Capítulo siete.
7
Dos días después.
Thomas me recibió afuera de mi casa, me dio los buenos días y me entregó una pequeña rosa.
—Que linda se ve el día de hoy —musitó un poco atontado, llevé mi mano a la boca, y solté una pequeña risita—. ¿Me escuchó?, perdóneme.
—Tu también te ves lindo —comenté.
—Gracias señora Novack.
«Kaley Novack.»
El recuerdo de la carta me sacó de la realidad un segundo, ¿y si Thomas era quien mandaba las cartas? Su actuación había sido perfecta, no como en su carta dice que tiene algunas «voces». Mi expresión cambió, y él lo notó al instante.
— ¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llame a su hermano? —negué. Él intentó tomarme del brazo pero me alejé con miedo, comencé a horrorizar mi mirada intentando caminar a mi casa. La respiración se me iba—. ¡Señora! —. La vista se me iba, ¿si no era Thomas?, ¿quién más iba a ser?, ¿por qué yo?, ¿y si no iba a parar?, ¿tendré que irme?, ¿con miedo? Crucé la calle. Tantas preguntas y no vi aquel carro gris, éste frenó de golpe, para después comenzar a sonar el claxon por un largo tiempo, me aturdí por el sonido.
Vi mi buzón, estos dos días Tres me había mandado cartas.
Primero leí la de ayer.
Supe que te fuiste con tu hermano, él es un buen tipo, pero no es para ti, sólo yo, Kaley.
Yo te merezco, ¿me leíste bien? No eres la basura que ellos creen que eres, para mí eres la luna en su máximo esplendor.
Perdona la mancha de sangre, un pajarito no paraba de molestarme mientras escribía en el parque, tuve que matarlo.
Si lo hubieras visto, te hubiera fascinado, pues te gustan mucho los pájaros, eso decías de pequeña, ¿no?
Con amor, Tres.
¿De pequeña?, entonces Thomas no había sido, puesto que a él le conocí cuando recién me mudé a Phoenix. Él no había sido parte de mi pasado, sin embargo Tres, sí. Dejé la carta reciente en el buró, pues ya estaba lo bastante fastidiada, aturdida y sobre todo temerosa.
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