La puerta de la sala de interrogatorios se abrió, pero esta vez no entró el mismo estúpido policía de siempre sino un hombre trajeado.

- Mi nombre es Matthew Murdock - comenzó a decir mientras se sentaba delante de mí - Voy a ser tu abogado.

- No he pedido un abogado.

- Pero lo necesitas dados los cargos de los que se te acusan y tu "situación"

Señaló las palmas mis manos justo en el punto dónde aún quedaban cenizas. Las escondí en las mangas de la chaqueta.

- Sé lo que eres capaz de hacer - siguió - Y también sé muy bien que la gente de aquí no va a entenderlo, ni siquiera van a intentar entenderlo.

- Nadie lo hace.

- Yo sí.

- ¿Por qué quieres ayudarme? Deberías salir corriendo de aquí si de verdad sabes lo que puedo hacer.

- Porque yo también estuve tan perdido como lo estás tú ahora mismo y quiero ser tu salvavidas.

- Eso mismo me dijo otro ciego hace dos días. ¿Vais a los mismos cursos de motivación?

- ¿Cómo se llamaba? - me cortó un poco nervioso.

- Stick. Vino a mi casa antes de que la policía me arrestara. Decía que quería entrenarme.

Estuvo en silencio unos minutos. Parecía estar barajando multitud de opciones en su cabeza.

- Escúchame atentamente ___________. Si ese hombre ha aparecido esto es más serio de lo que pensaba. Conseguiré que te saquen de aquí mañana o pasado por falta de pruebas y luego vendrás conmigo. Si vuelve a ponerse en contacto contigo llámame.

Me pasó su tarjeta y se levantó de la silla.

- Todavía no he dicho que quiera un abogado.

- Lo sé, pero vas a necesitar mucho más que eso para salir de esta.