Capítulo veintitrés.
Revuelvo todas sus cosas causando más desastre, me levanté, no había nada en los cajones, entonces fui al armario, era mi segunda opción, saqué, saqué y volví a sacar la misma ropa. Nada.
Lanzo todo al suelo, la situación comienza a desesperarme, su celular vibra, un mensaje.
Número desconocido: Sé a quién buscas, ¿intentaras evadirme?
¿Número desconocido? Esto se volvía más complicado. El teléfono yace en la mesa con una contraseña, lo tomo y el mouse de la computadora se mueve, activando la pantalla. Ahora mi vista se centra en ésta.
¿Tres? ¿Está buscando a Tres?
Dirijo el mouse al historial, había estado buscándome, a Ingrid, a Thomas, incluso a un tal Dez Wild, estaba desconfiando de todos, entonces en un momento de frustración golpeo el escritorio y se escucha como algo cae, un golpe seco. Miro por detrás y es una libreta.
— ¡Bingo! —Dije con victoria.
La tomo, con un poco de dificultad, la abro.
Fotos, información, personas, escritos; la letra y el texto pedían ayuda, se notaba como lloraba junto a Kaley, con sus lágrimas que se deslizaban por su rostro y caían a las hojas, y hacían un especial ruido con la caligrafía.
Entonces me di cuenta que había sido un error enviarla a un lugar donde más enloquecería, pero tal vez, sólo tal vez, pudiera recuperarse y volver a ser mi hermana menor con su total cordura.
Me senté en el borde de la cama, pensando y acerqué mi pie y por accidente golpeé una caja. Me paré y la saqué. Eran las cartas.
Todas las cartas con sus respectivas flores.
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