24. Un intruso
Suelto el humo mirándola, ríe y puedo escuchar que le pide otra botella. Maldita sea no piensan irse. Martina esta a una corta distancia de mi y no le quito el ojo de encina.
—¿Donde vas? —paul me pregunta cuando ve que me pongo de pie. No le respondo y camino a ellos. Al llegar levanta la vista mirándome y su acompañante también, hay dos chicos mas con ellos pero no le pongo atención.
—Martina tienes unos minutos, quiero hablar contigo —ignoró por completo a los demás.
Esta mira a los demás y se pone de pie. Camino adelante para que me siga. Cuando ya estamos bastante alejas me detengo y hace lo mismo. Solo miro fijamente a sus ojos y permanezco en silencio como ella.
—Esta tarde en mi casa no terminamos de hablar —empiezo primero.
—Este no es el lugar y no creo que aya que seguir tal conversación. Todo quedo ahí.
—Martina en realidad no te comprendo, ¿cual es el problema?, ¿que no te haya hablado de mi orientación sexual?, ¿que no te haya dicho sobre lo de Johannes?.
—Yo tampoco de lo se.
—¿Entonces? —me le acerco y no se aparta, pongo mis manos en sus mejillas y sin que lo espere uno mis labios a los suyos, los siento fríos y con sabor a cerveza. Los acaricio con los míos y la beso sin prisa, voy siendo correspondida, la apego más a mi cuerpo poniendo una mano en su cuello, abre sus labios dejándome paso para profundizar y jugar con su lengua. Deslizó una mano hasta sus glúteos dejándola presa en mis brazos. Ahora ella me besa con prisa pero dejando un tiempo cada vez que tira de mi labio inferior volviendo me loca, mi suspiro es acallado en los suyos, me esta poniendo demasiado caliente para aguantar y me separo.
Aún la tengo entre mis brazos, sus ojos están entre abiertos al igual que sus labios.
—Dime que me quieres como yo a ti, dímelo Martina —casi suplicó cerca de sus labios, su respiración y la mía son una sola.
Escuchó que llaman a mi nombre, se aparta de mis brazos sin que me diera respuesta. Paul llega a mi encuentro.
—Nosotros ya nos vamos ¿te quedas? —los ojos de Paul no se apartan de ella y no me gusta, tomo su mano y casi la pongo tras mío.
—Me iré por mi cuenta —digo.
Se da la vuelta dejándonos solas.
—Debo irme, seguro Rayko esta preocupado, no esta bien que le deje solo.
—¿Ese no era el chico que me querías presentar? —sonrió con coqueteo dejando un pellizco con cariño en su mejilla derecha.
—Olvidado —no puede evitar sonreír.
—Ven conmigo, vámonos juntas, no te vayas con él, ya me di cuenta como te mira y no me gusta.
—Vine con él y debo regresar con él, Rinna.
Dejándome sola empieza a caminar y vuelve con él. Observo que ya se van y camino a mi auto. Casi me tiro dentro del asiento y conduzco.
...
—¿Estas bien? ¿Estas ya en tu casa? —me muevo en mi cama con el teléfono en el oído.
—Si, hace un buen rato que llegamos.
—Que bueno.
—Adios Rinna —me cuelga.
Me gustan así.
Le escribo un mensaje haciéndole saber que mañana tenemos que hablar y iré a su casa cuando salga del trabajo. Después de enviarlo recuerdo que no fui a ver a mis padres y debo ir mañana.
...
MARTINA
La noche se me hizo corta al llegar casi a las tres de la madrugada. Ahora mientras cepillo mis dientes recuerdo sus labios junto a los mios. No me cabe duda, estoy enamorada de Rinna, mi alma me lo grita, mi mente y corazón. Desde un principio pero tengo miedo, no se como lidiar con este sentimiento, debo contarle a alguien ¿pero a quién?. Ella me escribió un mensaje anoche diciendo que vendría hoy, antes de irme al trabajo debo organizar mi habitación y... Lavar mi pelo, no se, debo arreglarme.
Al bajar a desayunar esta mi madre ya con mi hermano.
—Buenos días —me siento en el desayunado.
—Tu hermano Javier pasara el día con tu padre, yo iré donde mi tía que hace tiempo no voy.
—¿Me quedare sola? —me mira con una ceja levantada.
—Dije que tu hermano pasará el día, puede que venga en la noche como también puede que se quede, llama a Lucia o Teresa para que vengan y no estés sola.
Asiento.
—Los padres de Johannes y él se fueron de Toledo, creo que a Madrid, necesita terapias.
—¿Él necesita terapias?.
—Si.
No le quise seguir preguntando seguro por los golpes o de que más podría ser.
...
Tecleo en la computadora para registrar los libros vendidos y alquilados.
—Es para ti —mi compañera deja un té encima de la mesa. La miro y sonrió.
—Muchas gracias —tomo la taza entre mis manos.
—A la orden.
Hoy no hay mucho trabajo lo que me cansa mas hacer nada. Para estar en algo más me encargue de organizar los nuevos libros que llegaron en las cajas. Limpie los estante.
...
