OO2 || REENCUENTROS

El color del cielo refleja los sentimientos de quien lo está mirando.

X.

ABIGUEY SMITH.

Las materias que llevaba por mi carrera no estaban tan pesadas gracias al cielo. Las 5 clases que tuve en el día fueron pan comido para mi entendimiento. No pude evitar sentir esa pequeña pizca de emoción por lo bien que iba el día.

Justo ahora me encontraba caminando hacia la cafetería donde había quedado con las chicas en reunirme en la hora del descanso, no sin antes pasar por los nuevos libros que usaría a mi casillero. Saqué el grueso libro de neurobiología, cerré el casillero y me giré para retomar mi rumbo, pero al sentir un leve golpe en mi frente –gracias a que había chocado con alguien– paré en seco.

Froté levemente la zona adolorida y miré a la persona que tenía enfrente mío. Una chica rubia, con unos ojos verdes claros y una nariz respingada me miraba con asombro, casi como si hubiera visto un fantasma.

—¿Estás bien? –pregunté al ver que no decía ni una palabra.

—¿Abi? –su mirada pasó de confusión a asombro al verme– ¡Abiguey!

La chica se abalanzó contra mí y me dio un fuerte abrazo, incluso llegué a pensar que terminaría asfixiándome si no se alejaba lo antes posible.

—Hola –sonreí apenada– ¿Quién eres?

—Casi lo olvidaba –su mirada reflejó tristeza y cierta nostalgia al ver que no la reconocí al instante– Soy Ellie Clifford, fuimos mejores amigas antes de tu accidente.

Abrí mis ojos con sorpresa. ¿Había tenido una mejor amiga antes del accidente? Sé que todo el mundo la tiene en estos tiempos, pero ¿por qué nunca mis padres me dijeron nada sobre ella?

—No te recuerdo, lo siento.

—Lo sé, lo sé. Tus padres se encargaron muy bien en dejar tu vida pasada atrás –pude ver cómo sus ojos verdes se cristalizaban a medida que recordaba, pero ella se encargaba de parpadear varias veces para no echarse a llorar.

—Supongo que se les olvidó mencionarte, es complicado volver a explicar una vida entera después de todo –intenté sonreír para transmitirle confianza, pero al ver que su estado de ánimo seguía igual decidí cambiar de estrategia–: ¡Hey, vamos! A lo mejor si pasamos tiempo juntas pueda tener algunos recuerdos nuestros. ¿Te parece si me acompañas a comer junto a mis amigas?

—Me encantaría –Ellie acomodó su mochila y sonrió ampliamente– Vamos.

Asentí y ambas caminamos hasta la cafetería en una charla muy animada. Verla despertó mi lado curioso, le pedí que me dijera los momentos que pasábamos juntas cuando vivía aquí, y al parecer era todo el tiempo; incluso me llegó a contar las bromas que le hacíamos a las chicas que intentaban meterse con alguna de las dos. Al parecer ambas fuimos como hermanas, nos cuidábamos una a la otra. No sabía que había sido una persona importante para Ellie, no hasta que me narró los hechos de aquella noche del accidente. Cuando se enteró que había entrado en coma y que había perdido la memoria lloró desconsoladamente al saber las condiciones de su mejor amiga. No entiendo por qué aquella vez mis padres no la dejaron verme, le dieron la excusa de que querían que iniciara una nueva vida donde incluía dejar atrás a mis amistades. Y conociendo a mis padres los creía capaces de eso y más.

—Quisiera preguntarte una cosa, Ellie –la rubia me miró con curiosidad y asintió, indicándome que siguiera hablando– ¿Sabes si en el accidente iba con alguien? ¿Un chico, tal vez?

Ellie se quedó seria unos segundos, pero después negó con la cabeza.

—¿Segura?

—Realmente no lo sé. Aquella noche me encontraba en casa de mi prima por una cena familiar que hicieron festejando el cumpleaños de una tía, no llegué a saber si ibas con alguien en ese auto –respondió.

