Capítulo Veintiséis: Lo haría todo


Capítulo veintiséis: Lo haría todo

Rayan


5 de enero, 2017

—¡Feliz cumpleaños! —grita mi hija y esa es toda la advertencia que tiene mi hermano Jona antes de que Summer salte sobre él.

La risa de mi niña resuena cuando él la alza haciéndola girar como si se tratase de una pelota. Nadie la pasa tan bien con mis hermanos como Summer.

Sonrío a la madre de Jona, quien se acerca para darme un breve abrazo; es una de las madres con las que me llevo bien, y estrecho la mano del padrastro de mi hermano que para sorpresa de nadie trae puesta una camisa del equipo de rugby de Jona con su número.

—Bonita camisa —le digo y se infla como el padre orgulloso que es.

—Con el número del mejor —ríe—. ¿Te contó Jona que los reclutadores están muy interesados en él? Vienen cosas grandes.

Miro a mi hermano riendo con Summer mientras la arroja y ataja, pocas veces tiene tiempo para ser un adolescente normal y no, no me ha hablado de ello.

Le doy una sonrisa que no me compromete en repuesta y me acerco a mi hermano dándole un abrazo.

—La edad legal —celebro entregándole su caja regalo.

—¡Te compramos un reloj y un anillo súpercaro! —anuncia Summer y estrecho los ojos hacia ella—. ¡Ups! Se me escapó.

Me muevo rápido y le hago cosquillas en los costados haciendola reír mientras pide perdón y luego la libero.

Jonas nos sonríe y agita la caja con complicidad antes de darme su atención.

—No era necesario, Ry.

—¡Amamos dar regalos, tío Jona! —asegura Summer abrazada a su pierna.

El timbre de la casa suena y escucho la voz de Diana junto a la de Carrie, hasta donde sé son las únicas de nuestros hermanos que podrán venir hoy a la pequeña reunión en casa de Jona por su cumpleaños número dieciocho.

—¿Regan vendrá? —pregunto justo antes de que los brazos de Carrie me envuelvan desde atrás y Diana abrace a Jona deseándole feliz cumpleaños.

—No, dijo que Miriam no se siente bien con los síntomas del embarazo —responde en medio del abrazo que ahora le da Carrie mientras yo recibo el de Diana.

—¡Qué bonito está tu cabello, Summer! Muchos más rizos.

—¡Papi cambió la crema de peinar, tía Carrie! Estamos viendo muchos videos sobre hacer mis rizos más bonitos.

—Aprendiendo sobre definición de rizos —respondo a la mirada de mis hermanos.

—Ryry tendrá que decirme el nombre de esos videos y la crema de peinar —dice Diana tocándose sus alocados rizos que Summer ama.

Mi teléfono vibra y dejo que Summer se entretenga con mis hermanos mientras que algunos amigos de Jona comienzan a llegar.

Me pongo al día con mis correos, masajeándome las sienes en cuánto abro el mensaje de Janice haciéndome saber que nos veremos en la cita familiar con el psicólogo de Summer, espero las cosas no sean tensas.

Envío un mensaje a Breana que se marca como entregado, pero no leído y me digo que no debo agobiarla ni preocuparme, que le daré tiempo de responderme y por último respiro hondo cuando abro el correo electrónico del detective privado que contraté hace mucho tiempo, con la esperanza de que haya alguna nueva noticia sobre Melissa.

Leo con lentitud, deteniéndome en un párrafo en específico:

«Hay una pista bastante importante que podría esclarecer algunos puntos y arrojar respuestas. Aunque todo se basa en probabilidades, pronto podrías obtener noticias sobre el paradero de Melissa. Finalmente, parece que todo se despeja.»

—Mierda —me paso una mano por el rostro—. Mierda.

Muchas emociones me embargan, las primeras son positivas porque luego de tanto tiempo de una búsqueda en la que muchas veces quise rendirme y detener, podría obtener respuestas, podría dar con Melissa.

Pero entonces la angustia y el miedo son mucho más grande porque ¿Qué encontraré? ¿Cómo la encontraré? Temo de las respuestas, me aterra el resultado y me pregunto si en esta ignorancia soy más feliz de lo que seré cuando sepa lo que sea qué sucedió con la madre de mi hija.

—¿Todo bien?

Alzo la mirada hacia Jona, quien me mira con cejas arqueadas antes de sentarse a mi lado y suspirar.

