Capitulo diez

Avalon.

Cuando el lunes llega, agradezco poder volver a mí vida normal alejada del departamento de Florence, al que titule "la morada del ebrio bochorno". Mientras voy en el auto me río de mí misma y sé que aunque me mienta muchísimo en mí fuero interno, tampoco le puedo echar la culpa al alcohol por mis repentinas ganas de demostrar algo con Otis, porque no había llegado a beber tanto como para tener los sentidos adormilados.

Durante algunas semanas había conseguido verlo como lo que originalmente era: una herramienta para catapultarme al lugar que merecía en comparación con mis hermanas. Pero ahora sentía que algunos límites se habían desdibujado y sinceramente no sabía cómo enfrentarlo.

En el último tiempo había comenzado a verlo por lo que en realidad era: un hombre apuesto. Su cabello dorado, sus ojos color caramelo y su porte en la altura lo hacía el indicado para todo lo que una persona miraría para elegir candidato.

En mi cabeza había meditado mucho cómo sería reencontrarme con él, pero lo más prudente que había podido reaccionar a hacer era haberme ido a la casa de Florence para poner distancia. Y paños fríos, sobre todo paños fríos, porque algo en mí me decía que sí me volvía a tocar de la manera que lo había hecho en la discoteca de Darrell no iba a reconocerme a mí misma.

Y luego, claro, estaba el hecho de que Erin me caía bien.

Erin Smith era una chica amable y entendía muy bien su lugar en toda esta cuestión, por lo que solamente me atormentaba ella en todo esto. Había estado tan cerca de encontrarnos con Otis en una posición comprometedora, y si no hubiese sido por Florence, seguramente seguiría perturbada en medio del reservado sin saber exactamente qué decir.

Porque aún no sabía exactamente qué decir.

Los amigos de Otis habían sido extremadamente amables todo el tiempo conmigo y podía notar su incomodidad por mí allí, solo había querido ser agradable con ellos y de repente me había visto envuelta en una puja de miradas lascivas entre Otis y Cole, que ni siquiera sabía que existía.

Cuando me había acercado a él tras resbalar, solo deseaba dejar en claro (como si fuese realmente su prometida) que allí no existía nadie más para mí y unos minutos después estaba segura de que sería capaz de encerrarme en el baño de la discoteca a seguir con todo lo que mi cuerpo pedía.


Me golpeo mentalmente un montón de veces y pongo mi mejor expresión profesional cuando llego al piso de la corporación Woodstein y soy recibida por un grupo de personas que esperaban mi llegada.

Por arriba de un par de cabezas noto que Otis no está allí y lo agradezco. Saludo a un par de socios y cuando soy capaz de darme cuenta, tengo a Erin parada delante de mí extendiéndome un café de bienvenida.

Está sonriendo tirante y sé que le debe provocar muy poca gracia que esté allí, pero preciso saber si Otis le ha dicho algo de lo sucedido el viernes porque no seré capaz de estar en una habitación con ella si temo a que me arranque los ojos con un clip.

-Señora Woodstein- me llaman a mis espaldas y ambas volteamos. Yo completamente sorprendida porque alguien se dirija a mí como señora y Erin saboreando el título que se le escapa de las manos- La estamos esperando en la sala de juntas, el señor Otis Woodstein nos indico que pusiéramos todo a su disposición.

-No estamos casados aún- le contesto automáticamente y Erin endurece su expresión a mí lado.

-Por lo que tengo entendido, hasta al menos dos semanas.

La fecha nos golpea a ambas, porque si a mí me toma desprevenida por completo, a ella también debe de haberle impactado.

Caminamos por el pasillo hasta la sala de juntas, en la misma donde quedó marcado mi próximo futuro y soy recibida por un montón de aduladores de mi suegro antes de comenzar una reunión sobre las próximas inversiones que haremos en sociedad.

La reunión se extiende más allá de la mañana y Evelyn suelta delante de mí un vaso de limonada con frutos rojos, dejándome en claro que ese gesto es algo mandando por Otis y comprendo por la expresión de Erin que ella sabe que algo ha pasado pero no tiene en claro qué, porque de lo contrario él estaría aquí con ambas y no escabulléndose como el cobarde que es, escondiéndose detrás de Eve.

-Señora Woodstein...- comienzan a llamarme nuevamente.

-Es señorita Van Clarke- Erin lo corta abruptamente mientras termina de juntar unas carpetas y se hace un enorme silencio entre todos nosotros. Yo la observo fijamente- Ha dejado en claro que aún no se han casado.

-De todos modos yo no adoptaré el apellido Woodstein- intento mediar, algo molesta por su grosera interrupción- Otis no me lo ha pedido y prefiero seguir trabajando con mi apellido.