Suspiré frustrada. A lo mejor aquella imagen que tenía al dormir de ese chico eran imaginaciones mías o simplemente una ilusión.

—¿Puedo preguntar por qué? –la curiosidad de Ellie hizo que soltara una pequeña risita.

—Recuerdo unos ojos grises que me miraban con dolor antes de olvidarme de todo –miré al techo unos segundos y suspiré– Estoy segura que es un chico el que iba junto a mí. Cada que lo sueño es... como si fuera real. Incluso pensarlo me pone los pelos de punta.

—Ya veo... –Ellie miró al suelo. Tenía el ligero presentimiento que me ayudaría a saber quién era esa persona y por qué soñaba con él todo el tiempo– ¿Podrías describirlo?

—No lo sé. Solo recuerdo pequeñas partes –intenté hacer memoria a mis últimos sueños, pero nada llegó a mi mente– Lo único que sé de él son sus ojos grises, sus largas y gruesas pestañas y sus perforaciones en las orejas.

—Ah, creo que te refieres a Matthew.

—¿Matthew? ¿En verdad existe?

—Sí, el fue tu nov... –maldecí por lo bajo al escuchar la voz de Keila. Había interrumpido un momento que probablemente hubiera cambiado mi vida.

Al ver que Ellie ya no hacía amago de hablar hice una nota mental con terminar la conversación en otra ocasión. Ambas nos acercamos junto a mis amigas y comenzamos a hablar de nuestro día. Ellie nos habló de la escuela, de quiénes eran los goodboys y las goodgirls en la universidad, lo cual creo fue una mala idea; Keila no paraba de rogarle que se los enseñara para ver a qué chico lograba conquistar. Su sueño frustrado siempre había sido tener una relación con uno de los chicos más guapos de toda una escuela, y al parecer ese sueño se haría realidad si conocía a ese grupo de chicos.

Después de pláticas, anécdotas y de integrar a una nueva amiga al grupo el timbre sonó para indicarnos que el descanso había terminado. Me dirigí sola por los alborotados pasillos y llegué al aula 306, el aula de neurobiología.

La señorita Hanno nos comenzó a hablar sobre la materia, cómo evaluaría y demás; estaba tan ensimismada escribiendo todo lo que creía que debería recordar cuando sentí un escalofrío recorriendo mi espina dorsal. Sabía lo que eso significaba, así que dejé de tomar apuntes y miré a mi alrededor en busca de aquella persona que no me quitaba la mirada de encima. Mis ojos caían en todas las personas del lugar pero ninguna estaba observándome, no de la forma en que sentía que lo hacían.

Me encogí de hombros y seguí prestando atención.

Y así transcurrió el día, de clase en clase y en pequeños intervalos de receso hasta que por fin la esperada hora de salida llegó. La aglomeración de alumnos –por alguna extraña razón– estaba situada fuera del enorme edificio. Cada quien estaba con su respectivo grupo de amigos y no tardé en ver la melena negra de Keila. Me aproximé a ellas y reí al ver que Amy estaba roja como un tomate.

—¿Qué pasa? –pregunté al llegar. Ahora que estaba a centímetros de la castaña podía observarla mejor.

—Pasa que la futura doctora acaba de tener su primer encuentro de amor –respondió Keila entre risas.

—Fue un accidente, no hay nada de amor en esto –los nervios de Amy se veían a kilómetros de distancia, tanto que no pude reprimir la carcajada que salió de mi garganta– ¡Basta! Realmente son increíbles.

—Tranquila, ya será hora para el momento más esperado de Keila, mío y, aunque no quieras admitirlo, tuyo –con mi dedo índice toqué su pecho levemente y sonreí– No le tengas miedo al amor, Amy.

—No le tengo miedo –juraría que esta chica es realmente tierna cuando se enoja. Creo que por eso la ojiverde la molestaba en cada oportunidad que se le presentaba– Deberían dedicarse a estudiar.

—Es como si dijeras que deje de salir de fiesta, duh –Keila rodó los ojos divertida y miró hacia la entrada del edificio– Uy, agárrenme porque me desmayo.

