Tragué saliva. Ninguno de los dos había hablado desde que nos sentamos allí. Estábamos absortos en la preciosa vista de su ciudad o puede que en nuestros propios pensamientos. Pero alguien tenía que decirlo, no pronunciar las palabras no iba a impedir que sucediera.

- Tengo que volver - suspiré.

- Lo sé - me respondió.

- Espero que el desenlace de esta guerra no me impida verte de nuevo.

Namor sacó algo, una pulsera. 

- Quiero que la tengas.

- No puedo aceptarla, es una reliquia familiar tuya.

- Bueno, entonces los dos nos tendremos que asegurar de que me la devuelvas.

Extendí el brazo hacia él y colocó la pulsera en torno a mi muñeca. Lo hacía poco a poco, casi como si quisiera robar todos los segundos que pudiera y, en el fondo, yo también quería que durara una eternidad. Aunque, el momento era inevitable. Los dos nos levantamos.

- Nos vemos pronto Namor de Talocán - me atreví a pasar los dedos por su mejilla. Él sostuvo mi mano y posó un beso sobre ella.

- Cuenta con ello ______ de Wakanda.