1. Steve Rogers
- ¿Me vas a decir qué ocurre? Sabes que puedes confiar en mi - me dijo desde la puerta de la habitación.
- Ya te he dicho que no pasa nada.
Steve dejó la toalla que tenía en la mano y se sentó a mi lado en la cama.
- No puedo ayudarte si no hablas conmigo.
- No necesito tu ayuda.
- Pues déjame compartir el peso contigo.
Los ojos de Steve me miraban con una especie de súplica. Había estado mucho tiempo a mi lado y supongo que necesitaba algo de mí, que me abriera un poco para saber que estaba siendo de utilidad.
- Han vuelto las pesadillas.
- ¿Sobre HYDRA?
Asentí.
- Ya no pueden hacerte daño. Ya no eres la chica asustada a la que secuestraron de niña. Puedes con esto y mucho más y si alguna vez necesitas ayuda me tienes para lo que necesites.
- Lo sé. Gracias.
Me abrazó y yo me tomé un momento para disfrutar del contacto.
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