Encuentro casual







Muerdo con fuerza el chupa chus hasta convertirlo en chicle y sentir mejor su sabor a cereza. Acomodó mi gorra con la visera para atrás y salgo del baño para envolverme en la musica nuevamente, haciendo que nuestros cuerpos se muevan sin querer. Hoy quise salir sola y me la estoy pasando bien, voy por una carpiriña nuevamente y me siento aparte de los demás mirando a la gente bailar. Me pongo de pie también bailando ya que no lo puedo evitar.

Cuando la música acaba ya me encuentro sentada pero no esperó mucho para salir. Ya afuera sacó un cigarro junto a mi encendedor de la orilla de mis deportivas. La música no sale fuera y esta húmedo y frío. Estoy por encender mi cigarro pero una chica sale dando un portazo a la puerta y un chico alcanzarla, tomarla brusco del brazo. Observó la situación bajando mi cigarro.

—¡Martina por un demonio! Te lo estoy diciendo, me estas sacando de mis casillas, ¿porque eres tan necia?.

El chico le habla cabreado mientras aun no veo el rostro de la chica, la tiene apresada a la pared del clud. Este le saca unas dos cabeza de altura y con suerte una a mi.

—¡Dejame! Vuelve dentro donde tus putas y ni se te ocurra buscarme, estoy harta de ti —su voz se escucha suplicante y herida.

Intenta besarla tomando su rostro con ambas manos pero ella intenta alejarse con vagos movimientos.

—¡Que me sueltes! —logra empujarlo.

Se abalanza una vez más y no lo soportó.

Maldito imbécil.

—¡Ha dicho que la dejes! ¿No escuchas? —me acerco ya harta, la chica tiene el rostro de lado haciendo que su pelo rubio cubra esta parte, quizás por pena.

—¡¿Quien eres tu pequeña zorra, para decirme que hacer?! —sus ojos oscuros me miran con odió y ahora se acerca a mi mirándome de arriba a bajo.

—Quien te romperá esa cara de niño pijo como no la dejes en paz y te largues de aquí —seguía con mi postura y sin demostrar miedo. La chica permanecía en el mismo lugar pero no permitiendo que viese su rostro.

—Oh ya se —se ríe en mi cara. —Perdón por no recordarte, quizás ¿una de las que muere por mi?.

—Ya quisieras parásito —escupo su cara, pero tan pronto lo hice me tomo del rostro y me pego de la pared con fuerza. Sus manos cubrían muy bien mi cuello y me sentía sin aire.

—Te vas arrepentir de esto —me mira a los ojos mientras seguía.

—¡Dejala joder! —intento la otra chica intervenir.

Mi pierna impacto entre el medio de las suyas, justo en sus putos huevos y se aparto poniendo sus manos en su zona mirándome con odió, no le di tiempo y cerré mi puño en su mejilla izquierda con fuerza haciendo que se fuese un poco para atrás sin caerse.

Me acerco rápido a la chica mirando la de arriba a bajo para ver que este bien.

—¿Estas bien? —miro que el chico a subido a un auto.

—Creo que sí —me pongo frente a ella y veo que esta temblando con la cabeza gacha, me saco la chaqueta negra poniéndola en sus hombros.

Eleva su rostro y me pierdo en lo distinto, su ojo izquierdo es del color amarillo claro, parecido al de mi gato y el derecho azul como el cielo. Tiene unas hermosas pestañas gruesas y unos labios finos pintados de rojo.

—¿Como te llamas? —le preguntó.

—Martina, ¿y tu? —mira a nuestro lado verificando que el idiota no esté

—Rinna, ¿quieres que te lleve a algún lugar? ¿O te llame a algún familiar? —tengo ganas de tocar sus mejillas.

—No, has echo mucho por mi y te has metido en un problema —entra su mano en el bolsillo de su falta de cuero negro y con vuelo.

—No importa, mira mi auto es ese —señalo uno de dos puertas gris. —No puedo dejarte aquí —la miro.

—Esta bien, acepto —ha sonreído y se ha visto tan hermosa, haciendo que sus pómulos se levantasen.

Le señaló que vaya delante. Caminamos a mi auto y sube al lado del copiloto.

—Esto me parece tan loco, ninguna nos conocemos y aquí estoy en tu auto —gira su rostro a mi que ya encendí el auto mientras arruga su frente.

—Eso se puede solucionar, permitiéndonos conocernos —me miro a la cara y se pasa un mechón por sus orejas.

Asiente.

—¿Quien es él? —estamos paradas en un semáforo, sabe que me refiero al chico idiota.

