Capítulo cuatro.

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   Ayer te observé mientras leías la carta... Tu rostro se volvió preocupado y lleno de miedo, tomaste el teléfono y ahora tu hermano cuida la casa. Me tienes miedo porque piensas que te haré daño... pero te prometo, que yo no lo haré. Yo no... mi subconsciente, no lo sé. No sólo soy yo. Es mi cuerpo, pero mi mente es más poderosa que yo.

Te aprecia, Tres.

P.D.: Espero te gusten los claveles.
P.D.2: Esta carta no lleva ninguna mancha porque la escribí yo, un ordinal hombre, al menos, lo que queda de él.

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