Una situación incómoda
Las circunstancias que llevaron a Alexis a aquella situación habían sido normales: un trabajo en equipo.
Convenientemente la maestra los había puesto juntos, pero ¿por qué demonios tenía que ser en su departamento?
Le estaba siendo un poco incómoda la situación de estar con ambos y por encima de todo... Tendría que mostrarles el lugar donde vivía, seguramente Teo y Raúl estaban acostumbrados a vidas lujosas.
No le sorprendió para nada la expresión de ambos cuando vieron su departamento. Solo había un sillón en la sala, un pequeño refrigerador para lo indispensable y pocos trastes para la comida.
Su cuarto solo contaba con una cama, había un par de pósters de sus grupos favoritos y su ropa.
— ¿Ni siquiera... Tienes televisión? – preguntó Raúl con curiosidad.
— No, no es necesario. Tengo mi laptop y mi celular y Netflix – respondió Alexis.
— Bueno, supongo que no es gran problema – dijo Teo sonriendo y sentándose en el piso recargando su espalda en el sillón.
Había sido un poco incómodo trabajar de esa manera, pero la verdad era que Alexis no quería exigir muchas cosas a sus padres.
— ¿No trabajas? – continuó cuestionando Raúl.
— No, mis padres no quieren. Solo estoy aquí porque sino serían demasiadas horas de transporte – explicó él mientras anotaba en su cuaderno parte de la información del trabajo.
Teo asintió con la cabeza.
— Entiendo, es difícil trabajar y estudiar... – se quejó amargamente.
Raúl se empezó a reír.
— Eso solo te pasó porque te quitaron la tarjeta, sino no tendrías que trabajar – se burló.
— Me la quitaron para mi propio bien, ¿de acuerdo? Así no soy como tú, dependiendo de mi dinero todo el tiempo – respondió Teo con más seriedad.
Raúl dejó pasar el tema mientras que Alexis veía aquella escena sin decir nada, los ricos eran raros.
Decidieron continuar con su trabajo sin decir nada hasta que Raúl volvió a interrumpir.
— Tengo hambre, ¿tienes algo de comer aquí? – dijo algo malhumorado.
— Sí, puedes checar el refrigerador o hay sopas instantáneas – contestó Alexis sin dejar de escribir.
Pero Raúl no se movió de ahí.
— Si estás esperando a que él lo haga no va a pasar, no seas flojo, Raúl. Aquí no tienes sirvientes – lo regañó Teo.
Su amigo se paró a regañadientes a ver qué había de comer y Alexis estuvo a punto de pararse pero fue detenido por Teo.
— Deja que él lo haga. No todo gira a su al rededor aunque lo quieras –
Alexis se había vuelto a sentar pero inmediatamente se escuchó algo parecido a una mini explosión y salió corriendo a ver.
Teo se quedó sentado ahí poniendo los ojos en blanco antes de ir a ver qué había pasado, no quería que sus celos se vieran muy obvios.
Alexis se estaba riendo y Raúl hacía pucheros.
— No puedo creer que no sepas prender una estufa... – reía Alexis mientras la prendía y ponía el traste con agua que había preparado Raúl.
— Lo haces ver más fácil... La que intenté prender no lo hacía... – explicó Raúl.
— Eso es porque no sirve – dijo Alexis con una pequeña risa aún.
— ¿Y cómo se supone que iba a saber eso? – se quejó nuevamente aquel chico ahora cruzando los brazos sobre el pecho.
Alexis rió más, ver a un chico tan grande de tamaño actuar como niño se le hacía tierno.
Pero a Teo le molestaba, le molestaba porque se estaba ganando la atención de Alexis y porque todo aquello lo hacía para no hacer nada como siempre hacía en los trabajos.
Decidieron todos comer de las sopas para continuar con el trabajo aunque terminaron distrayéndose escuchando música y platicando. Para su suerte no era para el día siguiente la entrega.
Cuando se dieron cuenta ya eran cerca de las diez de la noche.
Aquello llevó a una conversación aún más incómoda.
— ¿Podemos quedarnos? – preguntó Teo después de darse cuenta de la hora.
— Sí, déjanos quedar... Preferiría no llegar a casa tan tarde – admitió Raúl, no quería llegar a que lo cuestionaran aunque solo hubiera ido a hacer un trabajo.
— Bueno... Pero... Eh... ¿dónde van a dormir? – preguntó Alexis, su cama no era grande y solo tenía un sillón.
— Yo escojo el sillón, que Teo duerma contigo – declaró Raúl, sin siquiera preguntar, era más como una instrucción.
— Sí, está bien – accedió Alexis.
Aquello había sido extraño para Teo ¿no iba a convencer a Raúl de dormir con él?
Después recordó... Tal vez no quería que Raúl se enterara de sus pesadillas, él era el único que lo sabía y para ser honesto... Él tampoco quería que Raúl viera como lloraba por las noches, así como era su amigo seguramente se burlaría.
Raúl se acomodó en el sillón lo mejor que pudo, sobresalía de aquel mueble desde su pantorrilla hasta sus pies. Definitivamente su departamento no estaba hecho para dos jugadores de fútbol americano....
— Hasta mañana – dijo para que ambos se fueran.
Alexis se había puesto algo nervioso... Teo no iba a saber en su cama y mucho menos los dos juntos.
— Vamos si cabemos – dijo Teo muy convencido y se acostó primero haciendo espacio para Alexis.
Los pies de Teo también sobresalían de la cama, aún más que Raúl.
— ¿Eres más alto que Raúl? – preguntó instintivamente.
— Como por cinco centímetros... Yo mido uno noventa y uno – respondió sonriendo para después darle golpecitos a la cama para que Alexis se acostara.
Y así lo hizo de manera torpe intentando no quedar tan pegado a Teo, pero fallando al casi caerse.
— Oye, pégate bien a mí. No quiero que eso vaya a pasar en la noche – le dijo mientras pasaba uno de sus brazos a su al rededor como para tenerlo a salvo.
— Teo... Y... Am... ¿tú sí sabes cocinar? – preguntó tratando de sacar un tema antes de dormir.
— Claro, incluso sé hacer flores con las fresas – admitió orgulloso.
— ¿Con fresas? Pensé que eras alérgico – observó Alexis.
— Lo soy, no las puedo ni tocar... Pero las hago para mí hermana una vez al año – explicó Teo bostezando.
— Ya veo, eso es lindo... ¿Harías unas para mí? – preguntó acomodándose mejor.
— Está bien... Haré para ti este año... – contestó antes de cerrar sus ojos.
Al principio Alexis pensó que no iba a poder dormir debido a la incomodidad pero no fue así. De hecho había sido la primera vez en toda su vida que no había tenido aquella pesadilla, había descansado.
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