21.
Sonrió arreglando los libros y dando la bienvenida a los clientes. Me siento en un pequeño escritorio para los libros de alquiler.
—Martina puedes ir a tu pausa —una chica me habla de las otras que están empleadas.
—No tengo muchas ganas, gracias, pero ve tu —trato de sonreír mirándola.
—Ya he ido dos veces y desde que llegaste hace tres horas no haz echo pausas —miro sus labios carnosos y aparto mi vista tomando mi rostro entre mis manos cerrando los ojos.
—¿Estas bien? —pregunta en tono preocupado acariciando mis brazos y me aparto rápido de su contacto haciendo que se asustase, unos libros que tenia arriba se cayeron.
—Lo... Lo siento —me pongo de pié caminando a la salida. Quedo afuera mirando la gente pasar.
Hace cuatro días que no se nada de ella y me esta afectando mas de lo que debería. No se cuando he cambiado tanto, ya no se lo que soy y tengo un remolino en mi interior. Tengo una ganas inmensas de verle y besarla de solo imaginarla y recordar nuestros labios unidos siento una mezcla de sentimientos entre placer, dolor, culpabilidad y resentimiento.
Ella es lesbiana aunque es un termino que no me gustaría usar, les gustan las mujeres y llego a mi vida alterando todo, al menos antes de conocerla creí que por lo menos mi orientación sexual era la correcta y que todo estaba bien hasta ese punto. Ayer con mis amigas no dejaba de mirar su cuerpo como si fuera una loca, jamas las había mirado mas allá y no por sentir ganas de algo si no las miraba diferente y eso lo notaron. Antes desnudarnos y hasta dormir en ropa interior todas juntas era muy normal y solo imaginarlo me produce culpabilidad.
Me ha llamado un montón de veces pero no las cojo, mensajes sin parar y mensajes de voz.
RINNA
Miro por la ventana como las flores de la vecina se mueven con la brisa. Tití sube a la cama arañando mi mano, es como un juego al ver como muevo mis dedos. Martina no me querrá volver a ver en su vida, la he llamado innumerable veces y ni se diga de los mensajes que lee y no responde. Pongo la almohada en mi cabeza pero solo tiene un perfume y la arrojo al piso donde tití y teté rápido marcan su terreno subiendo arriba.
—Es mía —se las quitó y me subo a la cama con ella otra vez. No se que haré pero tengo que verla, debemos hablar de lo que paso, quiero hablarle de mis sentimientos aunque eso no sea lo mas importante ahora. No puedo sacarla de mi mente y eso es aun mas frustrante.
Hoy tengo mejor animo que ayer, me pongo de pie haciéndome de valor estirando mi cuerpo, entro al baño mirando mi aspecto, unas hermosas ojeras con un pelo totalmente enredado. Primero creo tomar una ducha y luego tratar de enmendar mi error que yo no creo que sea un error.
...
Suelto la puerta del auto haciendo que se cerrase sola, me le arrimo fumando el cigarro. La brisa hace que mi cabellera se mueva haciendo que me moleste en el rostro y gruña. La veo salir pero a la distancia que estoy no me vería tan fácil.
Su rostro esta contraído y se ve enojada, la falda pequeña de cintura alta y corta se mueve con la brisa de la tarde aunque es una brisa un poco caliente. Saco mi teléfono y le marco aun sabiendo que no atenderá y me quedó mirando su rostro. Mira la pantalla y para mi sorpresa descuelga.
Joder no tendía nada planeado para decir, pensé que no atendería como en estos cuatro días ha estado haciendo.
—Martina, por favor, te lo suplicó, necesito que me escuches por lo menos —lo menos que se imagina es que estoy mirándola, mirando su reacción y como por un momento se despega su teléfono para morder sus labios, vuelve a poner el teléfono en su oído poniéndose sería.
—¿Donde? —cambia de posición.
—¿Puede ser en ese lugar donde fuimos por primera vez? No recuerdo creo que era un bar restaurante.
—Esta bien, yo iré por mi cuenta, puedo estar a eso de una hora.
—Gracias.
Cuelga y la veo entrar, me quedó un rato mirando a mi alrededor. Recuerdo la dirección pero no el nombre, que curioso. Conduzco con mucho nervios llegando quince minutos antes, dejo el auto estacionado y entro al lugar. Me siento justo en la mesa como la primera vez, apartada de los demás. Trato de acomodarme mirando a mi alrededor dejando mi chaqueta detrás de la silla y removiendo mi pelo buscando comodidad. Una chica se me acerca con sonrisa alegre dejando el menú y avisando pasar en pocos minutos. Mis ojos se pierden en el menú buscando algo en que entretenerme. Siento alguien sentarse en la silla de mi frente y levantó la vista.
MARTINA
—Aqui estoy —levante un poco los labios dejando mi chaqueta detrás de mi silla. Mueve su cabeza casi sonriendo.
—Gracias por venir aunque siendo sincera no se que nos esta haciendo llegar a este punto.
—¿Enserio? —junte mis cejas. No huele como siempre, bajo sus ojos tiene ojeras de quizás días sin dormir, pero aun tiene brillo en su mirada miel. Su nariz respingona y pecosa tiene la punta un poco roja como cuando tienes alergia.
—Martina mira quizás jamás me querrás volver a ver, quizás no te gustan las personas como yo, quizás ahora me ves diferente pero sigo siendo la misma. Seguro estas enojada conmigo por no hablar desde un principio de mi orientación sexual pero ... Para mi no es nada tan diferente. Yo me siento igual que otras y créeme que lo mío no es ir por la vida diciéndole a la gente que soy lesbiana.
En ninguna de aquellas palabras hizo pausa, solo miro sus ojos fijamente, quise decir una palabras pero me interrumpe.
—Te quiero Martina, en verdad te quiero y lo que paso en mi casa si quieres no te vuelvo a tocar de una manera que se te haga inapropiada pero créeme que me tortura de idea de no vernos. Al menos démonos las oportunidad o más bien a ti misma, se que no te soy indiferente.
—Ya no se ni lo que soy, hasta siento que hasta cierto punto te aprovechaste de mi. Ahora siento como si nunca te hubiese conocido en realidad, tantos problemas, no se que pasa ahora.
—Yo solo se que te quiero, que me tienes en tus manos, que cada cosa que he echo a sido por ti, solo quiero que estés bien y te sientas bien. Te has robado todo de mi Martina.
Niego.
—No lo se Rinna —sobo mis cíen frustrada mirando a los lados. Una chica llega dejando una jarra con un liquido rojo que por el olor se que es zumo de manzana.
Se sirve y hace lo mismo con mi vaso.
—Siento que quieres tu misma complicarte todo —se apoya de codos mirando cada rincón de mi rostro.
—Es muy sencillo para ti, tu has tenido una vida perfecta sin tantos problemas como yo, como para que de la nada ahora también tenga que buscar realmente mi orientación sexual.
No me había dado cuenta del todo pero había subido un poco la voz llamando la mirada de los pocos que habían dentro. Hice sonar mi silla poniéndome de pie y saliendo del lugar. Solo se que quiero saber que soy. ¿Por qué mis manos siempre sudaban cerca suyo? ¿Por qué ahora solo quiero correr a sus brazos? ¿La quiero como mi corazón palpita desenfrenado por ella?.
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