Un grupo de chicos demasiado atractivos salían del enorme plantel. No tardaron en llamar la atención de todos a su alrededor, así que supuse que serían los goodboys que Ellie nos había mencionado en la cafetería.

Parecía que se habían puesto de acuerdo con la naturaleza porque cuando salieron el aire movía sus cabellos y su ropa de una forma extremadamente sexy. Y como si no fuera menos uno de ellos llamó mi atención. Bueno, dos de ellos, tal vez.

Abrí mis ojos como platos al ver que Theo formaba parte de esos goodboys, y cómo no si de verdad estaba guapo.

—Theo Lombrad es uno de ellos –dije demasiado alto como para que mis amigas me escucharan.

—¿Y quién de esos bombones es Theo? –preguntó Keila con la mirada fija en ese grupo de chicos que seguían bajando lentamente las escaleras.

—¿Cómo es que lo conoces? –la pregunta de Amy me tomó desprevenida.

—Respondiendo a tu pregunta, Keila, es el que aparentemente es uno de los líderes de ese grupo, el que lleva una camisa de botones desabrochada dejando ver su camisa blanca que lleva debajo –describí a Theo con peras y manzanas porque estaba segura que Keila no iba a reconocerlo si le hablaba por rasgos físicos– Y respondiendo a la tuya, Amy, fue porque... Bueno, digamos que me distraje un poco y lo atropellé por accidente yendo a comprar la comida –sonreí apenada.

—¿¡Que hiciste qué!? –gritaron ambas al unísono.

—Shh –tapé la boca de ambas. Keila pasó su lengua por mi palma provocando que la apartara inmediatamente– ¡Eres una asquerosa, Hamilton!

—No sería yo si no lo hiciera –se encogió de hombros y miró sobre mi hombro– Oh, por Dios. Creo que me voy a desmayar.

Me giré y me sorprendí al ver que todos a nuestro alrededor habían dado un paso atrás y habían abierto una especie de camino. Los goodboys caminaron despreocupadamente por el pequeño camino y se dirigían a paso decidido hasta nosotras. Comencé a ponerme nerviosa al ver lo guapos que eran todos de cerca. Una sonrisa que provocó suspiros de las chicas que nos rodeaban apareció en el rostro de Theo al vernos; los demás solo sonreían de lado.

—¡Abiguey, que sorpresa! –Theo me dio un pequeño abrazo y me tomó por los hombros– No esperaba verte aquí.

—Ni yo, y mucho menos que formaras parte de un grupo de goodboys –respondí sincera.

Al parecer mi comentario dio gracia; Theo soltó una carcajada que seguidamente fue acompañada de sus colegas y las personas a nuestro alrededor. Pude sentir como la sangre comenzó a subir por mi rostro y no pude evitar poner mi largo cabello sobre mi cara para ocultarlo.

«Deberías ahorrarte ese tipo de comentarios, Smith».

—Eres muy graciosa, Abi –Theo se limpió una lágrima imaginaria y miró sobre mis hombros– ¡Oh, miren! Al parecer son tres caras nuevas las que están en esta universidad.

—Hola –la castaña colocó un mechón rebelde de cabello detrás de su oreja y sonrió tímida– Soy Amy Sellers.

—Y yo Keila Hamilton –la ojiverde sonrió de oreja a oreja y extendió su mano a forma de saludo.

—Soy Theo Lombrad –Theo sonrió y empezó a señalar a sus amigos conforme los iba presentando– Él es Elio Rossi, él Luke Harris, este es Collin Ford y, no menos importante, mi hermano Matthew Andersson.

El último mencionado fue el segundo chico que había llamado mi atención; parecía el típico chico malo de novela. Sus enormes expansiones que colgaban de sus orejas me asombraron por su tamaño, sus ojos eran de un intenso gris que con tan solo verlos hacía que viajara a otro mundo, la mayor parte de su brazo derecho estaba tatuado, sus músculos se remarcaban con su playera roja pegada que iba a juego con su playera de cuadros azul; sus manos estaban metidas en sus bolsillos del pantalón y parecía que no estaba prestando atención a su alrededor, tenía su mirada perdida en algún lado del lugar.

