20. Mala reacción







MARTINA

Sus labios me siguen besando como no me imagine que alguien pudiese besarme, no se que hacer pero le correspondo y me sorprende a mi misma cuando paso mis manos por su cuello y su labio inferior termina entre los mio. Gemí cuando sentí como las yemas de sus dedos acarician mis glúteos.

¡Me estoy besando con Rinna!.

¡Rinna!.

¡Con Rinna!.

No quería que separase sus labios de los mios, es tan extraño y a la vez tan exquisito. Sus labios van bajando por mi cuello donde siento que succiona un poco haciendo que abriese los labios y me saliese un jadeo. Se separa de mi mirándome a los ojos donde va bajando mi vestido y me quedó quieta, sus manos me acarician las piernas y se arrodilla al suelo, me mira como si fuera la obra mas hermosa del mundo, quizás la octava maravilla, me besa cada lugar de las piernas, sus labios van subiendo haciendo que mi respiración se vuelva loca. ¡Es que no tengo control de mi!.

—Rinna... —expreso cuando siento sus labios húmedos cerca de mis bragas y sus manos subiendo acariciando mis senos.

—Sshh.

Se pone de pie tomando mis manos mirándome a los ojos y vamos a su cama. Mi corazón palpita muy rápido. No pude evitar gemir al sentir su lengua jugar con mis senos por encima.

—Rinna —le llamo por su nombre abriendo mis piernas y se recuesta encima mio mirándome a los ojos, sus mirada brilla mordiendo sus labios.

—¿Que es esto? —casi susurro como si alguien pudiera oírme. Pone un dedo en mis labios y niega.

—Besame —me pide mirando mis labios, no me sorprendió, no me lo cuestioné, no lo pensé, simplemente eleve un poco mi cabeza para unir sus labios a los mios, me beso mas brusco haciendo que nuestros labios hicieran un sonido excitante. Estoy excitada, siento como una mano acaricia mis senos y va bajando por mi abdomen hasta mis bragas y acaricia mi zona sensible, elevo mi pelvis y siento como muerde un poco mis labios.

—No quiero que hagas nada —su voz salio gruesa mientras su lengua ahora recorre mi ombligo y deja besos sobre mis bragas.

—Eres la mas hermosa —vuelve ha hablar y guardo silencio con los ojos cerrados por lo menos debería sentir vergüenza.

Abrí mis piernas para que ella quitase mis bragas, estoy totalmente desnuda para Rinna. Su lengua se siente tan suave en mi zona, la pasa despacio, su respiración ahí me da cosquillas. Cerré mis manos tratando de aguantar todo eso que sentía. Ya me encontraba demasiada excitaba, se siente tan bien.

Sus labios húmedos por mis piernas, sus manos acariciándome despacio y los besos que deja.

El alcohol que había bebido se esfumó para entrar en un mundo enloquecedor, mi cuerpo reaccionaba sin que pudiera hacer nada. Se puso de pie y abrí mis ojos mirando como se quita su ropa, agachándose desabrochándose sus zapatillas. Mire sus senos redondos y de un tamaño normal con ganas hasta de morderlos, mis ojos bajaron a su abdomen plano y de cintura pequeña, lunares que resaltan. Una pequeña y de delgada tela cubre su parte intima. La vergüenza me empezó a llenar y quise hablar pero lo hizo primero.

—No pasará nada, y menos si no lo deseas.

Asentí.

Se recostó a mi lado y me di la vuelta, sus senos me hacen cosquillas en mi espalda y sonrió con una risa sin querer.

—¿Que pasa? ¿Estas incómoda con mi presencia?.

—No es que... Tus senos me hacen cosquillas.

Se pego mas a mi poniendo una mano rodeando mi cintura. Estoy desnuda y no siento la pena que debería.

—¿Quieres tocarlos? —dice dejando un beso en mi espalda y dejando otro camino de besos hasta mis mejillas y cuello. Me gire mirándola a los ojos quedando muy juntas, con una pierna acaricia las mías, roza su nariz con la mía y beso sus labios, sus manos terminan sujetando mis mejillas, sus labios suaves y expertos juguetean con los mios haciendo que algunos gemidos saliesen acallados por ellos. Con un poco de timidez y aun besándola guíe una mano acariciando sus senos, se sienten muy suaves bajo mi tacto, les paso las yemas de los dedos. Quita una de sus manos de mis mejillas y la coloca sobre la mía encima de sus senos y me hace apretarlas un poco. La escuche jadear.

Fue muy rápida volviendo a colocarse entre mis piernas, besa mi entre piernas para volver a empezar a sentir su lengua tibia danzar a su gusto.

—¡Me gusta! —exprese en un gemido al sentir como succionó y juega con uno de sus dedos sin llegar a penetrarme, el movimiento de su lengua era gloria.





...





RINNA

Haberla escuchado gemir, jadear y ver con mis propios ojos lo que le provocaba me hacia sentirme bien, eso significa que le gusto, aunque eso no es suficiente ya que yo estoy enamorada de ella. Anoche bese cada centímetro de su cuerpo, por momentos se cohibía como si estuviera una lucha interna, temblaba y reprimía su deseo por mi. Fue tan tierna cuando le pedía que me besara o tocara mis senos sin miedos. En realidad no paso nada mas que besos y caricias.

Esta mañana cuando desperté la tenia apretada a mi cuerpo, ambas desnudas, las sabanas estaban revueltas en nuestros cuerpos. Me sentía muy feliz pero me duro poco, pareciera como si había estado esperando a sentir que abriese los ojos porque se puso se pie dándome una vista exquisita de su cuerpo. Su pelo rubio revuelto y con nudos, glúteos firmes y redondos, había echó encuentro de su mirada a la mía. Sus ojos diferentes me miraron extraño y se metió al baño. Ahora es cuando la esperó hace media hora fuera del baño.

—Lo siento, perdóname si te hice algo que no quisiste, por favor, preciosa abre —toco por no se cuantas veces la puerta.

—Quiero estar sola Rinna —su voz salio segura. Envolví mi toalla lila y salí a la sala. El sol entra por las ventas y mis mascotas lo disfrutan.

Me siento en el comedor con los codos arriba mirando a la nada y pensando que si quizás piensa que me aproveche de algo. Pasaron unos veinte o quizás mas cuando sale vestida y su pelo en una trenza desordenada.

—¿Te vas? ¿Porqué? ¿Acaso yo hice algo que no querías? Si quieres yo...

—No lo soy Rinna —solto parada jugando con sus dedos de las manos.

—¿Que? —me puse yo ahora de pié.

—No soy lesbiana, lo de anoche no se que paso yo supongo que alguna vez algunas amigas íntimas también han hecho tales cosas.

No podía creer lo que me decía.

—¿Tu lo eres? —no me tome muy bien su pregunta.

Guarde silencio.

Camino a la salida y me quedo en mi lugar sujetando la toalla.

—¡Martina! —corrí a la puerta pero ya un taxi la esperaba.

No entiendo nada de lo que acaba de pasar.

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