Fresas

Hacía semanas que Alexis no le hablaba. No le hablaba porque Raúl se lo impedía, pero Teo le había hecho una promesa y tenía planeado cumplirla.

Así que se encontraba haciendo rosas de fresas, tenía un amor odio por hacerlas.

Las amaba porque se veían muy lindas y ahora podía relacionarlo con aquel sueño que había tenido.

Las odiaba porque debía utilizar guantes, lentes y cubrebocas para evitar algún tipo de reacción alérgica.

¿A qué sabían las fresas?

Su mente se despejó cuando escuchó a su hermanita bajar las escaleras con mucha emoción, ella sabía que era EL DÍA. 

- ¡Teo! ¡Teo! - gritó mientras corría a abrazarlo. 

- ¡Valentina! - respondió cargándola y dándole un par de vueltas antes de volverla a bajar - ¿Desde cuando te volviste tan pesada? - 

Aquella niña rió un poco antes de contestarle muy segura: 

- Es porque ya tengo diez años - 

Teo solo sonrió mientras agarraba la caja desechable con fresas para ella y se la daba. 

Valentina le dio un abrazo más antes de salir corriendo a la puerta donde su madre la esperaba para llevarle a la escuela. 

La única razón por la que seguía en aquella casa era debido a su hermanita, sino ya hubiera tenido su propia casa desde hace mucho. 

Terminó las últimas fresas con un suspiro, se quitó el cubrebocas, los lentes y por último los guantes antes de lavarse meticulosamente. Lo último que quería era llenarse de ronchas o que la garganta se le cerrará. 

Tenía que apurarse si quería ganarle a Alexis para no enfrentarse directamente a él. 

Para su suerte así fue, Alexis aún no había llegado y tuvo incluso oportunidad de dejarle una pequeña nota.

¿Cuándo te he fallado, Ale? 

Con cariño, Teo. 

Después de dejar aquello en su lugar regresó al nuevo asiento que tenía del otro lado del salón para alejarse de la nueva pareja. 

Una vez que llegó Alexis pudo observar la sonrisa al encontrar la sorpresa que le había dejado para luego voltear a todos lados, una vez confirmado que no había nadie que pudiera delatarlo volteó su mirada hacia él para sonreírle de agradecimiento y guardó rápidamente las fresas antes de que Raúl llegara. 

Teo siempre se preguntaba si algún día Alexis se daría cuenta de lo que estaba pasando en aquella relación secreta para todos y solo sabida por ellos tres, quería decirle que estaban haciendo mal las cosas pero él mismo tenía que darse cuenta. 

Al finalizar la clase Teo se quedó sentado en la mesa un momento, no tenía ni ganas de ir a la cafetería. No quería nada últimamente. 

Se recargó en su brazo un momento antes de sentir una mano revolviendo su cabello, se levantó de inmediato encontrándose con los dulces ojos color miel de Alexis. Le entregó una nota antes de irse corriendo. 

Nuca me has fallado, Leo. Lo siento porque yo sí... 

Teo se quedó viendo fijamente a la nota extrañado. 

¿Se había equivocado o lo había hecho al propósito? 

¿Alexis sabía algo que él no? 

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