Interludio - Akane Takebayashi

La oscuridad envolvía la mente de Akane Takebayashi, un vacío profundo y silencioso donde solo existía ella y sus pensamientos. Sentía su cuerpo como una cárcel distante, cada latido de su corazón era un eco lejano, cada respiración un recordatorio tenue de su fragilidad.

— Así que esto es morir — Pensó, sintiendo la cercanía de su fin —Siempre pensé que sería más aterrador —

No había pánico en su interior, solo una extraña calma, una aceptación que había llegado con el tiempo y el sufrimiento. Había luchado tanto, cada día una batalla contra el dolor, cada noche un enfrentamiento con la desesperanza. Ahora, en estos últimos momentos, la resistencia se había desvanecido, dejándola con una serenidad inesperada.

Sin embargo, junto a esta calma, persistía un deseo vehemente de vivir. La mente de Akane se llenaba de recuerdos, pequeños destellos de felicidad que se negaban a apagarse. Las risas compartidas con las niñas, los abrazos cálidos de su padre y cuñada, los días soleados y las noches estrelladas que compartió con Fuutarou. Cada memoria era un tesoro, una chispa de vida que aún ardía en su interior.

— ¿Por qué tengo que irme ahora?— Se preguntó, sintiendo una punzada de tristeza —Hay tanto que todavía quiero hacer, tanto que aún no he experimentado... Tanto que quiero compartir con ellos —

El deseo de vivir se alzaba en su mente como una llama débil pero persistente. Quería sentir la brisa fresca del amanecer, ver el brillo de las estrellas una vez más, escuchar las risas de las niñas jugando. Quería amar y ser amada, reír hasta que le doliera el estómago, llorar hasta quedarse sin lágrimas. La vida, en su esencia más pura, le parecía ahora tan valiosa, tan hermosa, y dejarla atrás era una idea desgarradora. Pero ella ya había aceptado en parte su destino.

— Si tan solo tuviera más tiempo…—
Pensó, aferrándose a esa esperanza imposible. El tiempo, ese bien tan preciado, se deslizaba entre sus dedos como arena. Cada segundo que pasaba la acercaba más a la oscuridad definitiva.

A medida que su mente vagaba por estos pensamientos, una aceptación gradual se asentaba en ella. La muerte no era un enemigo, sino una parte inevitable del ciclo de la vida. Había luchado con todas sus fuerzas, había vivido con intensidad, y ahora, el descanso parecía un refugio, una liberación de su sufrimiento.

— No quiero irme… Pero tal vez está bien — Se dijo a sí misma, tratando de encontrar consuelo en esa dualidad. La vida y la muerte eran dos caras de la misma moneda, y aunque su deseo de vivir ardía con fuerza, la aceptación de su destino traía consigo una profunda carga — Fuutarou-san no debe estar encadenado a mi... Yo, jamás podré ser lo que ellas fueron para el —

En su mente, Akane se permitió un último pensamiento: La vida había sido un viaje lleno de altibajos, de alegrías y tristezas, y aunque su camino llegaba a su fin, los momentos vividos perdurarían en su corazón. Con esta comprensión, dejó que la oscuridad la envolviera por completo, llevándose consigo la belleza de una vida bien vivida.

La mente de Akane Takebayashi era un torbellino de emociones mientras sentía cómo la vida lentamente se escapaba de su cuerpo. En medio de la negrura que la rodeaba, su corazón palpitaba con una mezcla de tristeza, resignación y una paz extraña.

Había hecho todo lo posible por ganarse el amor de Fuutarou. Cada sonrisa, cada palabra amable, cada momento compartido,  era un intento de convertirse en alguien importante en su vida. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, siempre hubo una barrera insuperable: las quintillizas.

Las quintillizas Nakano, cada una de esas mujeres que lo abandonaron, aún llenaban un espacio en el corazón de Fuutarou que Akane nunca pudo ocupar. Y a medida que pasaba el tiempo, se había dado cuenta de que su amor por él no era suficiente para romper el apego que el sentía por ellas.

—¿Por qué no pude ser suficiente? — Pensaba Akane  — ¿Por qué no pude ocupar ese lugar en su vida? No era mi intención, pero... Al final, no pude dejar de desearlo —

Pero en lugar de rendirse a la desesperación en su momento, Akane había tomado una decisión que, aunque dolorosa, le había permitido encontrar una forma de felicidad. Decidió vivir una mentira. Había creado un mundo en el que Fuutarou la amaba, en el que sus esfuerzos eran recompensados con afecto genuino.

Cada vez que se miraba en el espejo, se convencía a sí misma de que era amada, que era especial para Fuutarou. Cada vez que lo veía, sonreía y pretendía que él, las niñas y ella formaban una gran familia feliz. Esa ilusión le había permitido continuar, le había dado fuerzas para enfrentar cada día con una sonrisa.

— Fue una mentira, pero fue una mentira hermosa... Se sintió, que fue tan real —
Pensaba ahora, mientras los recuerdos se agolpaban en su mente. Recordaba las risas compartidas, las conversaciones en las que reían juntos. Recordaba las noches en las que se dormía imaginando un futuro juntos, un futuro que en lo profundo de su corazón, sabía que no llegaría.

