El camino del agua no tiene no principio ni final. El mar está a tu alrededor y en tu interior, el mar es tu hogar antes de tu nacimiento y después de tu muerte. Nuestros corazones laten en la matriz del mundo. Nuestra respiración arde en la sombra de la oscuridad. El mar da y el mar quita. El agua conecta todas las cosas, la vida y la muerte, la oscuridad y la luz. El mar es igual de hermoso que de peligroso, es el lugar que nos ve nacer y el lugar donde nos reuníamos con Eywa.
Muchos miembros del clan dicen que yo había sido bendecida por Eywa en mi nacimiento y que mi cabello era demostración de esto, era de color blanco, que me hacía resaltar del resto de miembros del clan. Nací cinco minutos antes que mi melliza Tsireya, haciéndome la primogénita del clan Metkayina, mi puesto serio el del Olo'eyktan hasta que encontrara mi pareja ahí pasaría a hacer la Tsahìk. En mi cabeza traía la corona del clan y junto con eso la responsabilidad de mantener todos a salvo.
Nuestra conexión con el mar es fuerte, pero para mí era diferente. Lo sentía, sentía cada criatura, cada planta, cada coral y cada respiro que hacía el mar, sentía que me hablaba en una lengua que yo no podía entender dándome diferentes tipos de mensajes. Mis hermanos lo sabían porque cada que salíamos a nadar los peces me seguían. Podía estar todo el día en dentro del mar, pero lamentablemente cada año que crecía, el tiempo en la mar disminuía.
Cada año se fue sumando diferentes tipos de responsabilidades, clases con mi madre de cómo ser Tsahìk, clases con mi padre de cómo ser una buena líder, ir a cazar, perfeccionar mis técnicas, perfeccionar mis decisiones, ayudar en la pesca, ayudar a la gente del pueblo, ir a la recoleta de fruta. Tenía que ser perfecta, aunque era un peso muy grande y estricto prefería cargarlo yo que pasárselo a mi hermana, Tsireya ella es un espíritu libre y sé que ser la gran Olo'eyktan no era de su agrado, lo único que tiene que hacer es tomar el papel de Tsahìk si es que mi madre falta en algún momento mientras yo esté al mando del clan.
Mis padres son estrictos y de vez en cuando se pasan un poco, pero de igual manera demostraban lo importante que éramos para ellos. Las reglas básicas de ser un líder son pensar en los demás y luego en ti, ante todo el bienestar del pueblo y no importa lo roto que estés sal adelante por tu pueblo. El poco tiempo libre que me quedaba lo usaba para dormir y comer, el resto del día me la pasaba ayudando, con mi madre o con mi padre, pasaba poco tiempo con mis hermanos, pero es lo que me toca, cualquier error de mis hermanos, cualquier error que pasaba durante alguna de las cazas a la que asistía era mi culpa. Cualquier error es mi culpa porque al ser una líder tengo que saber las distintas posibilidades que pueden pasar y tengo que estar preparada para actuar, tengo que ser precavida, tengo que ser amable, aunque algunos me traten como la rara del pueblo, todos los adultos me respetan, pero algunos Na'vi de la edad de mi hermano se pasaban un poco conmigo y mi hermano a veces me defendía, solo a veces.
Muchos pensaban que solo por ser la primera hija del jefe se me facilitaban muchas cosas y en cierto modo es verdad, pero no sabían la carga que era realmente serlo, el hecho de que se me facilitaran ciertas cosas no hacía que mi vida fuera sencilla. Ellos para nada sabían el estrés con el yo cargaba diario, sé qué hay más Na'vi que cargaban con más estrés que yo y que lo mío al lado de ellos es mínimo.
Yo era la que tenía que mantener a mis hermanos juntos y eso que era mayor por minutos. Yo soy la que tiene que ser fuerte por ellos, yo soy la que los tengo que proteger, aunque sabía que son capaces de defenderse solos, de ciertas cosas. Yo debo ser fuerte por mis hermanos. Yo debo ser el ejemplo a seguir y no solo para mis hermanos sino para el pueblo entero.
Yo sabía que era diferente, mi cabello blanco y pecas blancas acompañaban mi cuerpo, mi ropa también era blanca, ya que madre decía que tenía que honrar a Eywa en todo momento.
Era igual a Tsireya, lo único que nos hacía diferenciar era que mi cabello era blanco, más largo y no tan ondulado o crespo como el de ella el mío era prácticamente lacio y lo acompañaba unas pocas ondas y me llegaba más debajo de la cola, mis ojos que eran aún más claros que los de ella, a mí me acompaña un pequeño tatuaje en tinta blanca que rodea mi muñeca.