—Sí, solo algunas noticias que me han tomado por sorpresa —me guardo el teléfono—. ¿Qué hay de ti? ¿No te necesitan adentro?

Se encoge de hombros y extiende sus largas piernas delante de él.

—Solo quería comer pastel y ver películas, pero papá insistió en que era una gran edad y accedí, ahora todo el equipo de rugby está en la sala siendo ruidoso y amo a los chicos, pero en este momento me siento abrumado.

Tira de un hilo suelto de su suéter mientras se mira los pies.

—Papá está ahí afuera hablando sobre reclutadores, las posibles opciones y la que sin duda elegiré —dice en voz baja—. Está alardeando y sé que está orgulloso, pero no me ha preguntado lo que quiero.

—¿Y qué quieres, Jona? —pregunto y me mira sorprendido de que alguien se interese por saber—. Me importa saber lo que quieres.

Frunce el ceño y mira al frente durante largos segundos antes de responderme.

—Quiero seguir jugando rugby, pero quiero que se sienta bien. A veces es demasiada presión en casa sobre ser el mejor, sobre no fallar, sobre que toda mi identidad se base en ello —Hace una pausa—. Quiero jugar rugby, pero también quiero quitarme esta presión del pecho, conozco las responsabilidades de un atleta y los sacrificios, pero me gustaría...

Lo aliento a continuar cuando se detiene pareciendo avergonzado.

—Me gustaría vivir experiencias más personales. Citas, salidas o solo ver una serie, no lo sé, cosas de esas. Sé que parece demasiado que me queje cuando soy afortunado con mi vida: mi mamá me ama y se casó con un hombre que me ama como hijo, Regan no es el mejor padre, pero está en mi vida, tengo un montón de hermanos que me aman y amo, soy un buen atleta lleno de oportunidades y el dinero no falta en casa, pero...

—Tienes derecho a quejarte, a sentir tus problemas, Jona.

Siempre he sabido que tiene demasiada presión sobre él como atleta y que mucha de ella viene desde casa. Sus padres tienen las mejores intenciones, pero han puesto demasiado sobre su plato.

—La universidad que le gusta a papá, no es la que quiero. No es el equipo con el que quiero jugar.

—¿Te da miedo decírselo?

—Me da miedo decepcionarlo, sé que lo haré.

—No lo harás, llenas de orgullo a cualquiera y es tu vida.

Se encoge de hombros y me da una sonrisa tentativa.

—Al final del día, la universidad y el equipo que quiere que elija, es de las mejores, no está tan mal.

—Pero ¿Te hará feliz?

—Supongo.

—¡Jona! Ven aquí, tienes que ver este video que consiguieron los chicos —grita su padre desde la puerta.

—¿Ves? Siempre rugby —Se pone de pie y me uno.

Mientras camina pensando en su futuro, yo pienso en las respuestas que podría obtener sobre la desaparición de Melissa.

***

—¿Esperas lo peor? —Me pregunta Breana sentada frente a mí en la cama.

—Tengo miedo —confieso lanzando mi carta que me hace ganar la mano.

Ella se saca un calcetín y arqueo una ceja.

—No es trampa, es una prenda de ropa —Se defiende y sonrío estirando una mano para acariciar su tobillo.

Hasta el momento solo lleva una camisa holgada, un calcetín y las bragas en tanto yo solo he perdido mi camisa en este juego de cartas destinado a desnudarnos.

—Es normal que tengas miedo —barajea las cartas y reparte otra mano—. Han sido años de incertidumbre y con honestidad ¿Crees que Melissa se habría ido y dejado de tal manera a Summer?

Miro mis cartas y controlo mi expresión para no demostrar que tengo una muy buena mano que la hará perder otro calcetín.

—Al principio estuve tan enfadado que mis pensamientos eran irracionales. La llamé por todos los nombres en mi cabeza y juzgué.

No estoy orgulloso de ello, pero recuerdo que mis emociones eran un caos ante la idea de ella empezando una nueva vida con su novio y dejando a nuestra hija fuera de ella.

—Pero con el pasar de los meses, viendo la angustia de su familia y reconociendo su amor infinito por Summer, vino el miedo, porque sabía muy bien que Melissa no la abandonaría, no podría.

»Tengo la sensación de que sea cuál sea la respuesta de su desaparición, no será buena y me aterra —arrojo una carta y ella se piensa antes de lanzar una.

