Loki evadía mi mirada y no me había dirigido la palabra desde que había llegado a su celda.

- Vamos, todavía hay cosas que le pueden dar sentido a tu vida.

Por primera vez se giró y me miró.

- ¿Cómo qué? ¿Tú?

Sentí que el corazón se me partía en dos.

- Ahora es cuando te disculpas - dije intentando no romperme delante de él.

- Ahora es cuando te vas.

- Bien, porque estoy harta.

- ¿Es demasiado para tí?

- Sí, no sabes lo que me duele ver lo que te estás haciendo a tí mismo. Pero no voy a permitir que me eches por tierra, ni a mí ni a nadie por querer sentirte mejor contigo mismo durante dos minutos.

El Dios de los Engaños clavó su mirada en la mía. Esperé unos segundos para ver si tenía algo más que decir. Creo que una parte de mí esperaba que lo hiciera. Al ver que no era así me marché.

Esa fue la última vez que vi a Loki.