8. Amenazas














MARTINA



¿Protegerme? Que clase de persona se la juega tanto por alguien que acaba de conocer.

—Seguro tienes cosas de hacer —la miro a sus ojos.

—Nada mejor que estar contigo —sonríe un poco como si lo que hubiera dicho estuvo muy mal.

Jamas había tenido una amiga como ella y eso la hace mas especial.

—¿Crees que se fue? —sabe a quien me refiero.

—No se escuchan mas voces —se pega de la puerta.

—Se que has dejado de hacer cosas por estar conmigo, no es justo.

—Sshh —llega a mi y coge unos mechones poniéndole detrás de mis orejas sin aretes que nunca hice.

Pasaban unos minutos y no hablábamos. Ahora su teléfono suena y contesta. Pero apenas asentía y no hablaba.

—Ahora si debo irme. Llámame de una si te sientas mal, si te hacen algo o me necesitas y no olvides esto —se acerca un poco mas a mi rostro. —Eres muy fuerte y valiosa.

—Gracias de corazón —tome su mano.







RINNA


Bajo las escaleras observando mejor su casa. Es amplia y con cosas muy bonitas de la decoración. Hay muchos lujos innecesarios.

—Debemos hablar usted y yo antes, señorita —antes de salir a la puerta escuchó la voz de su madre.

—Disculpe, no creo lo mismo —la mire con cara de pocos amigos.

—¿De donde tú conoce mi hija? ¿Quien eres? No me das buena impresión.

—Lo de la impresión no es algo que me vaya a quitar el sueño, señora, ahora si me disculpa tengo cosas que atender, y gracias.

Mientras conduzco miro que un auto negro me sigue desde que salí. Para confirmar doblo y hace lo mismo, hago una L y hace lo mismo. Conducía a un lugar donde no pasasen tanto auto y me detuve casi en el medio de la carrera.

Salí sin miedo presintiendo de quien se trata. Se quedó a poca distancia saliendo del auto.

Imbécil.

El sol me da de lleno en el rostro.

—¿Te debo algo? ¿Porque me sigues idiota? —lo miro con todo el odio que puedo.

—Alejate de ella, no eres buena influencia para ella —se acerca mas a mi mirándome igual.

—A mi no me dices que hacer. ¿O quieres que te lo recuerde? —mire al centro de su entre pierna con burla.

—¿Quien demonios eres? ¿Que haces con Martina?.

—A mi tu no me cuestionas, parásito.

Tan pronto las palabras salieron de mi boca me toma por el cuello con mi pelo casi arrastrándome.

—¡Sueltame maldito cobarde! —mientras mas forcejeaba mas me dolía el cuero cabelludo.

Lanzó un codazo pegándole en la cara y me soltó cayendo yo al piso.

—Te vas arrepentir de esto.

Me arrastra a su auto y aunque luchó tampoco me puedo comparar con su fuerza. Forcejeo cuando me tira en los asientos de atrás subiendo encima mío. Toma mis mano por encima de mi cabeza.

—Te vas arrepentir de haberme conocido, ya te traiga las ganas de volverte a ver y hacerte saber que conmigo no se puede.

—De mi no sabes nada, te voy a joder tu miserable vida, Johannes —en su descuido por mis palabras llamarle por su nombre forcé saliendo de su agarre corriendo a mi auto.

Subí tan pronto dentro conduciendo a velocidad, no vaya hacer que me siga y sepa mi dirección. Pero ahora no iré allí, la llamada que recibí fue de Paul, después de leer mi mensaje quiso que habláramos del tema en persona. Mientras voy llegando al lugar como un puente abandonado donde tiene carros viejos amontonados y gomas grandes con carteles haciendo sombra voy bajando la velocidad. Me pongo las gafas y salgo sintiendo la arena en mis deportivas.

—Miren a quien tenemos aquí —ni bien salgo que ya esta frente a mi con tres chicos a su lado.

Paul tiene su encanto, claro, para las mujeres que les guste. Su mirada misteriosa y aquel porte de chico malo es lo que les llama la atención. Miro que ha recortado su pelo con total apenas dejando ver que es un castaño.

Abrí mis brazos con sonrisa. —La misma que viste y calza —me acerco dándole mi mano mirando con desconfianza a los tres chicos. Uno de ojos mieles como los mios me mira con cautela.

—Ven, esto hay que hablarlo largo y despacio.

Me tiende un cigarro y lo enciendo, siento la brisa hacer danzar mi cabellera. Nos sentamos en unas grandes gomas.

—Lo que tengo que hablarte es rápido —suelto el humo. —Ya sabes su nombre y a la universidad que va, no quiero que se te vaya a pasar la mano, solo quiero que le des un pequeño susto, ya sabes de que hablo —lo miro.

Paul es muy agresivo si se lo propone y no quiero llevar otra muerta en mi consciencia. Solo quiero que le haga entender que a las mujeres no se les toca si no quieren.

—Mañana entonces empiezo, sabes que me tomare mis días, me gusta hacer las cosas con profesionalismo —me río junto con él por su vocabulario tan pausado y aquel tono maníaco.