Hay semanas donde padre tiene que ir al resto de aldeas de los arrecifes a visitarlas, yo tengo que acompañarlo a cada una de ellas, sabía que él lo hacía para hacerme conocer más Na'vi de mi edad, a mi no me interesaban ellos, ya que la gran mayoría de ellos me ven como la bendecida de Eywa. Esas visitas podían durar una semana hasta dos, donde no podía ver a mis hermanos.
Todos los días son una rutina que tengo que seguir de pies a cabeza, hacer lo que digan mis padres, a la hora que digan mis padres, como lo digan mis padres. Siempre ha sido así, solo espero que llegue algo y cambie esta monotonía. Mi vida era vacía y rota, algo me faltaba, esa emoción que sentía con los meses fue desapareciendo. Por momentos deseaba tener una vida diferente, solo por un rato saber que se siente no tener mil ojos observando cada una de mis acciones, saber que se siente no tener responsabilidades, saber que se siente enamorarse...
Mis hermanos notaban como poco a poco habían dejado de entrar al mar y como empezaba a descuidarme. Ellos se preocupaban por mí, uno más que el otro. Acabábamos de llegar de una de las aldeas vecinas, madre junto a mis dos hermanos y medio nos esperaban en nuestra casa con la cena. Padre entró y besó a madre mientras yo me acercaba a abrazar a mi melliza.
— Te extrañé tsmuke. —Tsireya se lanzó a mis brazos.
— Yo más tsmuke. —la abrasé y ella me envolvió en sus brazos.
Luego se apartó un poco sintiendo mi cansancio. Era algo que habíamos notado de pequeñas, ella podía sentir lo que yo siento y yo podía sentir lo que ella sentía, pero no era todo el tiempo, solo es con emociones demasiado fuertes.
— ¿Estás bien? —pregunto preocupada, yo solo asentí intentando tranquilizarla.
Ella solo me mira sin creerme ni una de mis palabras.
— ¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó madre pasándole el plato de comida a padre y luego se acercó a mí.
— Tranquilo como siempre querida. —padre se sentó en el suelo para comer.
Madre se acercó a mí besando mi coronilla en forma de saludo, ofreciéndome un plato.
— No tengo hambre madre, gracias, pero me iré a acostar. —me di vuelta para ir a la zona de descanso, pero la voz de padre me detuvo.
— Tsycoral —advirtió serio haciéndome parar en seco— Tienes que comer, recíbele el plato a tu madre y te sientas a comer. Ahora.
No podía llevarle la contraria, así que le recibí el plato de comida y me senté al lado de Ao'nung quien solo observaba callado.
— Estás más delgada —comento mi madre— ¿Te has estado alimentando bien Coral?
Todos me observaron.
— Sí.
Mis padres intercambiaron miradas.
— Que te hemos dicho de mentir —regaño mi Padre.
— Que está mal —respondí.
Tsireya me observo para que me callara.
— Entonces ¿Por qué lo haces? —pregunto seriamente mientras me miraba fijo.
Tsireya se acercó a mi madre y le susurro algo.
— Tonowari —lo llamo ella y el volteo de inmediato para verla— Vamos a dejarla descansar unos días.
— ¿Unos días?
Tsireya solo me miraba con una sonrisa y yo no entendía nada.
— Mírala está delgada, con ojeras y pálida.
Padre me miró y yo solo me encogí de hombros, hablaban de mí como si yo no estuviera aquí.
— Está bien solo unos días —padre no iba a contradecir a mamá porque le tiene miedo, en realidad todos le tenemos miedo.
Nuestros padres se fueron a su área de descanso dejándonos a los tres solos.
— No puedo creer que lo hayas logrado —felicito Ao'nung.
Los miré sin entender.
— ¿Qué?
— Tu copia lleva intentando que te den vacaciones desde que te fuiste —agregó él. — Te las mereces, pareces esqueleto andante.
Mi hermana había logrado que me dieran un descanso, al fin podía ir al mar a simplemente bucear con mis hermanos, buscar conchas con mi hermana o cantar con ella por la playa y también podría ir al árbol madre. ¿Cómo habrá convencido a nuestra madre? Quien sabe supongo que Eywa está de mi lado. Podría buscar a mi Tulkun. Gracias Ewya hace años no tenía un día libre.
— También te extrañe Tsmukan —pase mi brazo por su cuello. — Ahora —aprete mi agarre alrededor de su cuello ahogándolo por unos segundos— Vuélveme a decir esqueleto y te lanzo a los tiburones.
El solo golpeo mi brazo para que lo soltara mientras Tsireya soltaba una carcajada. Deje el plato donde correspondía y junto a mis hermanos nos fuimos a acostar para descansar. Tsireya solo repetía que quería ir a nadar conmigo e invito a Ao'nung, pero el dijo que ya tenía planes con Rotxo.
Yo pensé que iba a poder descansar.
Qué ilusa.
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