5. No lo hagas










Ya hacia mas de dos horas que habíamos llegado y me sentía más libre. Algunas primas suyas me caen bien, no parecen llevar su sangre. Mientras mas oscurece mejor se ha puesto.

El alcohol me esta haciendo pedazos y prefiero pararlo pero cada vez que paso por un lado veo vasos y tomo uno. La casa esta mas llena y ahí gente que desconozco. La musica que suena me hace mover el cuerpo. Antes cuando llegamos fuimos a una habitación y dejamos nuestras mochilas. Lo miro en su grupo riendo y tomando, mirándome como si fuese una presa en extinción con ganas de devorar y me hace sentir un sentimiento extraño.

Sigo moviendo mi cuerpo con la música. No debí tomar tanto. Siento unos brazos en mi cuerpo y me giro mirándolo.

—Pero mira como estas —su voz sale coqueta, me pega mas a su cuerpo y se mueve, me da vuelta y siento su aliento en mi cuello.

Siento que pasará algo y pretendí tomar alcohol hasta no poder, por lo menos no tendría consciencia del todo. Lo sabia desde que llegamos.

Sonrió al sentir como lo pongo. Quita de mi mano el vaso y le da un trago sonriendo, su aliento cerca de mis labios solo huele a alcohol. Camina conmigo entre las personas y fuimos al pasillo que da a las habitaciones, mientras nos alejamos menos se escucha la música.

Me pongo nerviosa.

—A tu madre no le importa que te quedes conmigo, lo sabes, no le importas —abre la puerta de la habitación donde dejamos nuestras mochilas y la cierra tras nuestro. Esta un poco oscura pero no del todo. Su voz sale mas gruesa y miro que pasa su mano por su rostro apartando un poco su pelo.

Me pasa por el lado y se sienta en la cama casi cayéndose.

—Sabes ...sabes porque te trato mal...por...porque te odio y ahí algo aquí —toca su pecho. —Que solo dice Martina, Martina, Martina, me traes muy loco Martina. Me haces sentir débil y no sales de mi cabeza, no lo soporto.

Me pegó a la pared sintiendo mis nervios y queriendo salir, se pone de pie caminando a mi. Su cabeza se esconde en mi cuello oliendo mi aroma y besando esta parte dejando una mordida, evitó soltar un grito.

—No lo hagas —casi suplicó, estoy borracha pero puedo sentir como mi cuerpo va reaccionando a algo malo.

Sus labios encuentran los mios y lo aparto con ambas manos.

—No, no quiero estar contigo Johannes y menos así —siento que mi voz sale con miedo.

—No importa, se quita la camisa dejando su pecho descubierto.

Sus labios están sobre los mios, desesperados porque le corresponda y aun no lo hago, los muerde y tengo que entre abrirlos aprovechando esa oportunidad para entrar su lengua dentro, queriendo devorarse hasta mi alma. Jadeo sin querer al sentir como se pega mas a mi y me tira a la cama con sorpresa.

—Vas a jadear y gemir. Si, pero —se va quitando la ropa. —Pero de dolor, jamas, jamás Martina seré tierno contigo, hoy... Hoy voy a sacar este sentimiento de mi pecho que se llama Martina, vas a llorar y saldrá esto que lo odió.

—No tienes que hacer esto Johannes —me sentía asustada y vulnerable, nadie podría ayudarme, nadie me escucharía.

Siento mis ojos picar y se sube encima mio. Siento sus labios húmedos besando mi cuello y bajando por mis senos, quiero apartarme y lucho por hacerlo. Toma mis manos con ambas suyas por encima de mi cabeza.

Su lengua recorría mis senos aprovechando que solo traigo el top y sin sujetador, baja a mi abdomen mordiendo y chupando con fuerza a su antojó mientras pataleó y grito. Pronto me quede sin voz, sin lágrimas. Hubo un único intento en que rasguñé su rostro y corrí a la puerta con mis senos descubiertos. Estaba mirando la gloria pero ...estaba con seguro.

Entendí que no había nada que hacer. Intente que no fuera tan cruel correspondiendo sus besos que al final no eran tan brusco, pero parecía que me quería hacer sufrir mordiendo hasta hacerme gritar, ya fuera mis labios, mis glúteos, mis senos haciendo que gritara y sintiera mi piel un poco herida. Su mano en mi cuello.

—¡No lo hagas! —llore sin poder evitarlo y empecé a temblar.

—Lo estoy disfrutando muchísimo, Martina —me tenia a su merced, a su gusto.

No quería sentir, no quería llorar, no quería temblar como lo estoy haciendo ahora al sentir como abre mis piernas mientras me dejo hacer.

—Eres tan hermosa, tan suave, tan distinta —cerré los ojos con fuerza intentando no llorar.