—¿Le has dicho a su familia de esta posibilidad de saber algo?

—No, quiero primero tener certeza y con honestidad, piensan que hace mucho me rendí con la búsqueda, ellas también continúan investigando, tienen su propio detective.

»Janice siempre espera lo peor de mí aunque Lucy me aprecia y respeta, sé que cree que me rendí, tal vez que no me importa.

—En el fondo ambas saben que te preocupas por Melissa.

—Me siento juzgado, evaluado y a veces siento que estoy fallando.

—No lo haces.

—A veces —Me callo y me cuesta continuar—... Egoístamente pienso que cuando Melissa vuelva, todo cambiará. Nuevamente tendremos custodia compartida, algunas discusiones y desacuerdos, mi dinámica para criar y estar con mi hija cambiaria y entonces viene la culpa, porque ¿Cómo puedo preocuparme sobre eso cuando lo que importa es que vuelva?

Ella ríe por lo bajo y cuando arqueo una ceja sacude la cabeza.

—Solo pienso es que es gracioso que siquiera consideres que eres egoísta por tener pensamientos tan humanos de un padre que ama y valora su tiempo con su hija.

»Llevas demasiado tiempo siendo el de las decisiones para Summer, quien limpia sus lágrimas, celebra los hitos importantes, la consuela, la cuida y le de el amor físico y presente. Has tenido que esforzarte por llenar el papel de dos padres y tu lazo con tu hija es fuerte, es normal que te asuste alterar la rutina, el tiempo que pasan juntos, eso no te hace egoísta ni minimiza tu deseo de que Melissa aparezca y esté bien.

»Siempre estás hablando de que no reconozco mi valor, pero creo que eres ciego cuando se trata del increíble rol que desempeñas como padre.

—Sé que soy un gran padre.

Ella sonríe y arroja una carta.

—Solo que no hay un manual y a veces aterra estar haciéndolo mal.

—Incluso haciéndolo mal, lo haces bien —Me mira con una sonrisa—, por algo quiero que seas el padre de mis futuros hijos.

Sonrío y me lamo los labios decidiendo que debemos acelerar este juego para tenerla totalmente desnuda.

Continuamos en silencio el juego y resopla cuando una vez más gano la mano.

—¿Estás haciendo trampas, Rayan Davis?

—Sabes que no, solo que esta madrugada tengo suerte —Sonrío.

Un vistazo al reloj me hace saber que son casi las tres de la madrugada y que tendría que dormir para en unas horas llevar a Summer a la escuela, pero tras salir del programa, Breana accedió a venir a pasar la noche, lo que me dio la oportunidad de garantizar que comiera algo, así fuese poco. Cuando llegamos, mamá y Summer se encontraban dormidas y aunque podríamos haber ido directo a tener sexo, preferimos iniciar este juego en mi habitación mientras le hablaba de las posibles noticias sobre Melissa.

Breana más que mi novia es mi mejor amiga y tengo la certeza de que eso nunca cambiará.

—No tienes control sobre cuál sea la respuesta de su desaparición, Rayan, solo tendrás el control de actuar en consecuencia cuando lo sepas. Entiendo que te abrume y asuste las diversas posibilidades, pero confío en que sabrás cómo manejarlo.

»Siempre has sido un gran padre para Summer, pero estos años haciéndolo solo, has sido increíble, estás criando a un hermoso ser humano y ya sea que Melissa vuelva, que esperemos sea así, o no, seguirás haciéndolo estupendo.

—No quiero que Summer sufra.

—De corazón, espero no tenga que hacerlo, pero debes entender que no está en una jaula de cristal y que es inevitable que la vida no duela, lo que debes hacer es estar ahí para ella, explicarle, consolarla, amarla y eso ya lo haces bastante bien.

—Gracias, mi rubia —Extiendo la mano y toco su calcetín—, pero y te toca quitarte esto.

Ríe y sacude su pie de mi agarre haciéndome sonreír.

—Perdiste la ronda, debes quitártelo —Le recuerdo.

—¿Y quién te dijo que el calcetín sería mi prenda a perder? —arquea una ceja hacia mí antes de arrodillarse y con lentitud sacarse la camisa, revelando lo que sospechaba: la ausencia de sujetador.

Se queda ahí, de rodillas, con las tetas desnudas coronadas con pezones que se fruncen y endurecen haciéndome la boca agua y un diminuto triangulo de seda entre sus piernas con una mancha húmeda.

