Capítulo X: ¿Conoces a los Coneheads? (parte II)

Sanctum Sanctorum, cinco y cincuenta y seis de la mañana..

El doctor Stephen Strange y Uatu el vigilante, estaban a punto de partir hacia un lugar que nosotros desconocemos totalmente y que, por respeto a La Orden de los Vigilantes, no mostraremos en ningún capítulo. Ambos estaban a punto de salir del santuario mágico que protege la realidad misma, hasta que una voz femenina muy tierna y firme los interrumpe de golpe. ¿Imaginan de quién podría tratarse? si no pueden hacerlo, déjenme darles la respuesta.

Uatu: ¿Preparado?

Doctor Strange: Si, estoy preparado. ¿No quieres algo para beber, antes de irnos?

Uatu: No será necesario. Agradezco tu oferta, avancemos.

Doctor Strange: De acuerdo, como gustes.

¡POOOOFHH!

Clea: ¿Mi amor? ¿a dónde tienes que ir?

Uatu: ¿Hmmm?

Doctor Strange: ¿¿Clea?? ¡mi cielo! ¿a qué hora llegaste?

Clea: Hace unos minutos.. ¿Quién es este señor de cabeza prominente?

Clea, la sobrina del mismísimo Dormammu. Había llegado de su reunión mensual con sus padres en un lugar desconocido por nosotros, al igual que el punto de reunión de La Orden de los Vigilantes, hace como una hora y tres minutos con veinte segundos.

Uatu: ¿Cómo dijo, esta extraña damisela?

Doctor Strange: Ehh.. Tengo que atender un asunto importante con la orden de los vigilantes. ¡Volveré, en unos cuantos segundos! ¡tenemos que hablar de-

Clea: *suspiro* ¿Otra vez dejándome sola?

Uatu: Es momento de partir, Strange. ¡AHORA MISMO!

Dice, el cabeza de globo aerostático, llevándose consigo al ex doctor diplomáticamente arrogante en una medio rosada con verde nube mágicamente misteriosa de ensueño comiquero y procediendo así con la prioridad antiquísima que demostraba que esta realidad estaba pendiendo de un hilo muy delgado para su extranjero gusto.

Minutos después, en el apartamento de Felicia Hardy, la gata negra y prometida del sorprendente Spider-Man..

Ya son la seis y una de la mañana, el clima está nublado y los románticos novios de polos opuestos yacen con los ojos sintiendo pesadez en la bellísima cama blanca del cálido y hogareño lugar gatuno alquilado. Ambos se sienten geniales, aunque exhaustos por tanto acto sexual desenfrenado y ardientemente poderoso que terminó hace cinco minutos.

Felicia Hardy: Eres.. *respiración agitada* El hombre.. *respiración agitada* De mi vida.

Peter Parker: *respiración agitada* Opino lo mismo.. *respiración agitada* mu-multiplicado por cien. *cough* *cough*

Felicia Hardy: *risas* Precioso.. *cough* *cough* *suspiro* Qué.. ¿Solo cien?

Hablando individualmente, y con más detalle, Felicia se sentía muy satisfecha, molida y muy llena de los fluidos masculinos de su prometido esposo, Peter; mientras que este, sentía que su miembro era de gelatina y que su cuerpo entero había hecho una rutina gimnástica propia de un competidor olímpico eminente o de un actor que trabaja para una empresa que se dedica al entretenimiento, que lleva más de diez años haciendo películas de superhéroes blockbusters, y que es exigente con la apariencia del protagonista principal.

Peter Parker: Es que.. *respiración agitada* Estoy medio dormido y.. *bostezo* Tú me entiendes.

Felicia Hardy: Ah, era eso.. *bostezo* *suspiro pesado* Bueno, entonces hay que.. Dormir. *respiración profunda* *exhalación fuerte* Hay que dormir.. Si.

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