—Mi novio, aunque después de esto, seria ex.

—¡Pero es un idiota! —sin querer elevo un poco la voz y rápido me disculpó.

—Lo se y soy una tonta, me enamore de ese imbécil que siempre me lástima.

—Supongo que ha echó cosas peores.

—Según mis padre es él partido perfecto para mí.

—En esta época ya no estamos para que estén eligiendo por nosotros, Martina.

—Si tienes razón y...

Su teléfono empieza a sonar en su cartera de hombro y lo saca.

—Es mi madre, ¿puedes ir un poco mas rápido? Y disculpa.








MARTINA


En esta ocasión no fui salvada por mis amigas, si no esta chica que acabó de conocer y se que se llama Rinna. Ha sido muy valiente por una persona que ni conoce y me siento bien con ella aunque solo sepa su nombre. Esta siendo muy amable. Aparte es muy guapa, su pelo es negro azabache con ondas, lleva una gorra con la visera atrás, contextura delgada y tiene los labios gruesos, aparte de unas cejas bien pobladas y ya me di cuenta de sus ojos mieles y algunas pecas en la nariz respingona. Pero lo que más me sorprende es su brazo derecho que lo llevá cubierto por tatuajes que no se muy bien sus significados, le queda genial.

—Si no me equivocó esta fue la dirección que me diste —salgo de mis pensamiento al escucharla y le sonreí, hace lo mismo. Miro mi casa donde vivo con mis padres y un hermano menor de siete años.

—Muchas gracias, no tengo como pagarte lo de esta noche, de verdad —miro sus ojos y niega rápido.

—Hay una forma —dice pasandome su teléfono.

Entendí y registre mi número en su teléfono. No se si estoy loca por confiar en alguien y darle mi número, pero que puede ser peor que ya me subí a su auto y estoy salva en mi casa. Moví mi mano cuando doblo y se perdió en la oscuridad en nuestras calles estrechas de Toledo. Entro la llave y abro. Lo primero que veo es a mi madre sentada en el sofá con las piernas cruzadas, tiene el pelo rubio como yo y sus facciones muy duras.

Le paso por el lado sin decir nada, dispuesta a subir las escaleras.

—Martina necesitamos hablar, así que darte vuelta y ven, si no quieres un mes sin teléfono.

Me di la vuelta para encararla.

—Por favor, mamá, ya tengo dieciocho, deja el drama —me quede en el tercer escalón mirándola en la misma posición.

—Te recuerdo un punto muy importante, viv...

No la deje terminar y complete la frase, como siempre.

—« Vives en esta casa aún, tus gastos los pagamos tu padre y yo » —imite su voz.

Me mira enojada.

—Tu novio a llamado, se supone que salisteis juntos ¿no?.

—Que se vaya a la mierda —termine de subir las escaleras rápido, metí llave a mi puerta. Me quede más tranquila.

Aveces pienso que mis padres me ven como la carnada perfecta para el idiota de Johannes, si así se llama mi novio, mejor dicho ex. Hoy me había invitado al club para pasar un buen rato y lo vi comiéndose a dos mujeres. No se como me enamore de él, siempre las cosas son a su manera y cuando él quiere. Mis padres y los suyos son viejos amigos de antes y han dicho a boca llena que tenemos que seguir juntos para unir la familia.

Camino derecho mientras me quito los zapatos de tacón y lavo rápido mi rostro, tengo heterocromia y es unas de las cosas por las que las personas se acercan a mi para preguntar por ello.

Eres extraña.

Suspiro y cojo mi pijama que colgaba en la esquina de la puerta. Mañana lunes será un día largo y pesado, apenas llevo seis meses en la universidad estudiado contabilidad y estoy pensando en cambiar. Mi teléfono vibra por un mensaje y lo abro.

"Ojala no hayas tenido problemas en casa y que todo salga bien".

Un abrazo Rinna.

Sonrió y guardó su número con su nombre y envíe un gracias tu también. Esta noche si que fue loca.







RINNA

Abro la puerta de mi hogar y lo primero que siento es a tete, mi perro salchicha venir a mi cuerpo y mover la cola eufórico mientras enciendo las luces. Luego se nos une tití, mi gata de ojos amarillos, maullando por hambre.

No tiene fondo mi gata.

Voy con ellos casi entre mis pies y les sirvo sus alimentos en sus tazones con sus nombres. Vivo sola desde el primer instante en que cumplí mis diecinueve y es algo que me enorgullece muchísimo. Mis padres lo tomaron muy normal, así como desde siempre han aceptado mi orientación sexual.

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