Presente y pasado.
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Ya era de noche en el templo de las gemas de cristal. Todas las luces yacían apagadas y la tranquilidad parecía gobernarlo todo.
Una delicada figura permanecía inquieta de pie en la punta del faro. Se trataba de Lapis Lazuli, quien tenia la mirada expectante a lo que acontecía por debajo. Con las yemas de sus dedos tocaba sus labios preguntándose mil cosas, muchas de ellas parecían no tener el más mínimo sentido, revolvian su cabeza. Creia que quizá debía volver a casa para tratar de descansar. Pero su activa imaginación le impedía dormir o continuar su inusual escultura.
Camino de aquí para allá, convenciéndose de que llegar de improviso sería una inoportuna molestia al joven gem, quien de seguro en cuanto llegase a su casa querría recostarse para disfrutar de un placentero sueño.
-Un sueño... -Susurró Lapis bajando su mirada, al tener en cuenta que de sus sueños provenían todas sus inquietudes y delirantes fantasías.
Mientras se decidía por regresar a su casa e ignorar toda esas ideas, observo el espectáculo nocturno de incontables estrellas en el oscuro cielo, salido como de otro mundo. La gema no pudo evitar sumergirse a un no muy lejano recuerdo, de cuando paseo por la playa con Steven.
En aquella ocasión se encontraron con la aparición de una estrella fugas que parecía partirse en dos dejando tras de si una estela de colores.
-¡Mira Lapis! Una estrella fugas- Señaló el híbrido con alegría, en aquella ocasión a un cielo más despejado. - Vamos apresúrate, pide un deseo.
En el momento Lapis se acerco lentamente al híbrido para recargar su cabeza sobre el hombro de este mientras le toma del brazo. A Steven no le incómodo, todo le pareció tranquilo y dentro de lo cotidiano, sentía gozar de una dicha casi irreal.
-¿No quieres pedir un deseo?
Eh, Lapis- alternó el chico su mirada entre el cielo y el curioso rostro de su amiga.- Puedes pedir lo que quieras, ¿Hay algo que tu corazón anhele?
Lazuli susurro casi para si.
-No, no hay nada que yo quiera, tengo todo lo que quiero justo ahora.- Guardo silencio y musitó. - Pero, si, quisiera tener el valor de...
Lapis sujeto a Steven con más fuerza de su brazo, trato de juntar todo su valor para decirlo pero este resulto ser insuficiente, así que se detuvo y cuando Steven trato de averiguar qué le ocurría, Lazuli lo abrazo evitando que Steven viera su apenado rostro.
-¿Cómo podría pedir mas?-
Lapis desistió de aquel osado modo de actuar, soltando a Steven y dejando atrás esa oportunidad se giro y se adelanto a paso lento para dejárlo confundido.- No hay nada que yo pueda desear, pero si tú quieres Steven, puedo pedir algo para ti.
Steven le sonrió.
-Bueno, siempre e tenido un deseo,- Steven se veía un poco sonrojado- Pero creo que es muy tonto pedirlo ahora.
-¿Por que sería tonto?- Se giro curiosa la gema. -Yo no se lo diré a nadie. Pide lo que quieras.
-Bueno, ya no puedo pedir nada, la estrella fugas ya desapareció.- el joven de cabellos rizado mostró una sonrisa y un encoger de hombros- Así los deseos no se cumplen.
Lazuli se rio un poco, durante un instante le pareció volver a ver a aquel dulce chico, a aquel niño que la libero del espejo, aún estaba esa dulce alegría y un brillo en sus ojos llenos de ilusión, aún era aquel de quien se enamoro hace tanto tiempo.
Salida de aquel recuerdo, Lapis aún seguía de pie sobre el faro con la mirada en dirección al cielo, rogando que otra estrella fugas aparezca y le conceda su deseo.
Ella anhela algo que se negaba a confesar, que dolía cuando se lo guardaba y en cualquier momento le iba a estallar.
También deseaba olvidar su mayor malestar, no podía creer que la amiga de Steven le provocará tal desagrado. No era mala, no hacia algo que pareciera lastimar a Steven, al menos no de manera intencional. Pero sentía como si esa cercanía fuese incorrecta. Lazuli trato de comprenderlo, quería aceptarlo, pero todo aquello no terminaba por convencerla. Esa amiga era alguien de quien prefirió ignorar hasta el nombre.
