32/3. Instintiva






Ambas guardamos silencio, usa su teléfono y me mira por segundos mientras ahora me como una gelatina verde con pequeñas porciones como si fuese una bebé.

—Hablaba en serio sobre que te vayas, no quiero verte —lo último lo dije ya incómoda.

—Ya, enserio ¿porqué estas así?, yo no me iré —suelta su teléfono cruzándose de brazos poniéndose seria y parece triste por mis palabras.

—Si insistes en quedarte procura que por lo menos Johannes no entre a esta habitación y no usen el primer piso, puede que otra vez me saquen a tomar aire.

La miro fijamente.

Puedo notar que se muerde la mejilla por dentro dando una media vuelta.

—Todo tiene un explicación, no te adelantes, por favor —eleva un poco los brazos.

—No la necesitó, por lo menos un poco de respecto y no verse aquí mientras yo este y otra cosa, yo que tú lo mantendría lejos de mi—gire mi rostro a la ventana mirando la noche. No es tanto los celos es mas que trato de buscar una razón contundente para esto y no cagarla sin saber.

—Por favor, Rinna, amor, no es el momento, hay que ser razonables y debes permitir que te explique bien —se acerca haciendo que le mire sentándose a mi lado. Toma mi mano derecha acariciándola con la suya y su pulgar.

—¿Porqué? —cuestionó.

—No quiero que te exaltes ni te sientas sofocada, el echó de que estés bien para la condición en la que estabas no...

—Necesito saber porque él estaba aquí y se abrazaban. ¡Que diablos hablaban!.

Me exalte un poco.

—Vino a pedir perdón, me llamó a mi teléfono y para no dar malos entendidos prefería que fuese aquí, aunque ahora pienso lo contrario. Se sincero mucho conmigo. Palabras que necesitaba.

Mientras hablo asentía a cada palabra y niego.

—Entonces ya listo, perdonado, ósea que viene Anabell y me hace un cuento y ya la tengo en mi vida.

—Son cosas muy diferentes, situaciones diferentes, yo no lo tendré en mi vida, pero tampoco puedo negarle a alguien que quiera pedir perdón.

Asiento buscando la calma, no estoy bien para tener estos sobresaltos.

—Te abrazo y correspondiste —miro sus ojos, agacha la mira un momento.

—Si, lo aceptó, pero no le correspondí y quizás llegaste Justo en ese momento pero me aparté de él, era como dejarme saber que solo fuimos unos títeres y...

—Te estas dando cuenta de lo que dices y ...—sujeto mi cabeza con ambas manos al sentir un fuerte pinchazo en el lado derecha.

—Joder, ¿estas bien? —se pone de pie llamando una enfermera. Mientras niego a su pregunta haciendo una mueca, es como un dolor de cabeza insoportable.


...



MARTINA

Su madre esta con ella y no le quise decir que quizás se puso mal por mi culpa. Mi teléfono vibra y lo saco de la chaqueta.

—Hola —es mi hermano Javier, mi madre le compró un teléfono y esta mas actualizado que yo.

—Te recuerdo que hoy es nuestro día de helados de chocolate.

Sonrió imaginando su cara. Ya le he quedado mal varias veces y casi nunca me ve desde el accidente de Rinna que me he quedado en su casa.

—No lo he olvidado, iré por ti en una hora, ¿de acuerdo?.

—¡Si! —cuelga. Estos niños de ahora Dios. Entro a la habitación y su madre la mira mientras duerme.

—Si despierta podría decirle que tuve que salir por favor —asiente.

...

Entro a la casa y me siento como una extraña, la he visto solo unas dos veces mas desde la ultima vez en el hospital, mi madre, mi hermano sale corriendo a mis brazos diciendo que llego cinco minutos tardes. Mi madre sale de la cocina secándose las manos.

Su mirada pasa de mi a la salida.

—Tu hermano te extraña mucho —me mira y no hago ninguna expresión ni digo nada.

Salgo con él y subimos al taxi que nos espera. La verdad he estado descuidada en lo personal, la universidad, el trabajo que tenia seguro. Al llegar a la heladería nos sentamos en una mesa y miro lo entusiasmado que esta en su helado ensuciando sus comisuras.

Por la entrada esta lucía, me mira y termina por entrar. Me pongo de pie hasta seguirla.

—Hola —me posiciono delante suyo. Sigue igual, muy igual, su mirada parecería mirarme con asco.

—Has dejado de asistir a la universidad —paga su helado.

—Si, pero la retomare nuevamente ahora en septiembre. Creo que cambiare de carrera.

—Bien por ti —me habla sin ganas sentándose en una mesa.

—Siempre vas a estar así conmigo lucía.

—Es que no me interesa hablarte, es así de sencillo, no creo que tenemos nada ya que hablar, no me interesa.

Asiento, doy una sonrisa cerrada y vuelvo con Javier que me mira.

—Tu helado se ha derretido —se limpia las mejillas.

—Lo siento —miro sus ojitos de párpados delgados.

—Yo si te quiero —me sorprende, me siento a su lado abrazándolo.




...

Abro la puerta, vienen a mis pies y sonrió dejando alimento en sus tazones, limpio lo poco que ensucio, me acuesto en la cama mirando nuestra foto en la mesita de noche, me pongo de pié abriendo su armario oliendo su ropa, cierro los ojos recordándola, recordando sus besos, sus abrazos, sus dedos acariciando mi cuerpo.

Cuanto amo a Rinna.

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