Pasan unos largos segundos en los que nos miramos con fijeza, en donde se me pone tan dura que duele y el calor se vuelve insoportable pese al ambiente fresco.

Ella grita y ríe cuando arrojo las cartas y las suyas caen porque estoy sobre ella haciéndola retroceder hasta caer de espaldas en un desastre de cartas.

—¡Joder, Rayan! ¡Sí! —arquea la espalda cuando mi boca se cierra sobre uno de sus pezones y una de mis manos cubre por completo su pecho antes de tirar del pezón.

Sus piernas se abren tanto como pueden cuando mi mano baja entre ellas y con el pulgar recorro el centro húmedo antes de presionar contra su clítoris.

Grita y dejo de manosearle un pecho para cubrirle la boca.

No hay posibilidad de que mi madre o Summer nos escuchen, pero puedo sentir bajo mi pulgar como el movimiento de que le restrinja la boca, la excita.

Engancho el dedo para hacer su tanga a un lado y suspiro contra su pecho al sentir como me moja los dedos antes de que le meta dos de ellos haciéndola gritar contra mi palma.

—Siempre lista, siempre esperándome, mi rubia ¿Es lo que querías?

Muerdo su pezón y se estremece antes de que sus manos me tomen la muñeca para que libere su boca y me alzo sobre ella para evaluar lo que quiere, pero me lo demuestra llevándose dos de mis dedos a su boca, en donde lame antes de chuparlos haciéndome gemir.

—Esa boca, Breana.

Me mira a través de sus pestañas chupándolos con avaricia y lamo desde sus tetas hasta tener mi boca entre sus piernas, en donde brilla y espera ansiosa por una larga lamida que no nos niego.

Me muerde los dedos cuando chupo su clítoris y me aprieta con fuerza los dedos que extraigo para suplantarlos con mi lengua. Lloriquea mi nombre cuando mis lamidas bajan hasta su culo, en donde lamo sin piedad, lubricándola antes de mirarla desde entre sus piernas cuando lentamente la rodeo con mi pulgar, hundiéndolo poco a poco.

—¿Sigo? —hablo contra su piel húmeda.

—¡Sí!

Empujo más adentro, follándole el culo con mi pulgar mientras mi lengua la embiste más arriba y mi nariz presiona contra su clítoris.

Sus manos se enredan en mi cabello presionándome con fuerza contra ella mientras me monta la cara, retorciendo su cuerpo al ritmo que necesita. Podría asfixiarme, pero esta sería una buena forma de morir.

Puedo sentir como moja mi barbilla y cuando comienzan sus temblores, subo mi boca para chuparle el clítoris y un dedo en su culo se vuelven dos haciéndola gritar, arquearse y temblar mientras se corre con fuerza.

Lamo tanto como puedo y cuando salgo de entre sus piernas, tomo una profunda y necesaria respiración, pero me apresuro localizando un condón que no tardo en ponerme al sacarme el pantalón chándal y cubro su cuerpo con el mío tras flexionarle las piernas abiertas y hacia arriba, tomándola por el cuello y embistiendo con fuerza en su interior.

Me mira con ojos a medio cerrar y tiene los labios abiertos antes de que su lengua se asome y lama los restos de su orgasmo en mi barbilla en tanto mi mano se envuelve alrededor de su cuello, en donde aprieto cuando comienzo a follarla con tanta fuerza que la cabecera suena contra la pared.

Es cómo una adicción en donde persigo más mientras sus uñas me arañan la espalda antes de llegar a mi culo y engancharse. Sus gemidos me enloquecen y puedo sentir como me moja los muslos.

Salgo de su interior y la giro, bajando su torso contra el colchón y manteniendo su culo al aire cuando lo agarro con mis manos y lo abro para poder mirar cómo me deslizo dentro de ella una y otra vez. Increíble.

—Este culo es precioso, Breana, como cada parte de ti —Alabo estrujándoselo y apretándolo, seguramente dejando las marcas de mis dedos antes de abofetearlo haciéndola gemir con fuerza—. Me encanta tratarte como una reina, pero sé que al igual que yo amas cuando te tomo así ¿Verdad?

Asiente con desesperación y grita contra las sábanas una afirmación.

La elogio tanto como uso las palabras de posesión que parecen mojarla y enloquecerla todavía más. Se toca entre las piernas mientras embisto sin piedad y desenfreno, y cuando me aprieta al correrse una vez más, no tardo en seguirla sintiendo que me cosquillea todo el maldito cuerpo y que podría desmayarme con la intensidad de mi orgasmo.