Pero ninguna estrella decidió moverse si quiera un poco a su favor. Lapis sintió que en más de un vez su existencia no era justa. Ella busco con la vista en el amplio cielo y con su anhelo rogó a la luna y a la pluma que describe su mundo, que esta noche no termine en un adiós y un simple abrazo como en otras tantas ocasiones, que esta noche fuese diferente. Que al menos se repitiera como aquella cuando aún había un granero.
Sin poder controlarlo su mente la llevo nuevamente atrás en el tiempo, cuando Steven era más pequeño.
Se recordó así misma y como de repente sin aviso se cayó de su hamaca. Esa vez despertó agitada, aterrada y envuelta en la oscuridad, bajo un techo que le impedía ver el cielo nocturno y las brillantes estrellas. Lo único que la ninfa añoraba mas que nada en este mundo era no recordar por que se sentía así.
Hacia mucho tiempo que tenia ese maldito sueño, varias noches lo había repasado cual lo reviviera en carne propia, como una eterna paradoja. Llego a creer que este le perseguiría por siempre.
Las gemas a pesar de ser programadas tienen sentimientos y emociones y a través de ellos Lapis experimento los largos años de soledad, cautiverio y una agonía que podía quebrar o enloquecer a cualquiera en el universo.
Paso miles de años añorando la libertad, sola con los recuerdos de lo que vivió, gritando en silencio, soportando a la fuerza un castigo peor que la muerte.
Se quedó quieta, aterrada sin querer volver a su hamaca, abrazándose, incrédula de que su libertad no fuese más que un desvarío, un sueño y que en cualquier momento se esfumaria. ¿Cómo podía seguir segura de que no estaba soñando? o que tal si el encierro termino por enloquecerle. Dudaba que alguien se compadeciera de ella y la liberase ¿Steven podía ser producto de su imaginación?
Aún arrodillada sobre la madera del suelo quiso empezar a llorar, tratando de convencerse de que se encontraba segura, que su pasado ya no podía alcanzarla ni lastimarla. Pero su mente aún no creía que era libre.
-¿Lapis...? ¿Qué te ocurre?-
Pregunto una dulce voz que la gema pronto pudo reconocer. Era Steven que por el ruido se despertó y apurado se acercó a la gema. Lazuli se había olvidado de que él se encontraba de visita.
Lazuli se limpio las lágrimas y fingió fortaleza, cosa inútil, por qué el híbrido pudo sentirla, incluso creyó escucharla entre sueños, clamando y sufriendo.
Bajo las parpadeantes luces blancas de los focos navideños que decoraban el interior del granero, se vio como el chico avanzaba cauteloso, preocupado por la gema del océano.
-Estoy bien, Steven- Dijo la gema azul tratando de calmar al chico.- Fue solo una pesadilla. No te preocupes siempre tengo una que otra. De verdad, estoy bien.
Esto para nada calmo al chico, ni le resto importancia al asunto
Steven no era tan tonto como para no comprender que ella sufría. Se acercó aún más y levantando el fino rostro de su amiga, noto en sus mejillas el camino recorrido por las lágrimas.
-Dime Lapis, ¿Qué fue lo que soñaste? -Se arrodilló y se hizo espacio junto a ella para abrazárla, le hablo con voz cauta. -Dejame ayudarte.
Lazuli nunca le había contado por completo aquello que le perturba al cerrar los ojos. ¿Cómo explicarle que a veces creía que aún está bajo el fondo del océano? Sentía su cuerpo helarce y que no podía si quiera respirar, ella no necesitaba respirar. Ni como hablar de lo que fue la soledad en el espejo.
Era difícil explicar lo que se sentía estar en aquel encierro, con la vista en el suelo sin poder ver el cielo, hasta ser encontrada por Perla. Ni siquiera sabia cuanto tiempo permaneció guardada en la gema blanca.
En esa soledad paso años hablándose así misma, sintiendo que sus pensamientos se volvían lentos, hasta el punto que dejó de pensar y empezó a soñar.
Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que estaba ante el rostro de un ser muy noble. Ese era Steven. Lapis Lazuli soñó tantas veces con la libertad, con volver a extender sus alas en el vuelo, y cuando por fin ocurrió, no pudo creerlo.
.....
Aquella dulce gema decía más con las expresiones de su rostro que con sus palabras, bajaba su rostro con vergüenza aun tratando de mirarlo, entreabrio su boca pero no podía decir nada. Ante aquello Steven sintió algo en él, que le hizo abrazarla, quería ayudarla, era su amiga.
Él se quedó con ella tratando de calmarla, sabía que podía ser sensible a sus recuerdos y que sus emociones le hacían tomar peligrosa decisiones. Era obvio para el híbrido que si la gema del océano tenía pesadillas, debian solucionarlo donde estas radican, en un latente temor de ser encerrada.
El pequeño abrazo a Lazuli y la recargo sobre su pecho mientras la acariciaba de su cabeza y decía que todo estaría bien. Ella se dejó hacer y acariciar por él, solo en él confiaba. Se sentía tan bien cuando el híbrido la tocaba. Le encantaba que sus tibias manitas tocaran también su descubierta espalda, hombros y principalmente que rosaran su gema.
-Ya, ya paso, ya no estás sola, ahora estás segura con nosotros. Descuida, no es necesario que me lo cuentes, si es que no quieres. Pero quiero estar seguro de que entiendes, que tienes toda mi ayuda.
Lapis lo miro y temerosa empezó a contarle aquello que se guardaba, no quería ser repetitiva, pero lo soltó todo.
Cuando Lapis se dio cuenta, ya le había contado cada detalle, incluso el hecho de que se sentía decepcionada por las gemas a las que en el pasado considero sus amigas, ninguna había hecho nada por ella. La juzgaron y castigaron.
Aquello fue algo para lo que el híbrido no se encontraba preparado, fue como entrar a un abismo de malestar, de resentimiento y odio, con trabajos el híbrido podía hacer una piadosa intervención. La gema del océano no se limitaba, no se censuraba de ninguna manera al hablar, y cuando las primeras lágrimas brotaron de ella, él sin prisas ni pena las limpio para abrazarla con fuerza. Volviendo a prestarle su oído y su hombro para que ella se desahogara y descansará.
Para Lazuli aquella extraña experiencia tan liberadora le pareció durar mil años y para Steven apenas una noche.
Cuando el agotamiento pudo con sus almas y sus cuerpos, ellos se encontraban ya recostados ahora sobre un sofá que estaba cerca, seguían mirándose tiernamente en el silencio, con la respiración acompasada. Ella por fin sintió gozar de una calma y de una paz mental que nunca imaginó posible. Era libre nuevamente, ademas ahora gozaba del abrazo de su querido Steven.
-Gracias Steven- susurro Lapis.- Gracias por siempre estar para mi.
-De nada Lapis, tu sabes que siempre estaré para ayudarte- bostezo el chico- Puedes pedirme lo que quieras.
-¿Lo que quiera? ¿Cómo podría pedirte más?- se detuvo pensativa la gema y agregó, -Es que gracias a ti mi existencia es otra. Puedo estar más tranquila, además de sentir esta... Está sensación en mi. Claro, quisiera olvidar por completo mi pasado, toda mi vida anterior, poder adaptarme y contigo vivir.
Steven se sonrojo por aquellas palabras, para su inocencia le sonaban a algo más, a una declaración, a cosas que se dicen en las películas, sumado a esto el hecho de estar tan cerca de la gema le pareció muy cálido e intimo. No podía dejar de mirarla.
-No somos tan distintos. Pensó el pequeño-Si, lo sé, tal vez ella sea inmortal, eso no lo puedo negar. Pero...
- Por favor,- interrumpió ella sus pensamientos- Steven, quédate conmigo, aquí a mi lado a pasar lo que resta de la noche.
Steven asintió un poco sonrojado, aquella hermosa ninfa lo observaba con ilusión, y bueno, él, se sentía como si hubiese hecho algo enriquecedor por ambos, además se encontraba agotado y el tono en que se oían aquellas palabras le trajo confort.
-Descuida Lapis, ahora nos tienes a nosotros,- Pensó Steven que ella quería estar acompañada a causa del miedo a repetir un mal sueño. -Yo cuidare de ti, quise decir... nosotros cuidaremos de ti.
