Fecha de nacimiento: Desconocida.

Lugar de nacimiento: Desconocido

Edad: 900 (aproximada)

Rasgos distintivos: Cabello violeta, ojos del mismo color. Tez pálida. Complexión delgada.

Carácter: Inocente, asustadiza, tiende a llorar cuando las situaciones la superan, pero explosiva en algunos casos. Hubo un momento en que resultó ser fría e indiferente hasta que pudo conocer el mundo exterior. Es curiosa y amable, pero tiene un lado cobarde y tiende a no ocuparse de sus responsabilidades. Varios de estos defectos los supo superar con el tiempo.

Aficiones: cocinar y dibujar.

Miedos, fobias o manías: Teme quedarse sola o morir sin que nadie la recuerde. Las tormentas.

Sueños u objetivos: Hacer del Territorio Violeta un lugar mejor.

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Ha sido la primera y única Diosa del Territorio hasta el momento (Libro II, Rojo), estando en el interior del Cubo por más de ochocientos años. Huye de él en el año 988 D.F.M (Después del Fin del Mundo), conociendo así a Loy Sturluson.

No hay información de su nacimiento o de sus progenitores. Los únicos que sabían poco y nada al respecto eran los Ancestros, pero Dana nunca indagó o mostró señales de interés sobre sus orígenes. Quizá en realidad no quería saber ya que consideraba a Júpiter, Lambda y a Ozai como sus familiares, pero si en algún momento sintiera curiosidad, el Cubo aún guardaba memoria de ello.

Incluso si tuviéramos el poder de consultar directamente con el Cubo Violeta, como un viejo sabio de antaño, nos contaría algo así con su profunda voz etérea:

—Elenys era el nombre de la muchacha, y tenía apenas quince años. En aquellos tiempos en que la humanidad se volvía a alzar luego de casi un siglo del Fin del Mundo, ella apenas trabajaba en la casa de una familia más privilegiada. Incluso en aquellos tiempos había diferencias entre los que podían obtener más y los que no.

»Estaba verdaderamente enamorada del hijo de los dueños de la casa. El muchacho estaba casado, y era siete años mayor que ella. Pero su mente perversa no dejó pasar la oportunidad y la engañó con falsas promesas, cosas típicas de humanos.

»El problema fue el día en que ella le dijo con una sonrisa radiante que esperaba un bebé. Una sonrisa de verdadera felicidad, ya que ella había podido tener lo que la esposa no. Pero los humanos son seres despreciables y lo único que obtuvo a cambio fue que la corrieran del trabajo. La madre de Elenys también la despreció por no atenerse a los principios, esos principios que seguían arraigados desde mucho antes del Fin del Mundo.

»Sola, sin nadie, terminó vagando por los caminos boscosos que rodeaban el Castillo del Cubo. El famoso lugar donde tres Ancestros aguardaba la llegada del Dios que yo elegiría. Ella me dedicó una plegaria llena de lágrimas mientras se desvanecía de hambre y frío junto a los árboles más robustos. Pensando que sería una buena oportunidad, guié un leñador hasta allí, quien la encontró y la cuidó, dejándola que viviera en su granja.

»El tiempo pasó y el embarazo se hizo evidente. El leñador no preguntó nada.

»El día en que él fue al pueblo a comprar provisiones, un ocho de marzo, ella entró en trabajo de parto. Sola y desamparada, hizo lo que pudo para traer el bebé al mundo. Entre gritos y dolor, tendida sobre el heno del corral de caballos, dio a luz a una pequeña de cabello y ojos violeta, de un color tan intenso que no dejó lugar a dudas a Elenys de quién era y quién iba a ser.

»Iba a ser el futuro.

»Para cuando el leñador volvió, Elenys había fallecido, y una pequeña bebé estaba prendida a su pecho. Y ante ese marco asolador, hizo lo único que podía hacer: dejar a la futura Diosa en las puertas del Castillo y dio un entierro digno a la joven que había dado a luz a la esperanza del Territorio.

»Quizá fue porque esa historia quedó marcada en mí, o porque quería que el destino obrara en favor de la única Diosa que conocí, no pude evitar que el que salvara a Dana una vez más fuera de la misma sangre que el leñador. Su nombre era Mikoil Sturluson.

»El resto de la historia, ya la conocen.