138. Matt Murdock
Abrí los ojos y me sentí como si me hubieran pegado una paliza. Tardé un minuto en darme cuenta de que estaba acostada en el sofá de Matt. Gruñí cansada, dolorida y resacosa.
- Por fin se despierta la Bella Durmiente - escuché la voz de Matt desde la cocina - ¿Cómo has pasado la noche?
- No lo sé.
- ¿No lo sabes?
- Mi último recuerdo es de nosotros saliendo del restaurante.
- Eso fue a las diez de la noche - se rió - Te dije que no bebieras tanto.
- Cállate.
Volví a cerrar los ojos pero escuché sus pasos acercándose.
- Anda toma, te sentará bien - me pasó una taza.
- Gracias, ¿qué es?
- Tú bebe.
Le di un trago y automáticamente me puse a toser.
- Está horrible - me quejé.
- Yo no he dicho que estuviese bueno, he dicho que te sentaría bien.
Le volví a dar un trago largo a pesar del sabor y dejé la taza sobre la mesilla.
- ¿Me podrías refrescar un poco la memoria sobre anoche? - me apoyé en el respaldo del sofá para poder mirar a Matt mientras se preparaba su café.
- Pero, ¿de verdad que no te acuerdas de nada?
- Ahora mismo no.
Matt sonrió divertido.
- No, no, no, me lo tienes que contar.
Él siguió haciendo sus tareas como si nada.
- Matt eres ciego, no sordo. ¿Qué hice anoche?
Con la misma sonrisa de antes cogió su chaqueta y su bastón y se dirigió a la puerta de su casa.
- ¡Matt!
- Nos vemos luego.
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