#5

♦|Almas Abiertas|♦

En aquella habitación no había ningún sonido, todo era quietud y una atmósfera algo rara para ambos. Frisk decidió acabar con eso y alejar a Sans de su límite de privacidad.

—Ya, olvidemos esto. No paso nada ¿de acuerdo?

El chico sin más remedio asintió y se retiró del cuarto. El peso de la culpa se adueñó de todo su ser la noche entera y, a causa de eso, no pudo pegar un ojo durante las 10 horas de descanso. Pero daba igual, el día anterior había descansado 5 horas de siesta. Para él era suficiente.

~•~

Sans no se quedó satisfecho con lo ocurrido anoche. Debía hacer algo más, algo que demostrara que se sentía realmente arrepentido. En parte estaba exagerando el asunto, aunque él no se percató, solo quería que Frisk no mantuviera la misma mueca por todo el desayuno, sin siquiera comentar alguna palabra para entablar conversación.

Evaluó las opciones: ir al parque, ir a un local de juegos, comprarle un helado... Las pocas variables no le convencían del todo. Necesitaba llevarla a un lugar especial. ¿El Monte Ebott? Podrían ver el hermoso atardecer, el sol radiante ocultándose en el horizonte. Sí, sería una hermosa vista.
No recordaba cuanto tiempo había pasado desde que contempló un crepúsculo, quizás hacía años. Era una buena excusa para volver a repetir ese momento.

Ahí se dio cuenta que necesitaba urgente sacar una sonrisa de ella.

Sin darle más vuelta al asunto se paró del asiento con fuerza moviendo la mesa y haciendo que los presentes allí le tomaran absoluta atención y sorpresa. Miró a Frisk mientras ella giraba la vista por sentirse un poco intimidada. Luego miró a Papyrus quien también lo veía con cierta desconfianza, «su mirada podría congelarme en cualquier momento ¡Wowie!» rondó en los pensamientos del chico.

—Papyrus, ¿hoy tienes clases con Undyne?—Preguntó Sans al menor, quien con nerviosismo asintió levemente.

—Bien, me llevare a Frisk conmigo.

La evocada no sabía que se traía entre manos su dueño, aunque dado por hecho lo de anoche se confirmó que se trataba nada más ni nada menos que una caja de sorpresas.

Sans esperó a que su hermano se retirara. Cuando por fin lo hizo, éste indicó a Frisk que se abrigara para salir. Podía decirse que estaba bastante ansioso por llevarla hacia la tal preciada montaña.

Se mordió el labio inferior al analizar lo que quería hacer a continuación. Ya iban a ser dos veces seguidas que rompía la regla primordial en tan poco tiempo. «Una vez más», pensó, solo una vez más.

Se acercó a Frisk, entre sus manos divisó la mitad de una barra de chocolate. Rió, una pequeña mancha en su boca la delataba.
—¿Lista? —Extendió su mano para que ésta la tomara. Frisk no entendió y movió la cabeza.— Solo debes colocar la patita arriba, no es difícil intenta.

Los dientes de Frisk se rozaron al oír el sarcasmo y la palabra "patita". Era lo bastante madura para considerarse tener una "mano peluda" y no una patita. Además de tener que volver a escuchar por unos segundos al viejo Sans, el de los chistes malos y el habla desganada.

Ahí se dio cuenta que en esos segundos extrañó al Sans de personalidad...distinta.

Decidió acceder a lo indicado y una mezcla de sensaciones le revolvieron el estómago, la mente, el cuerpo y la entera existencia.

Agarró fuertemente la mano de él lo que provocó que volteara la vista curioso. La escena le causaba ternura: Frisk cerraba los ojos intensamente por tanto a su vez arrugaba la nariz.

Se concentró y en un parpadeo ya estaban allí.
El monte siempre capturaba su atención por la belleza que desprendía además de una magia que siempre parecía estar en el aire.
Él se había prometido utilizar sus poderes cuando valiera la pena, pero esta era una excepción, ya que a pesar que era su lugar favorito eso no quería decir que este dejara de ser un monte, y como siempre la pereza lo incentivaba a ocupar la opción más fácil para él y ahorrarse el arduo camino.

