Alexis pide ayuda
Hace mucho tiempo, en la época donde las deidades y humanos convivían existió una hermosa mujer mitad demonio mitad humana llamada Alejandra.
Todos le tenían miedo, así que el pueblo no dudó en capturarla y llevarla ante el guardián del bosque para ofrecerla como sacrificio.
Leo, el guardián del bosque, era el único que tenía conexión directa con Dios, era por eso que los humanos confiaban en él.
Al ver a Alejandra, supo de inmediato que ella no era una mala persona. La aceptó y llevó a su casa, para cuidarla.
Ante aquella amabilidad ella se enamoró de Leo.
Una vez al año, Leo debía de subir a una colina a realizar sus oraciones a Dios. Era un viaje de una semana, por lo que se despidió de su amada con un tierno beso como siempre lo hacía desde hacía décadas.
Sin embargo, al regresar del viaje se encontró con su casa destrozada y su amada Alejandra muerta.
Ante aquel suceso tomó el cuerpo de su amada y volvió a subir la colina para pedir a Dios que le diera una segunda oportunidad para estar con ella sin importar el costo que esto tuviese.
Dios aceptó, de acuerdo a varias personas se dice que ambos reencarnaron en seres eternos para pasar juntos toda su vida.
Alexis se enjugó las lágrimas que se habían formado en sus ojos, había perdido la cuenta de las veces que había leído aquel cuento pero siempre terminaba llorando.
Sonó su despertador, aquello se estaba volviendo costumbre: la pesadilla lo despertaba, leía su cuento favorito y después sonaba el despertador.
Aún así tenía muchas ganas de llegar a clase. Alexis siempre había sentido una opresión en su pecho, una especie de angustia pero eso había cambiado desde el día en el que se sentó al lado de Raúl.
Raúl era el típico chico popular, jugador de fútbol americano y bad boy. Así era como la mayoría de la gente lo describía, excepto Teo.
Teo era el mejor amigo de Raúl, habían sido amigos desde la infancia y era quien más lo conocía. La diferencia entre aquellos dos era abismal así que todos se preguntaban cómo podían ser tan buenos amigos, siendo de esta manera que comenzaron a especular que eran novios.
Aquella especulación terminó cuando en una fiesta Raúl había besado a varias chicas, pero las personas seguían emparejándolos.
Alexis nunca había sido capaz de hablarle a Raúl, solo se sentaba a su lado. Diario agradecía poder haber entrado a aquella escuela tan prestigiosa y haberlo conocido, ¿cuál era la probabilidad de que estudiaran lo mismo? Seguramente era el destino.
Pero aquel día iba a ser diferente, había decidido que finalmente hablaría con él.
Se puso su mejor ropa, desayunó rápidamente y esperó el autobús escolar.
¿Qué debía de decirle? ¿Cómo debía acercarse a él? ¿Tenía algún tema en común?
Al llegar a la escuela aún no sabía qué decirle, la maestra había llegado y comenzado a explicar pero el pensamiento y la vista de Alexis se concentraba en Raúl.
— ¡Alexis! ¿Puedes leer la pregunta, por favor? – dijo la maestra por tercera vez.
— ¿Eh? ¿Qué pregunta? – contestó aquel chico causando pequeñas risas de parte de todos.
— Le sugiero que ponga atención a la clase en vez de estar viendo a su compañero Raúl, pregunta número ocho, página veinticinco – declaró la maestra.
Todos volvieron a reír al escuchar aquello, Alexis solo puso los ojos en blanco ¿No se suponía que ya estaban en la universidad?
Había leído aquella pregunta y contestado bien, pero la humillación nadie se la quitaba...
Al terminar la clase Raúl se había parado frente a su asiento, tal vez era su oportunidad pero antes de poder hablar él fue quien habló.
— Si vuelves a verme de aquella manera... Me aseguraré de que sea la última vez que veas – dijo Raúl antes de seguir su camino.
— ¡Oye! ¡Raúl! ¡Vuelve y discúlpate! – gritó un chico que iba atrás, el cuál reconoció como Teo.
Pero a pesar de aquel grito Raúl no regresó, así que Teo se paró frente a él y sonrió con nerviosismo.
— Me disculpo en su nombre... No lo decía en serio, así que no te preocupes – le aseguró.
— No... No me lo tomo en serio... Es solo que me habló... – contestó Alexis con una sonrisa boba.
Teo rió.
— ¿Tanto así te gusta? Bueno... Supongo que cada quien tiene sus gustos – se burló antes de despedirse agitando su mano.
Fue entonces que a Alexis se le ocurrió un plan que no sonaba tan mal.
— ¡Teo! ¡Espera! – gritó parándose para ir a dónde él estaba.
Aquel chico lo vio con duda pero espero a ver qué tenía que decirle.
— ¿Me ayudarías a acercarme a Raúl? – preguntó con la esperanza de que dijera que sí.
— Realmente no te rindes, ¿eh? Tal vez pueda ayudarte – respondió Teo con una sonrisa.
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