XIII

Capítulo XIII

Ava

Año: 233 D.M

24 horas después del Fuovlem

Gremio: Vicus



Ava entornó los ojos en medio del espectáculo sangriento.

Había echado eso de menos: la expresión que ponían antes de morir. La forma en que la balanza se estremecía y temblaba antes de equilibrarse.

Ava veía la luz que emergía de lo profundo de sus cuerpos, la energía tibia que se desparramaba a tirones tras su último aliento.

Desde el inicio de los tiempos, Ava había recogido y conducido las almas de los humanos hacia el más allá, un lugar especial para aquellos que demostraban valía en el campo de batalla.

Los salvaba.

Y luego los depositaba en los brazos del padre de los caídos. El que lo sabe y lo ve todo.

Los recibía, complacía, y coleccionaba; como si se tratasen de armas que aguardan la oportunidad de ser empuñadas.

Listas para ser usadas en la guerra del fin del mundo.

¡Los dioses se veng- —exclamó el hombre en el estrado antes de que su cuello fuese rebanado por Ankla. La sangre chorreó a toda prisa de la cavidad mutilada.

Lástima que esta familia jamás podría serle de utilidad al viejo, pensó Ava.

Por lo tanto, ella no podía intervenir. Sin importar lo mucho que le escociecen los dedos por actuar. Sin importar la opresión que le embargaba al ver los rostros aterrados de sus queridos humanos.

Ava estaba atada, aprisionada por su propia voluntad.

Uno de los niños en el público regurgitó bilis al ver cómo el riachuelo escarlata le había manchado el traje. Los padres, a su lado, sollozaban en silencio.

¡Límpiate rápido! —Le murmuraron—. Los Naviis no pueden verte en ese estado.

La multitud se tensaba, presa de espasmos incontrolables. El terror desdibujaba sus facciones, amenazando con paralizarlos en cualquier instante.

Ellos no lo decían, pero Ava lo percibía en el aire.

Querían huir.

Y no podían, porque al igual que ella, eran solo herramientas. Piezas de ajedrez en el macabro juego de los dioses.

—Es la primera vez que hacen algo tan horrendo —susurró un adolescente.

—Eso es porque nunca han habido grandes disturbios en los Gremios, hasta ahora... —respondió alguien más.

—Mamá, ellos eran nuestros vecinos —El niño pequeño temblaba mientras hablaba—. La señora Park me regaló un chocolate ayer, ¿por qué la están matando?

—Ella quiso dañar al régimen, dulzura —La madre abrazó a su hijo con fuerza mientras este último estallaba en lágrimas—. Las personas revoltosas no suelen durar mucho por aquí. No seas malcriado, o podrías terminar como ellos.

El niño se aferró al pecho de su madre, rogando para que no se llevaran y mataran a su familia después.

Ava sintió como se le formaba un nudo en la garganta.

Los Naviis pisotearon las cabezas cercenadas con una sonrisa extraña en los labios, lo disfrutaban. Trazaron con los dedos ensangrentados las letras MG en las frentes moradas.

"Los humanos son criaturas muy interesantes", le había dicho el viejo hace algunos milenios.

No, Ava creía que muchos de ellos eran repugnantes e innecesariamente salvajes.

Pasaron 5 minutos de profunda agonía, de gritos sofocados, y pensamientos comprimidos.

Hasta que permitieron al público retirarse del auditorio.

Ava se forzó a levantarse, los músculos le dolían por la tensión que había estado acumulando. La silla de granito blanco le había dejado marcas lineales en ambas piernas.

Vaya día, pensó Ava.

La brisa helada le acarició la piel con soltura; la joven observó por última vez el escenario, ahora vacío y silencioso.

Pero el rastro de la sangre espesa aún pintaba el suelo. Y aunque la restregasen un millón de veces, ella sabía que jamás se iría.

La prueba de su pecado nunca desaparecería.

—Hola, Ava —una mujer mayor se le acercó con una sonrisa traviesa en los labios—. Eso ha sido muy educativo, ¿no lo crees?

Loki.

La pelirroja hizo una mueca.

—Estas loco, definitivamente. ¿Qué demonios haces aquí? Podrían descubrirte.

—¿En este bonito traje? —Loki se dio una vuelta, contorneando las caderas lentamente—, imposible

Ava entrecerró los ojos, ¿por qué tenía que soportar estas estupideces?