Nunca hubo un aviso, no me lo hizo saber, solo se hundió con fuerza haciéndome gritar del dolor, intentaba apartarme, me tenia sujeta como si su vida dependiera de mi. Cada vez con mas fuerza, sintiendo como mi cuerpo era destrozado sin piedad. Creí que nada podría ser peor pero me hundió en su infierno al darme la vuelta.



...


Sentía frío en mi cuerpo pero aun tenia los ojos cerrados, podía sentir la claridad en la habitación y la brisa danzar sobre mi cuerpo desnudo haciendo que mis vellos se erizarán. Abrí los ojos y sentí dolor en mi alma. Estoy desnuda y sin nada que cubra mi cuerpo, trato de sentarme y lo consigo, estoy sola y una de las ventanas esta abierta como si el culpable quisiera limpiar un poco el crimen.

Te odio mamá. El el único pensamiento que puedo tener.

Mi ropa interior esta esparcida en el suelo como si se hubiese echo un exorcismo, mi pecho se estruja y quiero llorar. Me pongo de pie sintiendo mis piernas temblar y muy dolorosas. Mis partes íntimas palpitan y duelen, cada zona sensible, mis pezones están rojo e hinchados llenos de chupetones. Entro al baño y lloro mirándome en el espejo, tengo lo que parecen moretones por todo el cuerpo, chupetones, no ahí un lugar de mi cuerpo que no tenga ahora su marca. Entro a la ducha y abro la llave dejando que el agua fría me espabile y piense con claridad. Porque en estos momento solo quería ver a alguien muerto.

Al salir no tengo con que secar mi cuerpo y pongo mi ropa sin poner la ropa interior y la tiro en el cesto de basura del baño. Miro mis ojos diferentes, parecían apagados, mi rostro se ve maltratado y dolido, el azul esta mas oscuro y apagado, el amarillo parecía estar rojo, mi labio inferior esta herido. Mi pelo moja mis hombros y bajan gotas por el top haciendo que mis senos se noten. Recuerdos me quieren sumergir y me con tengo para no caer.

Salgo al pasillo con la mochila en los hombros y las alpargatas en las manos. Todo esta echo mierda, restos de alcohol, botellas, colillas de cigarros, en algunos sofás duermen chicas y chicos. Escuchó risas y murmullos y camino.

Esta su prima en ropa interior riendo, que ahora no recuerdo su nombre, un chico sin suéter fumando un cigarro, otras dos chicas y él, ahí está sonriendo. Al verme hacen silencio. Sus ojos hacen conexión de los mios pero no hago ninguna expresión, miro el rasguñó que tiene en la mejilla, solo me doy vuelta esperando el taxi que llame antes de bajar con la ultima pila que tenía. Camino a la salida sintiendo el sol darme de lleno.

—Mar... Martina —me quedó de espalda esperando el taxi

El taxi llego y prácticamente corrí dentro.

—¿A donde la llevo señorita? —pregunta el taxista.

Las palabras no me salían pero pude casi en un susurro. Al llegar abro la puerta y bajo descalza con las alpargatas aun en las manos. Con cada paso que daba me sentía mas rota. No me atrevo a decir las palabras y las escenas se repiten en mi mente una tras otra.

Toco el timbre con las manos temblorosas y es abierta por la persona que ha despertado el sentimiento mas terrible en mi alma.

—¡Martina por Dios! —miro estando dentro y suelto las alpargatas y las mochilas en el sofá.

—¡Martina te estoy hablando! ¿Porque estas en este estado? ¿Quien te ha echó esto? —sus ojos me miran con sorpresa mirándome de arriba a bajo.

—Te odio, te odio mamá y me duele que seas la primera persona en despertar un sentimiento tan asqueroso en mi —cerré los ojos saboreando las palabras salidas de mi interior, sentí mis lágrimas saladas terminar en mis labios heridos y la deje con mil preguntas. Subí las escaleras de a poco, cogiendo aire en cada paso.

Al entrar a la habitación me desmorone como arena a llorar sin cohibir mi alma. Arrastras llegue al baño y entre a la bañera con la ropa llorando bajo el agua helada. Dejando salir mi dolor. Pensar que quise participar para no sentir tanto me hace sentir peor.

¡Hizo con mi cuerpo lo que le dio la gana! Dios le suplique tanto, llore tanto.

Lo hizo de una manera salvaje, de una manera que solo un animal puede hacerlo, de alguien que quiere arrancar cada pedazo, nunca paro por mas que llore, que pataleaba, cumplió muy bien su palabra, estuve llorando y gimiendo de dolor hasta el ultimo momento que forzaba pero es mi culpa, mi culpa por no saber protegerme yo misma, por creer que lo tenia todo bajo control. Yo fui que di el primer paso al entregarme a él aquel día que mi supuesta madre con intención dejo que me quedara en su casa para comprometerlos de ciertas manera.

Yo soy la única culpable.

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