23. Carreras

MARTINA

Cubro con ambas de mis manos mi rostro tratando de parar mis lágrimas silenciosas, la he herido, lo se pero si yo sería la culpable de que ella se sumerja otra vez en ese mundo que desconozco prefiero salir de su vida. No se cual fue el precio o cual es hasta ahora, cuanto me duele el corazón, no hace mas de una hora que ya estoy en mi casa y ni siquiera fui al trabajo.

Ya veo cuanto durarás.

Le mentí diciéndole lo de un chico, no hay nadie pero haré que exista para que se alejé, no se que es lo que en realidad me pasa, miedo que la quiero, miedo ha estar con ella, no la conozco en realidad, no se de que mas sería capaz por las personas que le importan. Le he causado mucho dolor y lo siento, le rompería el corazón a mi padre si se entera que a su hija en realidad le van las mujeres, no creo que sería lo suficientemente fuerte para defender un amor como este. Lo peor es que no tengo con quien desahogar esta pena.

Unos toques en mi puerta me alertan, limpió rápido mi rostro y me siento en el escritorio.

—Adelante —disimulo subrayar algo en el libro.

Es mi madre.

—Rayko esta abajo.

—Ya bajaré en un rato.

Me sereno lavando mi rostro, bajo las escaleras y esta mirando su teléfono.

—Hola —se levanta del sofá y lo abrazo.

—Perdón la hora se que ya pronto sera de noche.

—No importa, siempre eres bienvenido —me siento a su lado.

—Quería invitarte a salir a unas carreras para que te diviertas un poco —sonrie enseñando sus brackets.

—Nunca he ido a esas cosas y hoy no me siento muy bien, deseo estar en casa.

—Se hace mas tarde, empiezan como a las once y se que irás, vendrás conmigo —me estrecha y trato de sonreír, quizás sea bueno para liberar un poco el estrés y despejar la mente de este día tan loco.

—Esta bien, estaré lista a esa hora.

—No te arrepentirás, pasare por ti a esa hora.

Lo despido a la salida, me quede cruzada de brazos, respiro pesadamente.

—¿Por qué no fuiste a trabajar? —mi madre me habla, me siento de nuevo frente a ella.

—No lo sé —me mira fijamente.

—¿Y quién lo sabe? —me pongo de pie dejándola con su conversación.

—¿Acaso nunca podremos hablar como madre y hija? —voy subiendo las escaleras.

—No sabía que conocías esas palabras.

...

RINNA

Pintó mis labios de rojos sangre, pongo mas sombras naranjas con mas brillo y levantó mas mis pestañas. Suspiro arreglando mi traje de cuero negro y mis botas. Salgo de casa con la mochila pequeña, cierro bien y me entro al auto conduciendo a velocidad.

La luna esta llena, es una noche estrellada. Mientras voy llegando, las voces altas, los gritos, las llantas de los autos rechinar, las botellas siendo rotas, los silbidos. La gente alborotada, dejo mi auto junto a los otros y camino entre la gente hasta donde esta Paul con chicas rodeándolo, sus pocas ropas y la adrenalina.

—¡Estas aquí mujer! —se baja de la parte de arriba de su auto y le sonrió, cuando llega a estar frente mio le suelto una bofetada que no resuena por el gran ruido y la música electrónica tan alta. Me mira con odio tocando su mejilla, los chicos que siempre están con él me miran queriendo traspasarse dentro mío.

—No sabes nunca tener tu puta boca callada, ¡¿por qué le contaste joder?!.

El polvo en el lugar me hace cerrar los ojos.

—Esa chiquita no es para ti Rinna, anabell se preocupa por ti y le conté todo.

—¡A mi me importa un rabo que se preocupe! Nuestras vidas están desechas joder —miro a mi alrededor enojada.

—Olvida eso joder, vamos a divertirnos y agradece que te tenga como una amiga, Rinna —esta muy cerca muy y lo empujó de mi.

—Tranquila —me abraza por detrás con fuerza. —Aquel monstruo es tuyo —me señala un auto gris, sonrió apartándolo.

—Tus chicas se pondrán celosas idiota, pero en serió Paul, no debiste decir nada.

—Me perdonaras hoy, mañana me dices lo que quieras. Ahora ven y fumemos algo antes de que te vayas a la carreras ¿por qué vas a correr verdad?.

—Pero por supuesto que si, hoy tengo mucha energía que descargar.

Me siento en su grupo de mujeres y hombres, en gomas grandes de camiones, puedo ver las chicas con los pañuelos avisando la salida de los autos, el polvo, la musica, las bebidas desperdiciadas, el humo y el fuego de los tanques. Llevo la botella a mis labios mientras doy una calada al cigarro. Miro a anabell caminando con tres chicas y rápido la alcanzó. La tomo del brazo y se sorprende de verme.