—Pero volviendo al tema, tengo que seguirlo, saber sus amistades mas cercanas, su casa y a donde va mas seguido ¿sabes lo que quiero decir verdad?.

Obvio, más dinero.

—Si, ya me voy —me levante caminando al auto.

—¿Por que tan rápido? En un rato vienen unas chicas buenas, abra una carrera de autos y bebidas —niego sonriéndonos.




...


Nada mas entrar a la casa mis pequeñas mascotas me reciben hambrientas. Después de ocuparme de ellas me doy una ducha mirando como la tarde se fue perdiendo.

Martina no me ha llamado y eso me preocupa un poco. Intento marcar su número pero me entra su llamada.

—¿Estas bien? —es lo primero que digo mirando en el techo de mi habitación.

—Entre que mi madre no me ha molestado, todo bien —escuchó su voz como un susurro.

—¿Quieres que te vaya a buscar? —muerdo mis labios al tiempo que digo esas palabras.

—No es necesario, pero gracias, prometo hacértelo saber si necesitó que vengas.

—¿Prometido? —sonrió para mi.

—Si, eres como un ángel para mi. Siento que eres como una hermana mayor.

¡O rayos!.

¡No!.

—Ah genial, si —respondí con pesadez.

—¿Dije algo malo? —escuchó como cuando te mueves en la cama.

—No, para nada preciosa ¿mañana iras a la universidad?.

—Supongo que si ¿trabajas mañana?.

—Si, luego iré donde mis padres ¿quieres acompañarme? Es un pueblo muy bonito.

—Si no hay problema con ellos, si.

—Bueno pues cuando salgas de la clase mañana me avisas y paso por ti.

Después de colgar me quedó en la cama pensando en todo lo que ha sido mi vida. Soy muy dichosa de tener los padres que tengo por aceptarme desde el primer día y cuidarme como hasta ahora. Podría decir que todo ha sido perfecto en mi relación con ellos. Aunque me culpo porque no pudieron tener mas hijos. Ambas familias le decían que luego podría mal influenciar a un futuro hermano o hermana.

Gran parte de mi familia por ambas partes no es que me vea con buenos ojos. Casi nunca podía tener esas pequeñas fiestas entre primas o amigas íntimas, me miraban como si fuera capas de hacerles algo malo cuando muy bien solo las miraba con ojos de amigas o primas sin nada mas.

La familia de mi padre me rechazaba más, ya que siempre le decían que debía ponerse mas fuerte conmigo y ponerse los pantalones donde iban porque el era el hombre de la casa. Pero ambos desde pequeña miraron mis gustos, mi orientación sexual. Mi madre siempre fue mi cómplice y aun lo sigue siendo.

Mas aquel día...

Salgo del baño con la toalla lila enrollada en mi cuerpo mientras cantaba una canción. Me sorprendo al ver a mi tío sentado en la esquina de mi cama oliendo mis sábanas y con mi ropa intima que había dejado encima.

—¡¿Que haces!? —lo miro sorpresiva y con asco por el olor alcohol que llega a mi nariz.

—Eres tan hermosa querida Rinna —se pone de pié caminando con cautela a mi mirándome de arriba a bajo sintiendo como me desnuda con su mirada oscura.

—¡Fuera de mi habitación! Llamare a mis padres —mi cuerpo queda pegado a la pared y me alarmó.

—No, no, porque hacer eso, además ellos no están y hoy haré de ti una verdadera mujer, lo que debes ser.

—¡Fuera! Largate —lo miro con asco.

Suelto un grito cuando siento como su cuerpo presiona el mío contra la pared, su lengua la pasa por mi mejilla y cuello y no evito llorar sintiéndome indefensa. Lo empujo cuando quita mi toalla como un animal mirando mi cuerpo. Cojo el jarrón de mi mesita de noche y rompo en su cabeza.

¡Largate ahora! —me ánimo de valor saliendo de mi habitación cubriendo su cabeza y la sangre que empezaba salir.

Lo volverá ha hacer y no puedo permitir que eso vuelva a pasar, enrolle mi toalla nuevamente y salí al pasillo mirando que iba a bajar las escaleras. Lo empuje con todas mis fuerzas mirando como su cuerpo cae por las escaleras, terminando su cuerpo sin vida en el último escalón.

La puerta se abre y sus ojos iguales a los mios me miraron con sorpresa, cubre su boca mientras mira el cuerpo de lo que un día fue hermano de mi padre.



Cambie para siempre. Había acabado con la vida del hermano de mi padre y eso es algo con lo que aun cargo, pero, tanto se habló en la familia que el tío borracho se había caído por las escaleras que al final se me grabó en mi subconsciente, mi madre todo lo días me repetía que se había caído solo y le creí. Solo tenia trece años. Hasta el día de hoy miro sus ojos y siento que quisiera borrar eso de mi mente.

—Aquí no ha pasado nada, el tío se cayo solo y saliste por el ruido. —Esto me lo repetía día tras día junto a un beso en mi frente. En las noches lloraba y ahí estaba para abrazarme.

Aveces siento como si mi padre se hubiese dado cuenta pero, igual ya no se podía hacer nada y yo soy su hija la que un día su hermano intento violar por mis gustos.

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