—Si buscas a Loú, ella ya se fue.

Juju, ¿en serio? Que mala suerte la mía.

—Oh, por cierto, estaba con el sujeto atractivo de las gafas. Henry, si no mal recuerdo —Un brillo malicioso recorrió la mirada de la joven.

—Es muy atractivo, sí —La mujer se llevó las manos a los bolsillos despreocupadamente—. Para su edad.

—Eres mayor que él, no seas cínico.

Shh, no se habla de la edad de una dama. Es mala educación, querida Ava —Loki posó un dedo en sus labios, la pelirroja frunció el ceño—. ¿Acaso el viejo no te enseñó modales?

—No hables de él. Podría estar observando.

—¿No lo hace siempre? ¿Debería saludarlo? —Loki sonrió—. ¡Hola viejo, ven a visitarme de vez en cuando! Estoy muy solito...

—¡Cállate! —Ava rodó los ojos y le tiró un manotazo—. Uff, ¿dónde está Larss cuando se le necesita?

—Acosando a Loú, seguramente.

—Oye, no lo molestes —La pelirroja se alejó de la jovial señora—. De todos modos, ¿qué haces aquí? Los dioses no pueden caminar libremente por el mundo humano, lo prohíben las reglas del sagrado pacto.

El cambiaformas rio socarronamente.

—Querida, sabes que amo romper reglas. Me alimento de eso —le guiñó el ojo con aire juguetón.

que eres problemático, pero sueles tener tus motivos.

—Eres lista, como siempre —Loki alisó su blanca cabellera con premura, como si se estuviese restregando una mancha invisible—. Vine a advertirte. No, a darte una recomendación.

—¿Sobre qué? —la pelirroja bostezó.

Estaba sumamente cansada, los párpados le pesaban con tal intensidad que temió que en cualquier momento se cerraran. Y eso que aún era de mañana...

Loki se dignó a hablar finalmente:

—Loú y Melinòe fueron ascendidas.

¡¿Qué?!

Por poco y Ava tropieza de la impresión. Esbozó una mueca de disgusto y observó fijamente al cambiaformas. Si esto era una broma, no tenía ninguna gracia.

—¿Es esta otra de tus dulces mentiritas?

¡Ja! Ojalá lo fuese. ¿O tal vez sí lo es? Quién sabe...

Ava apretó los puños instintivamente.

Loki...

—No digas mi nombre en público, querida. ¿Deseas que nos descubran?

—¿Ellas fueron realmente ascendidas? —Ava lo ignoró.

—Sí, y te ordeno seguirlas al gremio que les asignen. Ya sabes, por seguridad —Las pupilas de Loki se dilataron por un segundo. El rojo escarlata refulgía como las vivas llamas del inframundo.

—Eso no es precisamente una recomendación...

Oh, tienes razón. Déjame refomularlo —La señora la tomó de la camisa violeta y la apresó bajo el toque, su característica sonrisa se desvaneció—. Irás con ellas y las protegerás, no me importa si tu cuerpo es reducido a cenizas en el intento, ¿lo comprendes ahora, mi querida Ava?

—Te sugiero empezar a revisar los diccionarios, eso tampoco es una recomendación.

La figura de la mujer mayor comenzó a tintinear con fiereza, sus dedos liberaron finísimas ondas eléctricas. El tatuaje que sobresalía de su cuello se iluminó, presa de un envolvente destello verde.

Uh, oh

Lo había hecho enojar.

—Recomiendo que te calmes, los Naviis no están muy lejos de aquí —Ava hizo una breve pausa y añadió—: Eso sí es una recomendación.

Loki suspiró y soltó una suave, pero peligrosa risa.

—Eres muy graciosa, podría tenerte como mi mascota ¿Te gustaría?

—Suena tentador, pero paso.

Uhm, lástima. Había preparado un collar con tu bonito nombre en él.

Ava enarcó una ceja y dirigió su atención a la salida del recinto, el graznido de los cuervos a la distancia le produjo náuseas.

El público ya se había retirado del gran auditorio con expresiones deformadas por la incomprensión, por el desconcierto frente a lo ocurrido. Los cadáveres decapitados aún estaban regados por el pavimento en posiciones antinaturales, con los dedos retorcidos y los ojos a medio abrir. La bruma gélida había contribuido a retrasar su descomposición.

Incluso ahora, algunos Naviis observaban la escena con una ligera pizca de temor.