—Rinna —la llevo conmigo, Paul se queda mirándome. Me alejó con ella de las personas.

—Supongo que ya lo sabes, que fui a ver a la ojitos de colores —se ríe burlona. Su paño negro en su cabeza, y el gran escote en sus senos.

—No vuelvas a referirte de ella así, ¿te queda claro? Otra cosa, eres la que menos me conoce, al menos hasta ahora, si realmente me conocieras no le hubieras dicho nada, ni te hubieras atrevido a buscarla.

La miro con odio, estoy muy enojada y trato de contenerme.

—No te atreverías a hacerme daño por ella.

Me río mirándola.

—No me busques, no la busques, no quiero ver ni tu sombra Anabell, has salido completamente de mi vida. El poco aprecio y respecto que te tenia por el tiempo compartido y vivido ha desaparecido. Créeme que antes hubiera echo cualquier cosa por ti pero de ahora en Adelante te convertiste en nada.

—¡Se que no es así Rinna! —camino dejándola sola.

Llego sentándome y Paul me avisa que es mi turno. Camino dejándole mi mochila, mis botas hacen huellas en la arena, la adrenalina recorre mi cuerpo, me acerco a la chica que se pone en medio para iniciar la carrera, entro dentro apretando el volante con los pies en el acelerador.

Miro a mi izquierda, el chico que compite conmigo me saca el dedo y le sonrió devolviéndole el gesto. La chica empieza el conteo del tres al uno y me preparó.

Acelero tan rápido que mi cuerpo rebota dentro, sonrió y chillo dejando polvo a mis lados.

—¡Si! —grito acelerando, el auto parece correr por su cuenta, mis pies se mueven rápido, mi visión es increíble, siento que chocan mi auto por el lado.

Ay esta el hijo de puta otra vez.

—¡Te haré pedazos! —me grita y lo empujó a él haciéndose que desvíe un poco, los gritos de las personas hacen que me adrenalina sobre pase mi sistema.

Hay un chico.

No quiero que alguien como tú me quiera.

Me estas haciendo daño.

Pudo morir.

Mi mente se llena de recuerdos, acelero con rabia llegando primero, doy vueltas en círculos sin parar hasta cubrir todo de polvo, me detengo bajando la ventanilla, el polvo se va disipando. Sonrió abriendo mi puerta y levantando mis brazos a los gritos de las personas. Paul llegando con una botella y le doy un trago largo.

Y ahí está ....

La miro y esta me mira fijamente, me quedó mirándola, mi sonrisa de desvanece mirando al chico que esta a su lado.




MARTINA

Hace media hora que llegue con Rayko, el ruido es muy fuerte, la gente esta alborotada, el polvo es mucho, nos sentamos arriba de un auto amigo de Rayko, desde aquí puedo ver la carrera que acaba de empezar, no soy yo que estoy en uno de esos autos pero siento adrenalina.

—Toma bebe algo —me da una botella y la tomo sintiendo el caliente en mi garganta. Mis piernas al descubierto, mis deportivas negras y un top con chaqueta negra arriba. Su mano termina en mi cintura y sonrió.

El auto gris rebasa el negro, la gente se alborota cuando el otro lo golpea por el lado, el gris parece mas experto y hace que se salga del carril. El gris acelera haciendo que mas polvo salga, me emociona mucho mirando esto, llega a la meta dando grandes círculos levantando tierra, el chico que este dentro debe ser un experto.

—¿Podemos mirar de mas cerca? —le hablo a Rayko y asiente.

Le doy mi mano y bajamos mas abajo mirando mas de cerca. La persona baja la ventanilla y mi corazón se acelera, abre la puerta y se deja ver completamente.

Rinna.

Me quedó mirando, se ve increíble, muy hermosa, un traje negro ajustado a su cuerpo, se ve implacable. Un chico le da una botella y le da un trajo largo. Sus ojos hacen contacto con los mios y no se como reaccionar, nos quedamos mirando y hago presión en la mano de Rayko.

—¿Estas bien? —pregunta.

Asiento.

Empieza a caminar a nosotros lanzándole las llaves al chico que le llevo la botella.

—Pero que sorpresa —llega a mi sonriendo con hipocresía y no se que decir, deja de lado a rayko sin mirarlo.

—Hola Rinna, no sabia que corrías tan bien —hablo y se borra su sonrisa. —El es Rayko.

—Hola Rayko —le sonríe.

—¿Se conocen? —rayko me mira.

—Los invito a venir a mi grupo, vengan —habla pero sus ojos se no apartan de los mios.

—Rayko me decías antes de ya nos íbamos ¿no?.

—No, un rato mas Martina —lo miro y trato de sonreír. —Pero nosotros ya estamos en otro grupo, de igual forma gracias.

—Si gracias, ya estamos en otro lugar —su mirada va a mi mano entrelazada a la Rayko.

—Bueno pues los dejo, disfruten.

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