Capítulo treinta y siete.
La pesadilla comenzaba de nuevo, pero esta vez parecía más real, más cerca en donde ya no podía huir. Aquella noche habíamos tenido que dormir en un pequeño hotel cerca de la cuidad. Esa lobreguez todos estaban desconcertados puesto que antes de que llegara, estaban investigando a este tipo, quien decía comprar la casa, que resultó ser Tres.
Días antes había matado a un hombre llamado Will Codes, trabajaba en bienes raíces pero algo irónico es que hacía el trabajo para darles una casa a quienes necesitaban, tenía una hija llamada Leah, una pequeña que había quedado huérfana, ya que hacía pisando los tres años había muerto su madre de un infarto, la única figura paterna había muerto, y sentía que era mi culpa. Por alguna extraña razón, a mi y a Richard nos recordaba a Iris. La encontramos en menos de una semana, estaba en la calle donde solía vivir, vendiendo dulces e intentando vivir. Una mañana cuando dormía le llevamos comida y la arropamos, cuando despertó jugamos con ella y al último, nos la llevamos a casa.
— ¿Mundo Kaley? —Axel poco a poco mejoró con ayuda de mi y su pequeño alrededor, igual que Ónix, el mes pasó desde aquella noche que nos escabullimos del hospital psiquiátrico o cárcel. Mi madre se quedó una semana con nosotros, puesto que después de una noche hablando con Richard, se fue, al día siguiente tuvo un bajón muy fuerte, se quedó sin comer por casi una semana, era depresión, pero ningún psicólogo, pudo hallar el por qué.
Mi mejor amiga por fin entendió lo que pasaba, veía las cartas llegar al igual que las flores.
Todo iba... relativamente bien, aunque todavía tenía miedo. Axel me había sugerido que practicara un arte marcial. Así lo hice. Seguían y seguían las cartas. Pero especialmente una llamó demasiado mi atención.
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