Lazuli miro hacía el pecho del híbrido y ante aquellas palabras pregunto tímidamente.
-¿Incluso en mis sueños?
¿Puedes cuidarme incluso en mis sueños?
-Si Lapis, de ser necesario también en tus sueños.- Dijo sin saber que provocaría esto a futuro. -Te lo prometo, Lapis,- Steven le dio un tierno beso en la frente- mañana será un mejor día.
La ninfa miro asombrada al tierno y risueño niño que la libero y se dio cuenta de algo que sentía desde hace tanto tiempo. Junto a él la existencia no necesita tener un sentido y su sonrisa le movia algo en su interior, que ni ella sabia explicar.
Él no lo sabia y ella por algo de pena no iba a decírselo, ¿Como podría explicarle que por su causa se sentía tan extraña? Sentía que en ese tierno momento algo más debía ocurrir pero no sabía con exactitud que.
En cuanto el jovencito cerro los ojos por el cansancio, ella se dio el gusto de acariciar sus mejillas. Descubrió que le gustaba tocarlo mientras dormía, se veía tan indefenso. Le pareció curioso pasar sus dedos por su rizado cabello, sobre sus hombros y aventurarse a tocar aquellos gruesos y suaves labios. Llevo temerosa su mano a su propia boca y sintió aún la tibieza de Steven. Sonrió al percibir un suave y curioso aroma.
Recordando tantas historias que leyó en soledad, la hermosa gema del océano se decidió por probar algo nuevo, lo abrazo con más fuerza.
La gema quiso pegar tiernamente sus azules labios sobre la mejilla del chico, pero este se movió un poco y tocó la comisura de los labios. Lapis no retrocedió, siguió con el contacto y lentamente continuo moviendo los labios, queriendo abrirse paso mientras sus manos jugaba con el cabello rizado. Lapis saboreo sus labios humedeciendolos un poco, buscando el sabor, pero retrocedió al creer que Steven se despertaría y se molestaría.
Para ella fue como tocar el cielo, pero no quería que aquello fuera como robarle a Steven. Ella no podía tomar nada más de él.
Aquella noche Lazuli no solo le dió mas que su primer beso. Si tan solo hubiese adivinado lo que el futuro le tenia deparado, lo que se pudo haber evitado. Tal vez le hubiese dicho esa misma noche un.
"Te amo"
......
El soplido del tibio viento le alborotaba a Lazuli su ya de por si despeinada cabellera azul y la trajo de regreso al presente.
Mientras ella se abrazaba así misma por los hombros, como queriendo cubrir su pecho de algo vergonzoso. Aún abrazada acarició sus hombros queriendo sentir ese calor envolvente, aquel naciente de su gema, de su ser.
-Ah... ¿Qué gemas me pasa?
Siguio de brazos cruzados pensando en una buena escusa para llegar de improviso, pero sus dudas y los revueltos pensamientos le impedían alertar de que ir ahí en primer lugar era una mala idea. ¿Cual era su excusa? ¿Que estaba celosa de Spineli? O quizá Peridot y Freckles tenía razón y debía atar los últimos cabos para dejarlo ir.
-Aun es tiempo de retirarme- al final se convenció de solo echar un vistazo, esperar a que Steven llegara y hablar un poco con él, de momento eso calmaría su ansiedad y así retornaría a su hogar a recapitularse mejor las cosas.
Sin que nada más se le ocurriese dio un salto al vacío con los brazos extendidos y antes de tocar el suelo invoco sus alas para evitar la caída y así aterrizar delicadamente a la entrada de aquel hogar, dudo nuevamente por un instante si tocar la perilla de la puerta y seguir.
-Basta Lazuli, auto control, autocontrol.- Se repitió para luego tratar de abrir la puerta. -Actúa como una gema normal, normal...
-¡Lapis!- sonó una voz a su espalda.- ¿Que haces aquí? ¿Todo bien?
Continuará.
......
Esta historia la vuelvo a subir con algunos cambios. Esto lo hago por el cariño que le tengo a quién originalmente se la dedique.
Espero que ustedes también lo disfrutasen, y si, se viene algo lindo en esta historia corta. ¡Jejeje!
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