Capítulo cuatro
Avalon.
Cuando papá me cuenta que debo asistir a una reunión en la empresa de los Woodstein para que nos comiencen a vincular a Otis y a mí, no me parece mal... hasta que me cuenta que es en medio del bosque, una vez que ya me metí en el auto.
Por más que intenté chantajear a Jackson, mi chofer, termino llegando a un camping donde el logo de la empresa de mi prometido está en banderas por todos lados.
"Vaya, es un campamento espiritual de secundaria".
Me subo los lentes e intento caminar en línea recta con las malditas botas y llego al centro de todo en medio de la emoción de los campistas. Los miembros del personal Woodstein celebran cada cosa que el guía nos dice y yo estoy esperando que todas las actividades que acaba de mencionar no sean obligatorias.
Tras pasar un rato pensando qué tan lejos está la ciudad si me quiero ir caminando, siento una risa a mis espaldas y volteo para encontrarme a Otis de lo más divertido.
-No puedo creer que hayas venido vestida con un pantalón de cuero- me dice limpiándose lágrimas imaginarias, obviamente él lleva un chándal y una sudadera deportiva. Luce demasiado atractivo para ser real- Eres una verdadera imagen campista.
-Ja ja- me burló y le pegó un puñetazo en el hombro. Él ni siquiera retrocede ante el dolor de mi golpe- No sabía que literalmente esto era aquí.
-Es un campamento de integración para el personal- me explica, utilizando el mismo tono que seguro usé con él el día que tomamos un café la semana pasada- ¿Dónde quieres que lo hagamos? ¿En un spa?
-Me vendría muy bien- le espetó y ambos reímos unos segundos- Esto será por completo una buena idea- me burlo, algo demasiado irónica.
Él me da un último vistazo que me hace poner algo nerviosa, hasta que nos interrumpen.
-Señores- el guía de hace unos minutos se acerca hacia nosotros y ambos le sonreímos- Les doy la llave de la habitación, la hemos dejado lo más cómoda posible para ustedes.
-¿Habitación?- pregunta Otis y siento el pánico en su voz. Estoy segura de haber visto a su novia entre las personas y lo comprendo.
El guía nos mira.
Yo tomo la llave sin titubear más.
-Gracias- le digo- Es medio tímido.
***_***
La enorme cama nos mira a los dos acusadoramente en medio de la habitación y siento una sonrisa tirante en mi rostro. Son dos noches, para mí no sería un verdadero problema pero seguro que para la joven rubia que nos veía entrar a esta cabaña con cara de pocos amigos, sí.
-Escucha- le llamo y él me mira, sus ojos caramelos brillan con la luz de la habitación- Podemos hacer lo siguiente: tú y Erin duermen en la cama grande, siempre y cuando, ella se meta por la ventana del baño para que nadie la vea y yo dormiré en el sillón, siempre y cuando, no ronques.
Otis me sigue mirando sin siquiera parpadear y entonces se larga a reír sin parar.
-Realmente se te ocurre todo, ¿eh?
-Me gano la vida así- le recuerdo.
***_***
¿Siendo sincera? Erin me cae bien... cuando no es una completa arpía.
Ella queda complacida con nuestro acuerdo y al parecer ambos quedan complacidos de pasar la noche juntos, o al menos eso me deja entender el ruido roto que hace la cama cerca de la una de la mañana.
Agotada por haber jugado un par de tonterías de integración de grupo no fui muy interactiva con la pareja cuando estuvimos los tres en la misma habitación y me dormí enseguida puse la cabeza en la incómoda almohada que me tocó.
Eso no quería decir que era sorda.
Harta del traqueteo, buscó los auriculares y prendo mi tableta para dejar armados unos encargos de la marca hasta que el amanecer llega. Conociendo perfectamente que debo estar presente en todas las actividades de la tarde que se viene, duermo un rato más y me despierto cerca de la diez de la mañana cuando ya todo está en silencio aquí dentro.
La pareja por suerte se fue de la habitación.
Controlo algunos correos de la empresa y cerrando la puerta de entrada con la llave, me sacó el pijama y camino directamente al baño para darme una ducha para poder descansar los músculos agarrotados de la espalda.
Cuando abro la puerta y entro al baño soy demasiado lenta para darme cuenta que Otis está allí parado lavándose los dientes y ambos gritamos.
Le quito la toalla de la cintura y me tapo con ella, ya que él tiene una sola cosa que tapar y yo varias.
Él me habla furioso. En ese momento me doy cuenta que no lo escucho porque los auriculares no se han movido de su lugar y sigo escuchando la música en bucle desde la madrugada.
-¡Perdón!- me disculpo, quitándome los dispositivos de los oídos torpemente y él agarra otra toalla para taparse. "Igual lo que había que ver ya está visto" .- Pensé que habías ya salido y con los auris no te sentí. Dime por favor que Erin no está en el dormitorio.
-No- niega, controlando la respiración- Yo me dormí pero ella siempre se despierta cuando amanece- me explica- Has entrado desnuda- puntualiza luego de varios segundos en silencio.
-Cielo- le digo, arqueando una ceja en su dirección- Que hayas visto muchas chicas desnudas anoche fue el que nos trajo a este problema ahora.
A él le toma varios segundos darse cuenta de lo que quiero decirle y cuando lo hace, se sonroja un poco.
-Perdona.
-Tranquilo- me quejo- Si gritaba un poco más alto, iba a suponer que me estaban invitando.
Tras decirlo, me dan ganas de golpearme a mí misma.
Su mirada cambia y luego me sonríe.
Ambos nos miramos en posición de jaque varios segundos más y tras entender sin palabras que era él quien sobraba, sale del baño dándome una buena vista de su trasero y le chiflo, provocando su carcajada de su parte.
Vaya hombre.
Con razón Erin gritaba de noche.
Además de que obvio, lo hacía para marcar territorio.
Algo que yo perfectamente puedo ignorar...
El resto de la tarde, Otis y yo cumplimos un par de compromisos como elegir el equipo campeón del fin de semana y fingimos ser tan íntimos como para irnos solos a caminar al lago cuando la realidad era que los dos tomábamos cada uno de ese tiempo "juntos" para estar solos.
Verlo desnudo había despertado algo medio primitivo en mi interior, pero no era momento de desarrollar aquella idea en medio de un campamento.
Campamento dónde era obvio que nos estaban poniendo a prueba a los tres.
En la cena del domingo, tras volver, y ver a nuestros padres complacidos con nuestras historias del fin de semana, Otis y yo entendimos casi al mismo tiempo que en el tablero existían más fichas de las que imaginábamos.
Holi, buenas noches!!
Espero que estén bien
Aquí subo una nueva actualización
Nos leemos?
Agus
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