Caigo sobre su espalda jadeando, cubierto en sudor y estremeciéndome porque aún late a mi alrededor.

—Me siento sin huesos —dice entre jadeos y río por lo bajo saliendo de su interior.

Mientras me quito el condón miro con una sonrisa la marca de mis dedos en sus nalgas rojizas y el desastre húmedo corriendo entre ellas.

—Preciosa —aseguro, inclinándome para morder una de sus nalgas antes de plantar un beso—. Por cierto, aun conservas el calcetín.

Se ríe y sonrío ante el sonido mirando el desastre de las cartas en tanto me inclino hasta que mis labios presionan contra su oreja.

—Te amo —susurro.

—Te amo —Me responde, girando el rostro para perseguir mis labios.

***

11 de enero, 2017

—Summer ¿Qué tal si pasas un rato en la sala de juego? —Le habla Jerry, su psicólogo, y mi hija nos da una mirada.

—Puedes ir —Le sonrío y asiente bajando del sofá, yendo al área de juego en donde podemos verla.

Una vez está fuera del alcance de escucharnos, Janice resopla y Lucy intenta hablarle.

—No puedes decir ese tipo de cosas frente a Summer —No pierdo el tiempo en decirle ante sus palabras anteriores.

Esta mujer me agota, empuja y empuja, cuestionando cada uno de mis pasos de crianza. Sé que no soy un padre perfecto, aún estoy aprendiendo, pero ella simplemente me lleva a mi límite.

Vine a esta consulta familiar con la mejor de las disposiciones, pero que frente a mi hija cuestione mi crianza, mi respeto hacia Melissa e incluso a Breana, es demasiado.

—Summer ama a Breana y él que la cuestiones o digas esas cosas más que herirme a mí, la hiere a ella.

—¡Por favor, Rayan! No es mi culpa que metas en su vida a personas con acciones cuestionables.

—Ella no tiene ninguna acción cuestionable y ha estado en la vida de mi hija durante años, Melissa era consciente de ello.

—Lo que Melissa no sabía es que te la follabas.

—¡Janice! —dice Lucy escandalizada y aprieto mi mano conteniendo la manera en la que quiero alzar la voz.

—Aquí el problema no soy yo, mamá.

—Claramente eres el problema si eres la que hace difícil el dialogar. Puedo hablar con Lucy sin problema y sin duda alguna siempre pude hacerlo con Melissa.

—¡Melissa no está! Y en vista de que posiblemente nunca regrese, veo por los intereses de Summer.

Lucy comienza a llorar y le acerco las toallas de papel. Tal vez Janice no se da cuenta de lo cruel que ha sido al establecer que su hermana no volverá frente a una madre que aun la espera.

—Todos son personas adultas, pueden dialogar —interviene Jerry con voz paciente.

—¿Qué opinas de que Rayan esté metiendo a la vida de Summer a su mujer de turno, de quién hablan pestes e internet y cuyo nombre siempre va a acompañado de cosas horribles? —Le pregunta a Jerry—. ¡Tiene fotos desnuda en internet!

Para probar su punto escribe algo en su teléfono para luego enseñarnos la pantalla con múltiples fotos de Breana en lencería.

—Son campañas, es trabajo y no veo lo malo. Su decisión, su trabajo, su cuerpo ¡Su vida! ¡Maldita sea! Déjala fuera de esto —termino por alzar la voz—. Es mi novia, no la llames mujer de turno, y es serio por lo que por supuesto que la involucro en la vida de mi hija ¡Por Dios! Lleva años en mi vida siendo mi amiga.

—No dejaré que esa vida rodee a mi sobrina.

—No es tu deber tomar esas decisiones —Le recuerdo—. El padre de Summer yo.

—No creo que hagas mucho.

Respiro hondo antes de conseguir volver a hablar.

—Summer y Breana se aman —Miro a una llorosa Lucy—. Lo has visto, mi hija es feliz cuando están juntas, ella es una gran mujer, jamás rodearía a mi hija de malas personas.

—Ya no nos queda claro si siquiera sabes criarla —deja caer Janice y volteo a mirarla.

Su mirada me hace saber que cree firmemente en esa declaración y no mentiré, duele que alguien a quien mi hija ama tanto tenga esa opinión de mí.