Llego a la casa y lo primero que hago es comer algo. Las seis de la tarde, me siento en el sofá quitando mis zapatos y chaqueta. Reviso mi teléfono y no hay mensajes ni llamadas de ella. Subo a mi habitación, primero me daría una ducha.
Ya son las ocho y media dijo que vendría a las siete, peino mi pelo, enciendo la televisión sin dejar de mirar el teléfono. Escuchó el timbre y bajo las escaleras muy rápido. Abro la puerta y ahí esta, su abdomen al descubierto, un vaquero holgado alto y deportivas.
—Pasa —entra soltando las llaves el sofá.
Me abraza sin decir palabra y hago lo mismo. Junto mi entre cejó extraña.
—¿Esta bien? —niega aun abrazando me.
La separó mirando sus ojos. La llevo conmigo a mi habitación.
—Se que llego tarde, no recordaba que tenía que ir a ver a mi padre, esta enfermo, se había caído por las escaleras y lastimó su espalda.
—Dios mio, ¿esta muy mal? —nos sentamos arriba en la cama.
—Es un castigo —la miro sin entender sujetando sus manos.
—Martina, cuando yo tenia trece años ... —levanta su mirada y respira profundo. —Yo hice algo de lo cual lucho por no arrepentirme, recuerdo que, que sólo sujetaba mi toalla con fuerza, él se metió a mi habitación, intento abusar de mi cuerpo, me había armado de valor sacándolo de mi habitación después de romper un florero en su cabeza... Sabia que volvería a intentarlo y lo empuje por las escaleras —mientras hablo su mirada parecía perdida como recordando, ahora la enfoca en mi.
—Tu...
—Yo arroje a mi tío por las escaleras, fue su culpa.
Solté sus manos alejándome un poco, sus ojos se humedecen poniéndose de pie apoyada a mi ventana. No podía hablar, intento comprender lo que me quiere decir.
—Simpre supe de mi orientación sexual, desde muy pequeña lo supe, como mi corazón palpitaba por otra niña, mis gustos por las cosas que solo deberían gustar a los niños en las niñas, mis primeras lágrimas por otra chica, los suspiros, todo Martina, mi primer apoyo fueron mis padres pero siempre hay alguien que quiere hacer mas. Mi tío el borracho no aceptaba mis gustos, quería convertirme en una mujer y eso era hacer abusar de mi.
Se gira mirándome, yo guardo silenció mirándola.
—No lo podía permitir, mi madre siempre me apoyo y me dijo que había sido su culpa, que él tío se había caído por las escaleras y termine creyendo —miro que se limpia unas lágrimas.
Me pongo de pie abrazándola por detrás.
—¿Quién más sabe? —ahora quiero protegerla como ella a mi.
—Mi madre y ahora tú, nadie más, se que mi padre sospecha, ayer se cayó por esas mismas escaleras.
La abrazo mas fuerte.
—No es tú culpa —hago que me mire tocando sus mejillas.
—Creo que no.
Niego. No quiero que siga pensando en eso, debo buscar otro tema.
—Hablame de tu niñez —nos volvemos a sentar, pero le digo que se acomodé quitándose sus zapatos y chaqueta.
Sonríe un poco, se acerca dejando sus labios encima de los mios, la beso correspondiendo, es un tierno beso, suave y delicado. Se aleja.
—Mi niñez fue feliz, tranquila, no fui de amigas, nunca me querían en sus grupos —se ríe y hago lo mismo. —Creo que me tenían envidia, entonces me juntaba con los chicos, esos los malos que les gustan a la mayoría y aprendí muchas cosas escuchando sus cuentos que hacían sobre ellas. Pero siempre tenia problemas, siempre tenia ligues con algunas de sus chicas y ya te imaginarás.
—No me lo quiero imaginar —su cabeza descansa en mi pecho y acarició su pelo.
—Con mi familia fue diferente, mis primas todas pijas, me veían como el bicho raro, siempre pensaban que podría hacerle algo, solo mis padres y una tía que murió hace mucho me entendían muy bien. Hasta ahora que crecimos es que vengo teniendo mas cercanías con ellas pero no más.
Levanta su cabeza.
—Eres muy valiente, quiero que sepas que para mi eres la mejor, no importa que hayas echó, respectando su memoria de tu tío, no eres culpable.
Respira profundo.
Se posiciona encima mio, abro mis piernas para tenerla mas cerca, levantó mi cabeza uniendo nuestros labios, una de sus manos se escabulle por debajo de mi blusa acariciando me, siento que mi piel vibra bajo su tacto. Pongo mis brazos por su espalda acariciándola.
—Te quiero —expresa encima de mis labios. Sus labios bajan a mi cuello donde muerde y gimo.
Se ríe, me da ataque de vergüenza.
—¿Por qué te ríes? —ataco haciendo que se quite de encima mio, me pongo de pie cruzada de brazos.
—Eres muy traviesa, me gustas mucho y haces que pierda la cabeza con facilidad, mira, toca mi corazón —toma mi mano y la pone encima de este que late rápido, tanto como esta latiendo el mio. Su mano encima de la mía la va guiándome hasta ir bajándola por su abdomen. Muerdo mis labios mirándola.
—¡Ay que traviesa! —me toma de sorpresa dejando besos en mi rostro. Escuchó el timbre y le dije que haga silenció mientras bajo.
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