—¿A qué me has traído? —La mueca de Frisk seguía presente, como si hubiese sido sellada. Su cara no se veía tan tierna como de costumbre, tal vez aún tenía resentimiento hacia él, divagó Sans mientras trataba de escoger sabiamente que contestar.

—A pasar una linda tarde —trató de ser sincero. Mas bien no debía esforzarse, le costaba más decir una mentira blanca que maldecir lo picante que a veces Papyrus preparaba la salsa en sus recetas.

—Entonces por eso querías que tu hermano se fuese rápido, ¿por qué no lo trajiste?

—Pensé que te ibas a Elegrar —se encogió de hombros, estaba más molesta que asombrada por la escena única de cada día.

—Mmm...Sí, me alegra. Pero todavía no entiendo nada.

—Mira, aún quiero disculparme por lo de anoche, creí que hablando un poco aquí se solucionaría todo.

Frisk se echó a reír, él no esperaba esa reacción tan sorpresiva y a la vez confusa.

—Eres un tonto, y un resentido. Que eso ya pasó, está todo bien, ¿ok? De igual manera me quiero quedar a ver esto.

Sans suspiró por volverse tan idiota a veces, y que Frisk debiese soportar aquello. Parecía que los roles se invertían y ahora Frisk cargaba con la responsabilidad de enseñarle a su compañero tan ingenuo. Sabía que poseía una inteligencia tan grande y le apenó que apenas demostrara un 10% de aquella capacidad. Podría haber tenido un gran trabajo, quien sabe.

Frisk se levantó del lugar y fue a dar una inspección en los alrededores, se veía seria y algo...¿nostálgica?

—¿Pasa algo Frisky? —Sans se acercó a su lado, colocando una mano en su hombro desinteresado. La verdad es que varias veces la había atrapado en ese estado y aunque tratase de obtener respuesta, nunca logró saber el porqué de sus constantes bajones depresivos.
Alphys había explicado qué, teniendo sus rasgos humanos, su estado psicológico podía ser igual de complejo que los traumas de Mettaton cuando veía un seguidor menos en su cuenta.

—Quizás —respondió sin apartar su vista del otro lado del monte, destruido y con muchos carteles de "¡Alerta no pase!" "¡Peligro de derrumbe!

Le era imposible expresar lo que sentía en ese mismo instante al humano. No por que no quisiera, ella comprendía que si supiera tal vez el peso que sentía constantemente en su corazón, este disminuiría, pero... ¿Cómo explicárselo si ella misma no se llegaba a entender?

Frisk no le llevó la más mínima importancia a esas señales, y menos a las del chico, por lo que se aventuró a ir más adelante.

Más allá de los avisos había un agujero demasiado profundo en el cual Frisk se acercaba cada vez más hasta que llego al límite donde sin más se sentó con sus pies que quedaron colgando. Identificó a Sans e indicó que se sentara a su lado.
El humano aún confuso por la situación aceptó la orden con algo de miedo y preocupación por descubrir que tan profundo era ese hueco gigante y las probabilidades de una muerte segura.

Frisk tomó aire y gritó hacia la cueva emitiendo un eco:
—¡Sans es un flojo!

Terminando la frase sonrió al ver la expresión de disgusto de Sans quien profundamente adoraba cada una de las travesuras de la mestiza.

Los oídos del mayor se inquietaron al escuchar, como nunca antes, a Frisk cantando.

"...
Más allá de tu alma,
Más allá de tu corazón,
Se esconde tímidamente
El eco de una voz.
Bellas palabras te recitan
Antes de dormir,
Una canción de cuna,
Sin principio ni fin.
Te dice: recuerda mi niña
Siempre quien eres tú
..."

—¿Qué es esa canción? —El peliblanco escuchó extrañado ante tales palabras.

