Capítulo diecisiete.
Ya habían pasado dos días de cuando desperté, las cartas seguían llegando, y mi paranoia se aumentaba más y más. Caminaba al lado de mi hermano, los dos vestíamos ropa color negro, pues nos dirigíamos al funeral de Iris. ¿Por qué a ella? Tres había respondido mi carta y en una de ellas mencionó un "Perdón por todo, soy un patán" y cosas que insultaban su ser, no lo contradeciré puesto a que tiene verdad.
Ningún humano en su sano juicio enviaría un dedo a su "amada", ni la intentaría violar, ni mataría a la hija de su hermano por celos. Y hablando de Richard, ahora él vive conmigo. Después de que un hijo muere, los padres ya no son lo mismo, es un campo protector que a cada día se rompe más y más. Ingrid había pedido el divorcio, ya que ella no superaba su pérdida y Richard quería hacerle entender que ya no iba a tener a una hija pequeña, que ya no iba a estar Iris a su lado, nada más en su corazón. Nada realmente muere si sigue en tu memoria y permanece en tu alma.
—Estamos reunidos, para despedir a nuestra hermana Iris Novack, que perdió la vida a sus apenas ocho años de edad.
Richard estaba pensando seriamente en llevarme con algún psicólogo, o psiquiatra, piensa que ya perdí la cabeza, pero no sabe lo que se siente esto. Miré hacia mis zapatos, encontré tres flores y una nota. Comencé a transpirar, observé a mi alrededor, en busca de algo que era nada. Las tomé.
Kaley, ¿me necesitas?
Thomas.
¿Tres flores? ¿Thomas?
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