9. Guapa
Ayer en todo lo que quedó del día no volví a salir e eche llave a la puerta. El único que tocó mi puerta fue mi hermano pequeño Javier con una dona para mi.
Ahora bajo las escaleras con la mochila colgando de un hombro. Debo seguir con mi vida y no demostrarle a la gente que me quiere ver jodida, que lo ha logrado.
—Hija, no te había visto.
La voz de mi padre me sorprende en el último escalón.
—Había estado en la habitación —me siento a su lado en el desayunado mientras cojo un trozo de tarta con leche.
Mi "madre" baja con mi hermano arreglándole la mochila. Deje el desayuno y salí por la puerta dando un portazo.
Tome el bus a la universidad. Solté un largo suspiro y camine a dentro sintiendo un remolino en mi estómago. Mis amigas nada mas verme corren a mi.
—Me tenias muy preocupada Martina, ¿donde estabas? —Lucia.
—Te estuve llamando al teléfono —maria Teresa.
—Luego les cuento chicas —trate de sonreír y sin mas les abrase.
Camine con ellas dentro y le vi mirándome fijamente, sentí que mi cuerpo se achicaba y trague seco. Me recordé las palabras de Rinna Eres muy fuerte y valiosa. Levante mi barbilla y seguí mi camino sin demostrarle miedo.
...
Termino de comprar en la cafetería y paso la tarjeta que mi padre me paga con la condición que solo la tendré hasta que termine mis estudios y que la use para cosas necesarias.
—Lo siento señorita, su tarjeta esta cancelada o no tiene crédito —el señor que vende me mira y vuelve a pasar la tarjeta.
—Que raro —miro a mis amigas.
—No importa, yo termino de pagar —lucia de ofrece y se lo agradezco.
Ahora mientras nos sentamos a comer con la hora encima para volver a la clase, no hago otra cosa que pensar en la tarjeta, es raro. Mi padre nunca me la cancelaría y menos dejar de pagarla.
—Oye, a comer —Lucía me hablo y hago caso. Mientras terminamos miro otra vez al idiota que me mira.
—Parece que quisiera traspasarte con la mirada.
Asiento.
Camino al baño mientras mis amigas se fueron ya al aula. Cuando estoy llegando me toma del brazo haciendo un poco de presión.
—¡Dejadme! —intento sacarme mirando fijamente sus ojos que me miran con "dolor".
—Tenemos que hablar, ahora.
Me solté de su agarre y no se si fue el impulso que sentí o todo acumulado que mi mano impacto contra su mejilla haciendo un fuerte sonido. Los que estaban cerca se quedan mirándome. Tenia una mano tocando su mejilla y no espere para salir de su vista casi corriendo. Llegue al aula sentándome.
—Estas como pálida —lucia recorre mi rostro mirándome atenta.
Solo niego esperando que acaban las clases.
...
Le mando la dirección de la universidad antes de salir del aula.
—Hoy van a conocer a Rinna —sonrio sin darme cuenta.
—Sabes que quiero darle las gracias por defenderte del maldito de Johannes cuando fueron al clud.
Prefiero no contarle lo que me hizo Johannes, ya que lucía me atosigara con preguntas y no quiero recordar.
Caminamos a fuera. Ahí esta, recargada del auto, su cabellera azabache y larga se mueve con la brisa, puedo ver el cigarro entre sus dedos mientras lo lleva a su boca. Me sonríe y hago lo mismo mientras me acerco, miro que lleva puesto un vaquero rasgado con tenis deportivos, una sudadera negra con letras grande de París.
Resalta y atrae miradas.
—Es ella —camino con mis amigas.
—¡Dios mio pero es guapísima! Siento envidia —expresa lucia sin disimular mientras nos acercamos.
Sonrió.
—Hola —me le acerco y la abrazo siendo correspondida.
—Rinna, ellas son mis amigas, maria Teresa y lucía.
—Un placer —les da la mano.
Sus ojos mieles me recorren y luego a mis amigas.
RINNA
Salí del trabajo a las tres de la tarde y no espere mas para ir a casa y cambiarme. Me había mandado la dirección de la universidad antes de salir del trabajo.
Me recargo del auto mirando a la gente salir con mochilas o bolsos saliendo con prisas. Las miradas de los chicos no fue de esperar y otras de recelos de las chicas. Fumo el cigarro y la veo caminando con dos chicas a su lado. Mi mirada y atención la centro toda en ella, su pelo rubio brilla bajo el sol, sus ojos me miran fijamente mientras se acerca y una de sus amigas le dice algo haciendo que sonría.
—Hola —me abraza y hago lo mismo.
Me presentó a sus amigas, les di la mano.
—¿Nos vamos? —mire a sus amigas.
Se despide de sus amigas y le abrí la puerta, mientras rodeó el auto lo veo mirándome fijamente con una mirada penetrante. No aparte mi mirada hasta subir.
—Estas muy guapa —la miro mejor con un vestido de flores holgado y chaqueta jeans arriba con unos zapatos. Me encanta mirar su carita.
—No, tu estas mas guapa —sonrie tímida.
—¿Como estuvieron las clases? —conduzco con tranquilidad.
—Mas o menos.
—Tranquila —me giro a verla.
—¿Y tu en el trabajo?.
—Excelente.
...
MARTINA
Su compañía era la mejor. Pronto solo se empezaron a ver arboles y casas pequeñas. Estacionó afuera de una casa muy bonita con ladrillos, diseño de cúpula en la parte arriba.
—Bienvenida a casa de mis padres.
Sonrió y ambas quitamos nuestros cinturones. El ambiente olía a café y madera cortada. El silencio y solo algunos canto de los pájaros acompaña. Los arboles a los alrededores.
Me guía caminando por el camino de la entrada, toca la puerta de madera gruesa.
Una mujer de unos cuarenta o quizás apenas llegando a esa edad abrió la puerta. Su mirada miel igual Rinna confirma ser su madre y su nariz respingona.
—Mi niña —la abraza fuerte, permanezco mirando la acción con vergüenza.
—Mamá ella es Martina —su madre me echa un vistazo rápido mientras nos hace pasar.
—Un placer, soy Rosa —uni mi mano a la suya y sonreía igual.
Echó un vistazo rápido, colores oscuros, una chimenea, una sala pequeña y un pasillo. Ahí un pequeño balcón con salida al patio que puedo observar flores.
Un hombre con el cabello azabache como ella sale de un pasillo secando su mano con un paño.
—Papá —se pone de pie abrazándolo.
—Ella es Martina —me da la mano.
Me sentía un poco extraña, ellos eran una familia pero también me daba felicidad ver esto. Después de perder un poco como la vergüenza también me unía a la platica. A su madre parecía interesarle mucho sobre mi y como había conocido a su hija.
Ahora hemos pasado a la sala en el comedor donde han dejado galletas recién echas.
—¿Y Anabell? —su madre pregunta, la miro y deja por la mitad la galleta.
—Mamá luego hablaremos de eso.
Me di cuenta que la mención de ese nombre no agradaba a Rinna, quizás era su amiga y ya no. Dejamos a sus padres en la mesa. Toma mi mano y caminamos a otro pasillo donde me sorprendo al ver una escaleras.
Permanezco en silencio como ella subiendo las escaleras. Llegamos a una puerta color hueso.
—Esta era mi habitación anteriormente —se gira mirándome. Me quedo igual mirándola.
En mi pecho se instaló un sentimiento extraño.
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