— Esa melodía, la escucho siempre... De alguna forma está amarrada a mi mente junto a un sueño que tengo. Según Alphys me explicó que los sueños no tienen porqué tener sentido. Pero juro verme corriendo junto a dos personas para que la oscuridad no nos consuma, y cuando logro llegar a la salvación me encuentro sola, sin nadie, sin ellos que me ampararon. Me hace sentir algo triste, pareciera que ese sueño me recordara constantemente lo perdida que me siento.

Sans se quedó en silencio. El había perdido la cuenta de cuantas veces se había sentido de la misma forma, perdido en un mundo que no va consigo, las ganas de salir corriendo de todo y de todos.
De alguna forma en ese momento se sintió más unida a ella que nunca.

—Frisky, ¿sabes? Algún día sé que huiremos todos a un lugar mejor. Sé que encontraremos todas y cada una de las respuestas que tenemos de nuestro pasado, he, yo también tuve tantos sueños sin explicaciones e ilógicos y, sin embargo, creo que me dicen algo, me conectan hacia un pasado que no...simplemente no puedo recordar. Frisk, me alegro que estés.

A ella le resonaron en su mente la frase "me alegro que estés" y de pronto no tenía nada que responderle.
Le daba vueltas la cabeza buscando algo que decir pero no podía, tal vez aún no le habían enseñado bien el idioma por que no encontraba palabras para devolverle el... ¿cumplido?
Así que solo le dedicó una leve sonrisa que esta vez teñía sus blancas mejillas de un color rosa pálido.

—Al final creo que este fue mi regalo favorito.

—Ojalá pudiera darte el verdadero regalo...por cierto Frisky--

—¿Sí?

—La gente suele armar prejuicios muy malos de lo que desconoce, se debe al miedo por descubrirlos, ¿verdad? Me has hecho darme cuenta que la sociedad está mal, y no sé si incluirme dentro de ella. Debo hacer excepción de mi hermano, claro.
En fin, me alegro que te haya gustado venir aquí. Podremos volver cuando quieras.

Y el humano cumplió lo que dijo, ese lugar paso a convertirse ya no sólo en su lugar secreto, si no al de ambos.
Podían pasar simplemente horas allí sentados disfrutando de la compañía del otro discutiendo lo que con otros se les hacía simplemente imposible por el temor que vieran sus miedos e inseguridades. Cuando ambos abrían sus mentes todo se dispersaba y el dolor que cargaban tanto Frisk como Sans se iban haciendo cada vez menos pesados, como una pluma que la llevase el viento sin destino.

El tiempo pasaba y con ello se acercaban cada vez más hasta llegar a ser muy íntimos el uno con el otro. Hasta podría decirse que se encontraba prohibido decir "dueño y mascota".

Y todo se transformó al llegar ese día, a ese momento, ese corto momento que fue tan extraño y cargado de una simpleza profunda.

Sans se inclinó despacio dejando un corto beso en los labios de Frisk, quien no solo se quedó confundida y en plan una estatua llena de pánico, si no que hasta le dio impotencia que él solo volviera a mirar el sol ocultarse como si no hubiese realizado nada fuera de lo común hacía 5 segundos.

—¿¡Pero qué!?

—Frisk, no pienses mal. Cada uno tiene su manera de expresarse, espero que hayas comprendido que esa fue la mía. Y valora lo que hice, te besé y eso que me cuesta tenerle afecto a las personas. Te quiero y puedo hacerlo de vuelta si quiero decírtelo una vez más.

—La próxima te pego.

—Ok, entonces tu forma de decir "te quiero" es pegando. Genial, ya nos entendemos mejor —y finalizó sonriendo y guiñando un ojo a la pequeña. Frisk se abstuvo a quedarse quieta, conteniendo una sonrisa por dentro, una sonrisa tan valiosa para dejarla escapar.

La guardó junto con mil y un expresiones más, y se había prometido mostrar cada una de ellas a la persona que quería.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top