Ninguno quería acabar de esa manera; en el régimen, solo existía un peor destino que la muerte: ser descendido a Rog.

Claro está, ambas opciones eran terriblemente indeseadas.

Entonces, ¿qué era lo que la sociedad ansiaba?

Las vidas llevaderas y pacíficas podían resultar de lo más deliciosas. Sin levantar sospechas, fuera de todo peligro. Una vida plena.

No obstante, existía un grupo de personas —pertenecientes a los Gremios inferiores— que ansiaba modificar su destino. Ellos no solo querían más... lo querían todo.

¿Y como podían obtenerlo?

Solo había una forma: lograr el ascenso.

Escalar un peldaño más en la jerarquía social de los gremios, aumentar las comodidades, conocer nuevas maneras de desenvolverse en aquel extraño mundo.

Pero nadie había sido ascendido en un buen tiempo; por lo que, la idea pasó de ser una meta a largo plazo, a una maravillosa utopía.

Ava organizó mentalmente la información que tenía sobre el ascenso y sus protegidas.

Esta situación no tenía sentido, concluyó.

¿Por qué las ascenderían? No era como si hubiesen hecho algo importante en los últimos años. El único acontecimiento relevante fue la huida de Melinòe hacia Rog, pero Ava ya se había encargado de silenciar a las personas involucradas.

Entonces...

—¿Por qué quieres que sea yo quien vaya? Larss seguro que las seguirá —interrogó.

—Verás, querida, hay algo que solo tú puedes hacer —Loki le acarició la mejilla con delicadeza—. Necesito que descubras quién está interesado en que asciendan, y por qué.

Así que él también sospecha que algo no está bien, razonó Ava.

—Lo pensaré.

—Bien, bien —La señora sonrió y aplaudió suavemente—. Con eso me basta.

Loki se dio la vuelta y lanzó un beso a Ava antes de emprender la marcha.

—Oye, espera, espera —La pelirroja trotó para alcanzarlo—. ¿Qué debería hacer con Melinòe?

—¿Uh? ¿A qué te refieres?

—Ella está comenzando a hacer muchas preguntas... es cuestión de tiempo para que sepa todo.

—Confío en que podrás manejar ese asuntillo de la mejor manera. —La sonrisa de Loki lucía melancólica, presa de un extraño sentimiento que Ava no supo descifrar—. Cuídala, ¿sí? Ha pasado por mucho últimamente.

Ella estalló en carcajadas.

—Jamás creí tener la oportunidad de ver al dios del engaño actuar así. Entonces es cierto que la paternidad te cambia.

—Sí sí, búrlate —Los labios agrietados de la señora se curvaron en un mohín—. Recuerda, querida: quien ríe al final, ríe mejor.

—Ya...

—Bueno, fue un verdadero placer charlar contigo —Loki se acomodó el maquillaje con un espejito de mano—. Espero que en nuestra próxima reunión tengas noticias interesantes para mí, ¡besos y abrazos!

—¿Besos y abrazos? —preguntó.

Pero la señora mayor ya se había esfumado.

...

Los abrazos de Melinòe eran cálidos y reconfortantes; y al mismo tiempo, privados de sentimiento alguno.

Aún así, Ava los adoraba.

—No es por ser mala persona, pero... ¿podrías soltarme? Necesito respirar —La pelinegra se removió bajo el cuerpo de su amiga.

—Oh, sí, claro. Lo siento —Ava soltó una pequeña risa.

Luego de la, para nada grata, charla con Loki, ella y todos los habitantes de Vicus se dirigieron al Ghepolum. El edificio violeta apestaba a humedad y corrosión, y a químicos.

El murmullo de personas, y cubiertos de bambú estrellándose continuamente contra los platos de plástico, le recordó lo vibrante que se sentía estar rodeada de vida. Incluso ahora, las interminables filas para servirse una porción de lechuga romana, le resultaron de lo más adorables.

Estaba un poco sensible, razonó internamente.

La joven tanteó con los dedos la pequeña pildora dispuesta en la mesa redonda. La liberté casi parecía brillar tentadoramente.

—Ava, ¿tú también me has estado engañando? —Melinòe la sorprendió con ese tono acusador que empleaba sólo cuando estaba desesperada.

—¿De qué hablas, Nòe?

