Siento una mano sobre mí, volteo asustada.

—Perdona por molestarte. —Dijo un chico de mi edad, parecía normal. — ¿Me dijiste que me odias? —Dijo tristemente, negué rápidamente, bajó la cabeza.

— ¡Hey!, mírame. —Me acerqué. — Nada de lo escuchas, lo que veas es real, confía en mí, te recuperarás y saldrás de este lugar. —Lo abracé, todavía seguía siendo Kaley, la favorita de papá, alegre, quien intentaba sacar una sonrisa a todo momento, todavía no me perdía y eso era bueno.

— ¿Cómo te llamas?, ¿quieres ser mi amigo? —Le sonreí. Asintió.

—Onix Drummond.

— ¡Que bonito nombre! —Dije y lo tomé de la mano, fuimos por algo de comer.

— ¿Qué es lo que tienes? —Pregunté, como respuesta mostró un brazalete que tenía en la muñeca derecha.

Nombre: Onix Drummond
Edad: 20 años
Enfermedad: Depresión grave psicótica.

No me había dado cuenta de que tenía uno. Yo le mostré el mío.

Nombre: Kaley Novack
Edad: 24 años
Enfermedad: Paranoia TNE (Tipo no especificado)

—Estás vieja. —Rió.

— ¿Te digo algo? Yo entré aquí por error. No soy paranoica... al menos eso creo. —Digo mirando a la nada.

Un chico nos interrumpe.

—Te dije que me esperaras Onix. — El chico se percató de mi presencia y me brindó una sonrisa. — ¿Y ésta hermosa mujer?

Me sentía adulada, ya que por un momento había olvidado que estaba entre locos. Sonreí ante el pensamiento.

—Kaley Novack.

—Axel Clark. Nuestros apellidos riman, ¿coincidencia? no lo creo, cariño.

Cariño, por un momento recordé a tres, estaba ahí, ¿y si era él?

—Ven a desayunar conmigo. —Dijo y sonrió. ¿Es él?, ¿ES ÉL?

— ¿Tres? —Me levanté de golpe.