— ¿Disculpa? — Respondió. Tuve un bajón. ¿Pero y si no?

— ¿E-Eres t-tres? —Tartamudeé. Negó y comenzó a reírse.

—Ese pobre salió ayer.

¿Lo conoce?

— ¿Lo conoces? — Asintió. Esto era genial. Pero... ¿Y si era mentira que lo conoce?, no debería de confiar en él. —¿Qué enfermedad tienes? —Curioseé. Me enseñó su brazalete.

Nombre: Axel Clark.
Edad: 25 años.
Enfermedad: Trastorno bipolar (En rehabilitación).

— ¿Rehabilitación? —Asintió.

—Estoy casi curado, me faltan completar algunos medicamentos, en un mes salgo. —Expresó demasiado contento, dio pequeños saltos de alegría. Alguien normal, por fin, al menos casi normal. —Después de seis años volveré a ver la luz del sol.

¿Seis? ¡Que horrible! Pasar tu juventud detrás de medicamentos.

—Si, es horrible. —Al parecer había hablado en voz alta. —Pero, ¿sabes?, nunca me rendí. —Se acercó a mí. —Enfrenta tus miedos y sigue en pie, porque nadie, absolutamente nadie, estará ahí cuando más lo necesites, aprende a nadar en la tormenta, a generar fuego en la helada, a ser agua en medio de erupciones volcánicas y sobre todo aprende a seguir siempre avanzando. No lo olvides.

Lo más creativo, lo más profundo me lo había dicho una persona que superó su trastorno bipolar, y aprendí que siempre la persona que perdió, intentará decirte que tienes la oportunidad de ganar.