-Muy sabía decisión- me dice uno de los inversores, el más simpático de ellos y que no está mirando a Erin como si tuviera dos cabezas- Igual el potencial de sus dos apellidos es una herramienta que debería utilizar.

-Bueno- le sonrió- Otis siempre puede cambiarse el apellido a Van Clarke.

Todos se ríen y el mal momento pasa hasta que finalmente la junta finaliza y me retraso unos segundos para poder terminar de adjuntar los documentos que preciso llevarle a mi padre.

-Lo has hecho a propósito, ¿verdad?

La voz gélida de Erin me toma por sorpresa y levanto la vista para poder mirarla.

-¿Qué se supone que hice a propósito?- siseó, controlándome para no mandarla a volar por haberme tomado con la guardia baja.

-Traerme a esta junta- me responde, como si fuese lo más obvio del mundo- Te has reunido con todos los amigos más cercanos del señor Lowell y todos han dejado en claro lo excelente nuera que serás. Me lo has refregado en la cara.

-No preciso refregarte nada en la cara, Erin- me pongo a la defensiva enseguida, porque de repente la lástima que sentía por ella esta mañana se ha ido por completo- Yo seré la nuera de Lowell Woodstein, la esposa de Otis y tendrá que gustarte verme aquí, porque es lo que sucede en todo tipo de fusiones.

-Sabes muy bien que no te casaras con él porque Otis quiera, será obligado.

Así que después de todo, y finalmente, Erin revela lo que estaba esperando luego de escucharla gemir alto en la cabaña y soportar sus miradas gélidas los primeros días de nuestro compromiso.

-Pero seré su esposa de todos modos. Conseguí un trato más interesante de lo que tú has conseguido. Y me ha llevado menos tiempo.

Ella me mira absorta durante unos segundos en los que tarda en meditar que mi dulzura también se ha caído en conjunto con su máscara y luego, cuando es notorio que ambas estamos en la misma página de la discusión, da un paso hacía mí y yo me apronto para caer sobre la mesa y posiblemente romperme una uña... Pero Otis entra rápido en la sala y ambas volteamos a verlo.

Evelyn no está, por lo que no dudo que haya ido en su búsqueda.

Él rodea la mesa y apaga el intercomunicador, provocando que lo mire.

-No ibas a tener una reunión sin que yo estuviera al menos presente a la distancia- me advierte y luego se coloca en medio de ambas. Medita, puedo verlo en sus ojos, y finalmente se pone dándome las espaldas, protegiéndome de Erin. Yo me quedo más sorprendida que antes, de ser posible- ¿Acaso has perdido la cabeza? Una cosa es que me reprendas a mí y lo entiendo, pero otra cosa completamente es que te metas en asuntos de la oficina. Has ido muy lejos.

-¿Yo he ido muy lejos?- la voz de Erin se vuelve una octava más aguda y quiero salir de detrás de Otis para poder verla directamente a la cara, pero él me tiene controlada con una mano en su costado. Me pregunto en qué momento me ha comenzado a agarrar sin que yo me de cuenta- Ella se ha paseado por aquí diciendome que es tu futura esposa.

-Es mi futura esposa- le advierte de manera dura- Lo sabes muy bien y estabas de acuerdo con eso.

-Algo ha cambiado.

Entonces la tensión que se crea entre los tres se puede perfectamente palpar, porque ella tiene razón. Algo ha cambiado con Otis, y aquí mismo me percato de que entre ellos también las cosas son diferentes.

Erin no espera una respuesta y sale de la sala, dejándonos en silencio a ambos un par de minutos hasta que finalmente Otis suspira y voltea a verme.

-Perdón por todo- le digo, sintiéndome culpable.

Él niega, aún incapaz de hablar tras haber escuchado la tonta discusión de apellidos y me sujeta por el codo, de manera afectuosa.

-Perdóname tú a mí. Le tuve que haber pedido a otra persona que te acompañara de esa sección y no a Erin. Ella se ha dado cuenta de que las cosas han cambiado entre nosotros desde el fin de semana...- me mira, provocando que contenga un poco la respiración- Y que no hayas vuelto a casa sin explicación, ha dejado en claro algunas cosas.

"A casa".

Nos miramos un par de segundos más, donde siento completamente el tacto de su piel en la parte interna de mi codo. Cuando me percato de que posiblemente no reaccione como es de esperarse (al menos por una parte coherente de mí), doy un paso hacía atrás y ambos salimos de la burbuja a la que hemos sido introducidos.

-Sabíamos que iba a ser complicado, espera a que pasemos por el altar.

Me río, casi por obligación.

Pero él no lo hace.

No se ríe tampoco en todo el camino al penthouse.

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