—Larss me lo dijo —La pelinegra tomó un bocado de la colorida ensalada frente a ambas y continuó—: Que él es mi guardián, y además, tiene poderes. Una locura si me lo preguntas.

Habilidades —corrigió Ava.

—Eso... lo sabías ¿verdad? y no me lo comentaste.

—¿Cómo podría comentarte algo así? No lo habrías creído.

—Pudiste intentar... —Melinòe dio un rápido mordisco a la pulpa amarillenta que simulaba ser carne—. ¿O no lo hiciste porque tú también ocultas algo?

Ava tragó en seco, no se esperaba esto... no así.

—Yo...

—No te atrevas a mentir, por favor. Ya ni siquiera soy capaz de reconocer a mi propia madre —La pelinegra le sujetó las manos tibias, mientras que su labio inferior temblaba con sutileza—. Tú eres lo único que tiene sentido para mí ahora.

Sus dedos se entrelazaron por un instante, breve, pero suficiente como para que Ava decidiera mandar todo el decoro a la mierda.

—Soy una Valkyria. —soltó de repente.

¿Una qué?

—Era —Se recordó—. En estos últimos años he sido tu guardiana.

—¡¿Otra guardiana?! —Melinòe abrió los ojos con fuerza y bajó el volumen de su voz—. ¿Te lo pidió mi madre? ¿Acaso también te gusta?

Ava quiso reír, pero sabía que la situación no lo ameritaba.

—Sí, no y no. Verás, yo era una guerrera muy importante, en una realidad distinta a esta... —Nòe la miraba con los ojos vacíos, sin entender absolutamente nada—. ¿Crees en los nueve mundos?

La jovencita de pupilas rojizas tiritó nerviosamente.

—¿Te refieres a la... —Se acercó a la oreja de Ava y susurró con mucha lentitud—. antigua cultura nórdica?

—Entonces sí prestabas atención a las clases —advirtió Ava.

—Solo lo necesario...pero son mitos ¿o no? Eso dijeron los Naviis.

Ava se introdujo un pequeño pimpollo de rosa en la boca, el regusto dulzón se sintió como una débil caricia en sus labios cuarteados. Le daba el valor para confesarlo todo.

—Melinòe escúchame bien, nada, absolutamente nada es un mito. ¿Recuerdas las historias que nos contaron el Ilithium? ¿Sobre los dioses fundadores?

—Zeus y... ¿los otros? —Melinòe hizo un gesto de confusión.

Ava estaba deseando estamparse la cabeza contra la mesilla circular, pero mantuvo la compostura. Después de todo, no hace mucho, había sido una especialista en esclarecer las dudas sobrenaturales de los muertos en el más allá.

Aunque Melinòe no era un muerto... y no estaban en el más allá.

—Por favor no vuelvas a mencionar el nombre de ese sujeto, no quiero decir una grosería tan temprano. Si supieras las cosas que ha hecho...

—¿Por qué? No existe —Melinòe la observó como si padeciera alguna enfermedad mental.

—Ojalá —murmuró—. Pero todos los dioses son reales, incluyendo los griegos. Aunque no soy fan.

La pelinegra la oteó con repentino interés, como si su amiga fuese alguna singular criatura que acababa de aterrizar en este planeta.

Ava estaba sutilmente aliviada, sabía que Melinòe tenía la habilidad de detectar mentiras. Y, por desgracia, todo lo recién manifestado era verdad.

—¿Los MusGravités lo saben?

—Uh, no, al menos eso creo. De lo contrario, tendrían mucho más poder que ahora. Eso sería aterrador —Ava rio con suavidad.

Melinòe asintió, sus manos estaban regadas sobre el dobladillo de su vestido y lo retorcía ávidamente. No parecía haberle gustado esa última respuesta.

—¿Cuál es mi papel en todo esto? ¿Por qué hay dos personas tratando de protegerme? —Sus labios se detuvieron en una fina línea.

—¿No lo sabes ya? Eres especial, Nòe. Eres parte de algo más grande que lo que ves aquí —Ava señaló el gentío reunido en las mesillas de madera, el barullo aumentó casi de inmediato.

—Esto no es una broma, ¿verdad?

—Hay algo dentro de ti, algo importante. No sé con exactitud lo que es, pero... —Ava le sostuvo la mirada—. Muchos inmortales lo desean, han estado observándote desde que naciste, no solo a ti. —Ladeó la cabeza, dubitativa—. Cada paso, cada decisión que has tomado, te acercan más a tu destino.