Había vivido esa mentira con tanta intensidad que, de alguna manera, se había convertido en su realidad. Y aunque sabía que no era cierto, esa fantasía le había dado una forma de felicidad que nunca habría encontrado de otra manera.

— Se sintió así, pero... No fue real, pero fue suficiente —
Se dijo a sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud. Había encontrado una manera de vivir, una manera de amar, incluso si todo había sido una ilusión.

En sus últimos momentos, Akane aceptó esa dualidad. Había amado con todo su ser, aunque no había sido correspondida de la manera que deseaba. Había creado un mundo en el que podía ser feliz, aunque fuera solo en su mente. Y ahora, mientras la oscuridad la envolvía, se aferraba a esos recuerdos, a esas mentiras hermosas que le habían dado una razón para seguir adelante.

" No… no puede terminar así. No estoy lista para irme, aún hay tanto que quiero hacer"

Una gran desesperación resonaba en su mente, negandose rotundamente al destino que ya había aceptado.

"Respira, Akane, respira. No puedes rendirte ahora. Hay sueños que aún no he alcanzado, metas que aún no he logrado. Fuutarou-san…  Nunca supo cuánto lo amé de verdad, quiero decirle toda la verdad, del como me siento y lo que realmente deseo"

Akane tenía un gran deseo, y ese deseo aún la aferraba a la vida.

"No es justo. He dado todo de mí, he tratado de ser feliz con una mentira, pero… quiero más. Quiero vivir de verdad, sentir de verdad. No quiero que todo termine con este vacío"

Lo que ella quería era algo genuino.

Una relación en la que no hubieran mentiras, en la que pudiera ser libre, en la que no tuviera que aparentar quien no es.

En este mundo, la gente vive con miedo de mostrar sus gustos por el simple hecho de "¿Qué van a decir los demás?"

Esa frase nos dice que las relaciones qué duran, son aquellas en las que uno se desata de esa máscara. Y demuestra su verdadera personalidad.

Desde que conoció a Fuutarou, Akane lo considero alguien genuino. Alguien que sin importar que no dejaría de ser el mismo. A alguien que nunca le importo lo que pensaran los demás.

Ella lo admiraba, y luego empezó a amarlo. Por eso, se negó a la idea de que el siguiera soportando tanto dolor.

Esto no se basa en el entendimiento mutuo, amistad o compañerismo. Se basa en comprender al otro, en como Akane deseaba comprender a Fuutarou.

"He tocado algunos corazones, lo sé, pero no es suficiente. Quiero más tiempo. Quiero luchar por mi lugar en este mundo, quiero que Fuutarou me vea, realmente me vea. Quiero reír, llorar, amar… Quiero vivir…"

"No puedo aceptar esto. No puedo simplemente… dejar ir. Aún hay tanto en mi corazón, tantas palabras no dichas, tantos momentos no vividos... Dios, si realmente estás allí, por favor... Dame una oportunidad de decirle toda la verdad..."

"No quiero ser solo un recuerdo. Quiero ser… quiero ser..."

Las palabras en su mente se desvanecen en un susurro, mientras la oscuridad la envuelve, llevándose consigo su desesperación y su último deseo de vivir.

Con un último suspiro, Akane permitió que la paz la inundara. La mentira había sido su refugio, su consuelo, y en esos momentos finales, se permitió encontrar consuelo en esa felicidad imaginaria, sabiendo que, al final, había encontrado una manera de ser feliz, aunque fuera solo en su corazón.

(...)

—¡¿.....?! — Entre suspiros agitados abrió sus ojos, su alrededor era borroso pero estaba teñido de un color blanco —  A-Aa..... —

Todo era borroso, con dificultad observó su alrededor, su cuerpo estaba conectado a varias máquinas y varias siluetas se movían de manera agitada en la habitación de un lado a otro.

— N-No.... No quiero... Morir —

Nota del autor.

Capítulo corto. Que originalmente noestaba en el guión. Esto es más un interludio sobre los verdaderos pensamientos de nuestra niña ❤️

Akane tenía un deseo, y es el término que tanto aman :D

Sin embargo, este término trascendió a algo más. Más allá de un deseo egoísta. Más allá de las apariencias, sin embargo ¿Cúal es el contexto detrás de esto?

Y si, no es nada castroso.

El término no es igual de definido que en Responsabilidad al quintuple, tiene un significado distinto y si, solo lo veremos en un capítulo más.

Pero este interludio qué complementa la trama nos drua varias dudas.

¿En que lugar despertó Akane?

¿Donde y cuando ella se enamoro de Fuutarou? ¿Por qué lo hizo?

¿Acaso Akane realmente cumplió/cumplirá su deseo? ¡Esto si que es importante así que me encantaría leerlos!

Pero a la vez, el contexto es algo triste... El deseo profundo de vivir, de compartir y ser.

¿Qué les pareció esta parte que complementa el desarrollo de Takebayashi?

¿Les gustó?

¿Qué seguirá en el futuro?

Sin más que decir les doy un abrazo psicologico y nos vemos en próximas actualizaciones.

Si le dan amor a este complemento, les traigo el capitulo completo lo más pronto que se pueda ❤️

Chao chao!

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