Unos días después, no pasa mucho tiempo antes de que Erin se presente en mi oficina con la excusa de traerme unos papeles. Tiene presente tanto como yo que hoy mi padre tendrá reuniones del otro lado de la ciudad, por lo que avanza hacía mí con una seguridad propia de ella antes de discutir.

Evelyn la deja pasar como siempre sin siquiera darme tiempo para prepararme y me arrepiento de haberle dado esa orden mucho tiempo atrás.

Se sienta estratégicamente delante de mis ojos, acaparando toda mi visual y luego, comienza a hablar entre dientes.

-Si vas a dejarme, solo dímelo ahora- me espeta sin más, aunque sé que por su expresión está haciendo fuerza para no llorar.

Me contengo de no estirarme sobre la mesa y tomarle la mano, pero la gente nos mira cuando estamos solos. Hemos sido precavidos siempre, pero supongo que algo emitimos porque las personas voltean a vernos cada vez que estamos cerca uno del otro.

-No te voy a dejar, Erin- le digo, sonriendo con delicadeza- Sabes que yo te quiero.

Ella hace un gesto adusto, sé que esperaba otra expresión de cariño pero es la que tengo para darle.

-No me has llamado desde hace diez días. Solo nos hemos visto aquí.

-He estado muy ocupado.

-Recuerda que tengo acceso a tú agenda, Otis.

Ambos nos miramos de hito a hito, no me gusta el tinte de la conversación y se lo hago saber sin levantar la voz.

-En este momento estoy ocupado, señorita Smith- no estoy pronto para que me haga un reproche- Puede volver más tarde.

Ella se levanta de su lugar como si tuviera un resorte y luego, por el resto de la tarde, me llena la casilla de correo con informes que perfectamente puede resolver por su cuenta, pero entiendo que esa es su venganza de momento.


***_***


Llego a casa con una migraña atroz, pronto para irme a la cama cuando me golpea el olor a comida casera y me quedo de pie en la entrada del penthouse, moviéndome por inercia hacía la cocina donde me encuentro a Avalon cocinando vestida con un conjunto deportivo mientras canta a gritos una canción de Abba que pocas veces escuche en mi vida.

Sin poder creer lo que estoy viendo, me largo a reír provocando que grite en respuesta.

-¡Woodstein!- Avalon se acerca a golpearme y yo le atajo el golpe antes de que llegue a mí. Ella larga una carcajada y vuelve a concentrarse en lo que estaba haciendo antes de que yo llegara. Se desenvuelve en la cocina como si realmente hubiese estado viviendo aquí toda la vida y yo me percato de que la sigo con la mirada sin poder evitarlo. Ella, por suerte, no lo nota- Estoy haciendo risotto con trufas, sé que no te gusta innovar mucho pero realmente precisaba cocinar algo.

Descorcho un vino y le sirvo una copa mientras tomo asiento del otro lado de la barra, aún siguiéndola con la mirada. Ella me agradece el gesto de convidar con la bebida con un asentimiento de cabeza antes de seguir controlando el contenido de la olla.

Unos minutos después me comienza a contar que su brote repentino de alegría se debe a que posiblemente vaya a abrir una sucursal de su boutique en un punto que venía controlado hacía ya bastante tiempo y no puedo evitar sentirme realmente orgulloso de ella. Avalon es el claro ejemplo de persona trabajadora por sus sueños y merece tener algunas victorias.

Teniendola tan cerca en las últimas semanas, había logrado que notase un montón de virtudes que antes no tenía a simple vista.

De repente, soy capaz de percatarme del momento íntimo y natural que estamos viviendo cuando aún hay cosas que no conocemos del otro. Pero es innegable notar que Ava se mueve por la cocina con sencillez, me completa cada una de las frases que empiezo y se ríe de mis bromas como si...

-Espero no estar interrumpiendo- siento la voz mordaz de Erin a mi espalda y ambos giramos a verla con la misma expresión de sorpresa. De haber podido ser consciente sobre la hora de llegar a casa, hubiese conectado el hecho de que obviamente ella iba a venir a encontrarme aquí.

-Claro que no- Avalon bordea la mesada, toma sus cosas para dejarlas en el sofá antes de entrelazar su brazo con ella y traerla con nosotros. Es un gesto tan fraternal de su parte que me siento algo incomodo- Espero que te guste el risotto.

Tras unos minutos en silencio, Erin finalmente asiente y Avalon le agradece bajar la guardia alcanzandole una copa de vino.

Pronto me siento un espectador de una extraña película mientras las veo a las dos moviéndose sincronizadamente en la cocina. Ponen la mesa allí, aunque Avalon decide comer de pie a un costado de nosotros, como si fuese ella quien nos está acompañando.

-Se está haciendo tarde...- quiero que Erin comience a hablarme de una vez, porque sé que de lo contrario estaremos discutiendo hasta entrada la madrugada. Ella me mira y luego mira a Avalon, quien finge estar buscando una trufa dentro de su plato- Sé que viniste porque no terminamos bien en la oficina, pero sabes que no me gusta que me embosquen- le espeto y ella me mira fijo nuevamente- Mucho menos en horario de trabajo.

-No fue muy profesional de mi parte, debo admitirlo- Erin se limpia la boca con una servilleta y gira su torso hacía mí. Estamos frente a frente- Pero quiero algunas explicaciones, Otis.

La tensión entre ambos se corta cuando sentimos el ruido de los platos siendo apilados. Avalon finge no haber querido cortar el momento y comienza a juntar todo el desorden rápidamente.

-Podemos hablar en mi oficina- cedo, entendiendo que Ava no tiene que presenciar esto.

-Erin...- Ava finalmente voltea a vernos y yo me quedo en silencio, expectante- Quiero que sepas que Otis no tiene la culpa en este repentino cambio de hábitos. Yo he sido la que se lo ha pedido. Mi padre está muy pendiente de nosotros, la boda es pronto y tenemos muchas cosas en juego. Lamento que hayas sido afectada, pero serán solo unas semanas más y luego te prometo que todo volverá a la normalidad.

Me doy cuenta que contengo el aire mientras la observo hablar.

Erin finalmente suspira y asiente.

-Perdón a ambos- sus ojos se cristalizan y por primera vez en la noche, soy consciente de que quiero abrazarla para contenerla. Me permito hacerlo y ella me envuelve entre sus brazos. Ava nos mira, atenta- Para mí todo ha sido muy brusco y hay veces que...

-Otis también ha sido un idiota, tienes que decirlo- ella nos mira, aún atenta, la sonrisa no sube a sus ojos y algo dentro de mí se retuerce. "Suelta a Erin, ahora"- Cosas de hombres.

Erin enseguida se ríe y el mal momento entre los tres finalmente cambia.

Avalon se despide con una sonrisa en el rostro y se marcha, dejándome sentado en la cocina con Erin en brazos sin saber muy bien cómo seguir. Me siento tranquilo, esperanzado de que todo esto puede ir bien pero a su vez agitado, como si algo malo estuviera pronto para saltarnos en la cara a los tres.

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