—Matt es el chico especial de nosotros. Es... impredecible –Theo se encogió de hombros y rodeó a las chicas por los hombros– Sería un gusto para mí darles un tour por el lugar.

—Yo creo que así estoy bien –Amy bajó lentamente el brazo de Theo y me miró suplicante.

—¡Para mí sería un gusto! Me gustaría conocer las mejores áreas de la zona, dónde se reúnen, cuáles son sus mesas en las cafeterías y... –al ver que todo el mundo la miraba confundida, Keila sonrió nerviosa– Digo, es para irme familiarizando.

—Eres una chica interesante –Theo observó detalladamente a mi amiga y sonrió satisfecho– Me agrada.

Rodeé los ojos divertida y tomé de la muñeca a Amy para sacarla de esa situación tan incómoda para alguien tan tranquila como ella. Al parecer a Theo no le importó lo suficiente y se fue con Keila mientras sus amigos iban detrás de él. Las personas alrededor dejaron de mirarnos curiosos y siguieron con las pláticas animadas que habían dejado pendiente hacía unos momentos atrás.

Miré a Amy y esta simplemente se encogió de hombros. Le indiqué levemente que nos dirigiéramos al Toyota para ir al departamento, ambas estábamos agotadas y queríamos empezar a estudiar un poco más a fondo nuestras respectivas materias. Keila casi no se preocupaba por estudiar, y por alguna extraña razón no salía tan mal en las materias. Amy y yo siempre nos preguntábamos cómo lograba mantenerse, pero nunca teníamos una respuesta concreta.

Estábamos cerca del auto cuando miré por encima de él; un grupo de chicas muy bonitas estaban charlando animadamente en una de las mesas de piedra que estaba junto a un árbol, todas menos una. La chica bebía de su malteada de fresa mientras me observaba con detenimiento. Me sentí tan incómoda por su mirada intensa que le quité el seguro al auto y me subí. Mi amiga pudo darse cuenta de mi cambio repentino que no pasó de ello.

—Este ha sido un día muy extraño y creo que tú también lo estás. ¿Qué pasa? –preguntó desde el asiento del copiloto.

—Estoy de acuerdo contigo –asentí– Pero no tengo nada.

—Abi...

—Está bien, puede que tenga algo –resoplé rendida– Pero es un tema muy extenso y delicado. Me gustaría que tú y Keila lo supieran... Ya es hora de hablarles de mi pasado.

—¿Ese del que tanto te cuesta hablar? –reí al momento de ver la cara de sorpresa que puso Amy.

—Exactamente ese.

Amy asintió y no dijo nada más, solo miró por la ventana y agradecí que entendiera que me ponía mal al hablar sobre un tema delicado como lo era el de mi pasado.

El camino al departamento fue silencioso, nadie dijo una palabra. No me encontraba incómoda por eso, al contrario, la compañía de Amy era agradable que su simple presencia reconfortaba a uno. Podía estar todo el día sin decir ni una palabra a su lado y no me sentiría incómoda, en absoluto. La castaña transmitía una paz y tranquilidad que no cualquier persona lo hacía.

Al llegar al departamento me despedí de Amy y me encerré en mi habitación. Por alguna extraña razón mi mente no dejaba de pensar en ese chico que no hablaba, que su mirada estaba totalmente perdida que ni siquiera se tomó la molestia de mirar a mis amigas o a mí.

Matthew era su nombre; en mi mente fue el último nombre que apareció como si de un tatuaje que quisiera plantarse en mi alma se tratase.

Uyuyuyyyy, ¿prefieren que Abiguey se entere de quién es ese chico o que se quede como está?

En una situación como esa sé que me volvería loca por tantas preguntas 😂

Sin más, espero que vayan disfrutando de esto :)

Los lee; Luz Follower ❤️

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