6. No me sueltes
Mis ojos están pequeños e hinchados por tanto llorar. Me subí al borde de la ventana mirando como la tarde fue cayendo. Una camisa grande es lo único que cubre mi cuerpo sin nada abajo.
Unos toques en la puerta se escuchan lejanos en mi mente.
—¿Quién? —mi voz sale muy ronca y grave.
—Abre Martina, por favor, necesitamos hablar.
Mi madre.
Me pongo de pie y abro la puerta, quiero que se sienta tan mal como yo.
—¿Quieres ver tu obra de arte Mamá? —la miro y cierro la puerta, entra mirándome de pies a cabeza.
—Martina, ¿porque estas así?.
—¿No lo sabes? —estaba hablando muy tranquila y eso me asombraba y me asustaba a la vez.
Abrí la camisa con rabia quedando desnuda delante de ella y me di vuelta como mostrando su obra.
—¡Resulta madre que tu ángel ayer hizo lo que se le vino en gana conmigo! ¿Estas contenta? —grite volviendo a sentir el gran dolor.
Se cubre la boca negando y señalándome, empezó a hablar pero tartamudea.
—¡Que dices! Eres una malagradecida Martina, nos sabes lo que dices, estas acusando de algo muy grave y... y los novios hacen estas cosas —niega mirándome.
Reí sarcástica. No podía esperar menos de ella.
—¡Te estoy diciendo que me jodió el puto culo toda una noche mientras le suplicaba que no lo haga! —llore peor y me derrumbe en el piso. —¡Hizo conmigo lo que quiso y tu me dices eso! ¡Eres mi madre joder! —grite cubriendo mi cuerpo. —¡Largate de aquí! ¡Te odio! ¡Te odio!.
Salió corriendo dejándome sola. Una vez mas volvía a llover dentro de mi alma después de creer sentirme calmada un momento.
...
Mis ojos están cerrados pero puedo escuchar el silencio de la noche y sentir las sabanas en mi cuerpo. Me siento en la cama, todo esta a oscuras, camino y enciendo luz. Saco un chándal holgado negro y una larga y holgada remera sin sujetador, me agacho y siento mis caderas doler. Busco unos tenis y listo.
Marco su número y al segundo tono contesta.
—Martina ¿como estas? Había estado preocupada por ti ¿te encuentras bien?.
—Necesito a alguien con quien hablar ¿puedes ahora?.
RINNA
No tengo sueño y tengo ansías. Un día que no se nada de ella. Quizás estoy exagerando pero como me comento que discute con su madre y su ex es un imbécil quizás este en problemas. Estoy sentada en la cocina mirando dormir mis mascotas en sus colchas.
Acabó de pintar mis uñas cortas de diferentes colores.
Mi teléfono vibra y miro su nombre en la pantalla.
—Martina ¿como estas? Había estado preocupada por ti ¿te encuentras bien? —expreso sinceramente.
—Necesito a alguien con quien hablar ¿puedes ahora? —su voz se escucha muy ronca y gruesa.
—Claro que si, ¿paso por ti?.
Miro que ya marcan las diez de la noche.
—Si por favor.
Cuelgo y rápido me calzó. Miro el jeans azul desgastado que traído y un abrigo rojo. Salgo y abro el garaje subiendo al auto. Al llegar su casa se ve oscura y todas las del alrededor. Marco su número y rápido sale. Hago lo mismo y viene corriendo a mis brazos, la abrazo fuerte, tan fuerte como puedo, la siento temblar y llorar. La pegó mas a mi cuerpo.
—Shhh —susurro y la escondo en mi pecho. Huele a jabón y se siente fría.
—No me sueltes —habla entre llantos sin despegarse de mi y la aprieto mas para que sepa que no lo haré.
Sus manos pasan por mi cuello y una mía va a su cabello acariciándola mientras miro a la nada imaginando que pudo haberla puesto así.
La separó un poco solo mirando su rostro y sosteniéndolo entre mis manos. Sus ojos se ven triste y apagados, están hinchados y sus labios se ven heridos. Mis ojos recorren mejor todo su rostro y su cuello, veo unas marcas, son marcas de chupetones.
—Sube —abro la puerta y lo hace.
Rodeo y subo. Conduzco sintiendo mi corazón acelerado y unas ganas inmensas de protegerla de todos. Va encogida en el asiento con la mirada pérdida. Nos detuvimos en un semáforo, volteó a verla.
Mi mano va a sus mejillas y las acarició con cuidado y ternura.
—¿Quién? —pregunto en un susurró como para mi.
Niega, uní mi mano a la suya apretándola mientras con la otra conduzco.
...
Abro la puerta y la hago pasar primero. Se queda mirando cada lugar y se gira a verme cuando salen teté ladrando y tití elevando la cola ante los desconocidos.
—Se van —les señale la cocina y me obedecen.
—Muy lindos —dice y mete las manos en su remera.
—Bienvenida a mi hogar, ven aquí —le hago señas para que se siente en el sofá que da vista al jardín de la vecina.
—Creo estoy haciendo muchas molestias —limpia sus mejillas y esconde unos mechones tras sus orejas.
—Jamás digas esas cosas —me siento a su lado mirándola y llenándome de odio al ver sus marcas.
—¿Quien te ha hecho esto? —señalo las marcas en su cuello y miro sus ojos apagados.
—No tiene importancia quien fue —su rostro de vuelve rojo y me mira triste.
—Fue él, no tienes que confirmarlo.
Se pone a llorar cubriendo su rostro y la pego a mi.
—Me hizo mucho daño, mucho —siento mis ojos picar y la aprieto más.
—Desahogate conmigo —acaricio su cabeza.
—Te juro que le suplique, le implore e hice todo lo posible pero no me pude proteger, no supe y eso me duele.
La separe un poco y limpie sus lágrimas.
—Eres mas fuerte que esto preciosa, no dejes que un demonio corte tus alas, eres un ángel, el ángel mas hermoso —niega.
—La persona que debería estar haciendo esto, escuchándome y abrazandome mientras me diga que todo va a estar bien debería ser ella, mi madre, la persona que me entrego al demonio. —llora —La odio y duele odiarla, los odio.
—No quiero que te sientas culpable de nada.
...
Se ha desahogado mientras lloraba y se lo permití. Me siento tan rota y triste por ella, sintiendo su dolor que no pude evitar soltar alguna lágrima frente a sus ojos. Casi esta sobre mi cuerpo, media dormida. La observo mejor, en su mejilla derecha se ven unos dedos pintados, como cuando sujetas un rostro con fuerza.
Me pongo de pie con ella haciendo fuerza y camino con cuidado hasta la habitación que tengo libre y la dejo sobre la cama y coloco la manta en su cuerpo.
Salgo al pasillo con mi móvil en mano.
—Necesito un favor tuyo, pero para ya.
Cuelgo.
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