—Janice, creo que... —intenta detenerla Jerry.

—No caeré en otra discusión absurda contigo —interrumpo—. Amo a mi hija como nunca he amado a otra persona, me arrancaría un brazo, el corazón, lo que fuese por ella. Velo por su bienestar, hay noches en las que no duermo preocupado del mundo salvaje que le espera afuera y cómo podrían lastimarla, y cada mañana me despierto queriendo ser suficiente para ella al ser su única figura paterna.

»Celebro que tenga familia materna y que la amen —miro a Lucy antes de dirigir mi atención a Janice—, pero discutir contigo es desgastante. Nunca ves lo bueno, te esfuerzas en desacreditarme y aunque no lo creas duele muchísimo que quien dice amar a mi hija, rebaje mi crianza, mi amor, mi respeto y preocupación por su bienestar. No importa lo que te diga, lo que haga o los límites, nunca paras. Tienes una forma hiriente y cruel de amarla.

Durante largos segundos se hace un silencio y me pongo de pie tomando la mochila de Summer.

—Gracias por la consulta, Jerry, programaré la siguiente sesión de Summer —asiento y me inclino para besar la mejilla de Lucy—. Lamento toda esta situación, pero espero puedas entender por qué me retiro. Eres bienvenida a ver a Summer cuando quieras u organizar conmigo sus visitas a tu casa, no tengo ningún problema.

—¿Entonces simplemente te la llevarás? ¿La alejarás de la familia que ama? ¿No solo perdió a su madre, sino que también le quitas a su tía?

Cuento hasta cinco antes de mirar a Janice para responderle.

—Es que no entiendes nada. Cuando amas y velas por su bienestar, tus sentimientos van de segundo, esa personita se vuelve prioridad. Tener normas para visitarla no implica que quiera alejarla de ti porque nunca lastimaría a mi hija.

—Creo que al final, esto tendrá que arreglarse con abogados —dice poniéndose pie y me tenso—. Supongo que la mejor respuesta la tendrá un juez.

—¡Basta, Janice! —habla Lucy—. No someteremos a Summer a una disputa de custodia cuando Rayan la cuida bastante bien.

—Haré lo que sea mejor para mi sobrina, mamá.

Doy pasos hacia ella y miro hacia abajo para que no se pierda la determinación y advertencia reflejada en mis ojos.

—No hay manera en el maldito mundo en el que me separes de mi hija, Janice. Busca los miles de abogados que desees, llama a cuantos jueces quieras, pero no tienes una idea de las cosas que haría por Summer Davis. Tendrás que intentarlo en otra vida y, sin embargo, siendo tú me lo pensaría porque en esta y mil vidas, nadie me separará de mi hija, mucho menos tú.

»Piensa bien tus batallas, porque yo tengo claras las mías y todo lo que haría por mi hija.

Abre la boca, pero antes de que pueda replicar le hago señas a Summer para que se nos una y no duda en hacerlo con una sonrisa.

—Despídete, niñita, nos vamos.

Mi siempre cariñosa hija abraza a su familia y luego con la mano se despide de Jerry. Tomo su pequeña mano en la mía y me cuelgo su mochila mientras salimos del consultorio en donde con la secretaria programo su próxima sesión.

Bajo en automático el ascensor y camino hasta el auto, ayudándola con el cinturón de seguridad porque necesito demostrarme que está aquí, que no lo hago mal y que ¡Joder! Es mía, mi maldito corazón, mi vida.

—Lamento si no lo hago perfecto, mi niñita, pero trato de ser el mejor papá.

—Papi eres increíble —Me asegura sonriendo—. ¡El mejor!

Le sonrío y odio el nudo en mi garganta. Quiero llorar de frustración.

Beso su frente.

—Gracias, tú eres la mejor hija. Te amo.

—Te amo, papi.

Y me recuerdo que su opinión es todo lo que importa. Ella es feliz y no pueden quitarnos esto.



Hagamos nuestro conteo  que hace mucho no lo hacemos:

1. Jona Davis... (Sospechoso leer de él).

2. Las posibles noticias de Melissa y cómo Rayan se siente al respecto.

3. Momento de amigos y Hot de Stavis.

4. La situación con Janice.

4. Breve, pero contundente momento de Rayan y Summer en el auto.

Nos leemos pronto.

Redes sociales:

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Twitter (X): Darlis_Steff

Espero les guste,

Un beso.

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