—¿Cuál destino? —Las pupilas rojizas de Melinoe se habían expandido súbitamente, apretó las manos de Ava.

—No, creo que hablé de más. Perdona.

Melinòe la soltó.

—Bien, entiendo. Supongo qué hay cosas que no puedes decir.

—Lo lamento, en serio. Sé que debes estar muy confundida con todo lo que-

—No, está bien. Puedo lidiar con eso... lo que no soportaría es que vuelvas a mentir —la pelinegra rasgó en zigzag la pulpa amarilla apretujada sobre el cuenco de bambú.

—Lo sé, prometo ser transparente, a partir de ahora.

—¿Lo prometes?

Ava asintió y sus mejillas se iluminaron de un rosa tenue. Melinòe jugó con los cubiertos, hincó el cuchillo sobre el plato de plástico blanco, la pulpa se hizo pedazos.

—Entonces, responde esto: ¿para quién trabajas?, ¿quién te ordenó vigilarme?

—Nòe...

Ava no podía decirlo; no obstante, quería hacerlo.

El graznido de los cuervos se arremolinaba en su oído derecho, zumbante, como una vibración constante. El repiqueteo enfurecido resonaba cual riachuelo pedregoso.

—Dame solo una pista —suplicó Melinòe.

El graznido se transformó en un chillido agudo, directo a sus tímpanos. Ava tuvo que cubrirse las orejas con ambas manos.

Las náuseas no tardaron en llegar.

—No-No puedo. Él no lo quiere, él...

—¿Quién es él?

El sonido se disparó como una explosión, Ava dejó de percibir lo que sucedía en la estancia nebulosa.

Me tengo que ir. Terminé de almorzar —La voz de la pelirroja era ronca, casi gutural. Se levantó de la silla acolchada.

—¿Qué? ¿Por qué te vas? ¡Espera! —Melinòe la persiguió, los Naviis parecieron notar el incidente e hicieron una señal de silencio con los dedos.

Ava caminaba con dificultad, su aliento tibio formaba motas onduladas de vapor en el aire. El rostro se le ensombreció.

No peques de curiosa, pequeña humana. La curiosidad ha matado a muchos héroes antes.

—¿Ava?, ¿por qué hablas así? ¿Estás bien? —Melinòe se estremeció, su mente pareció aglutinarse en recuerdos pasados, en pesadillas continuas. Sujetó a su amiga por el hombro—. ¿Ava?

La pelirroja volteó el rostro, Melinòe trastabilló al verla.

Sus ojos estaban vacíos, huecos, cubiertos únicamente por una espesa capa de sangre coagulada. Sus labios estaban unidos por un hilo negruzco y rígido, cosidos a ambos lados de las mejillas, formando una sonrisa siniestra.

El gentío continuaba alimentándose, y los Naviis charlaban entre sí.

Nadie más parecía reparar en lo sucedido.

Melinòe se sujetó de una gran columna que estaba cerca, sus piernas comenzaron a flaquear.

—¿Qu-quién eres? ¿Qué hiciste con Ava? ¡Responde!

La criatura con la figura de Ava se movía como si fuese un muñeco de trapo, balanceándose de un lado a otro, aproximándose a donde se ubicaba Melinòe. Su horrorosa sonrisa se ensanchaba cada vez más.

La pelinegra percibió como se le revolvía el estómago, mientras que el corazón le latía al mismo ritmo de la pulsación en su cabeza. Tuvo la sensación de que ya había vivido esto antes, no hace mucho, en el bosque oscuro.

Dime, pequeña humana... ¿te gustaría ver el futuro?

...

PIE DE PÁGINA:

¡Buenas noches, queridos lectores!
Lamento la tardanza con la actualización, hubieron errores técnicos :( ¡Pero aquí estamos!

¿Qué les pareció el capítulo de hoy? ¿Se esperaban la confesión de Ava?

¿Sospechaban que ella era una Valkyria o tenían otra criatura o ser en mente?

¿Cómo creen que reaccionará Melinòe ahora que lo sabe? ¿Quién es el ser que poseyó a Ava al final?

Estaré muy feliz de leer que opinan en los comentarios <3

Antes de finalizar me gustaría dejar esta preciosa ilustración que hizo nuestra maravillosa lectora Beta IveeelT  sobre Ava en este capítulo❤️


BinnieOut

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top