2 .Una amiga







Camino por la sala en bragas y sujetador con un moño desordenado. Mi perro y gata no han parado de hacer ruido para que les alimente. Llegar anoche tan tarde hizo tener un pésimo descanso.

Cargo a tití en brazos y la dejo sobre la mesa con su taza de leche y a tete en el piso con su tazón.

—No me mires así —le señale.

Se pone celoso, siempre de tití, ya han sido varias veces que se dan sus famosos golpes. Los dejo tranquilos y voy a la ducha. Mi hogar no es tan grande pero tengo una habitación libre y la mía, un garaje donde meter el auto, una sala pequeña y una cocina donde con suerte pueden estar dos persona. Agradezco mucho esto a mis padres y su compresión, aunque no todo fue color de rosa.

Salgo mojada de la ducha, buscó ropa intima limpia y termino por vestirme con un vaquero alto y me agacho buscando mis Converses blancas, sacó una camisa blanca de mangas y la entro por dentro, dejo dos botones sueltos.

Deje mi pelo azabache suelto y salgo a la sala. No quise entrar a la universidad y me dedique mejor a trabajar en un restaurante de nuestra comida típica española de camarera, si aburrido.

—Los voy a dejar solos un buen rato, si quieren matarse es su problema y tu tití —la señale. —Como hagas tus desastres te dejare tres días sin salir a ver el sol.

Término mi charla con mis hijos, si son mis hijos y salgo abriendo el garaje. El camino al trabajo fue estresante, dos de la tarde es muerte segura.

—No pudiste durar más —me habla la chica de unos cuantos años mayor que yo, se encarga de supervisar, todos sabemos que se la chupa al dueño.

—Tengo una vida primero, guapa —la miro fijamente.

—Sin este empleo estoy segura que no habría una vida primero —sonríe y hago lo mismo acercándome a ella.

Acaricio sus mejilla sonriendo.

—Uy, cuidado —paso mi dedo pulgar por sus labios. —Ahí algo blanco y pegajoso aquí —la mire a los ojos y me río en su cara, por lo roja que se puso. —¿Te duelen mucho las rodillas? No digo yo todos los días bajándole la bragueta al viejo, eh —aparta mi mano de un manotazo.

—Estúpida.

Aunque quisiera no podría hacer nada conmigo, hago mi trabajo muy bien, estoy bien preparada en mi área y es importante, estudié dos años italiano y eso es bueno con los turistas, se muy bien de todo lo que se desempeña el local y por si fuera poco me he ganado todo con esfuerzos.

Me alejo de ella y camino al cuarto donde nos cambiamos, ahí una ducha y usamos taquillas para guardar nuestras cosas. Me pongo el uniforme y reviso las reservaciones para hoy.

—Rinna —me giro y sonrió a Perla, una compañera con la que me llevo bien.

—Hola ¿que tal la semana libre?, ¿ya te pillaste un nuevo galán? —organizo bien las mesas con los adornos.

—Pues no estuvo mal.

Sonrió.


...


Miro mi reloj en la muñeca, ocho y cuarto, llevo tres platos en mis manos y los dejo en las mesas correspondientes, escuchó una vez mas el timbre de la cocina y voy a por los platos y los llevó a las mesas junto con mis compañeras.

—¿Puedes preparar algún cóctel para mi? Luego me pasas el recibo —le hable al chico de la barra y asintió.

Siento mi garganta seca. Voy al baño y saco mi teléfono. Sonrió al recordarla y le envió un mensaje.

"Hola ¿como estas? ¿Te ha vuelto a molestar el pesado del idiota?."

Lo envió y mojo mi rostro. Mis labios gruesos, pecas por la nariz y mejillas, cejas pobladas. Miro mi brazo que lo llevó tatuado hace un año. Son flores, símbolos con significados que alguna vez llegue a creer, el nombre de mi madre y padre, una libélula y un ojo por el codo. A tití y teté con sus caritas pequeñas.

...

Bostezo entrando a la casa. Enciendo luces y los miro durmiendo. Desabotonó mi camisa y saco mis Converses dejándolas a un lado. Unos toques en la puerta me extrañan, ya casi las doce de la madrugada. Mis padres cada vez que vienen me llaman antes.

Me acerco a la puerta y giro solo un poco la cortina de la ventana.

Anabell.

Abro la puerta y está entra rápido y cierro.

—¿Que haces aquí? ¿A esta hora? Es muy peligroso —la miro fijamente, fue mi pareja por dos años, pero luego empezó con sus dudas, de si los hombres, de si las mujeres.

¿Enserio?.

La llegue a odiar, yo desde siempre supe sobre mi sexualidad, recuerdo mi primera novia, mi primer beso con una niña, mi primer suspiro por una niña, mis primeras lágrimas por una niña, por una mujer, mis primeros gemidos, jadeos por una mujer.

—Te extraño —habla y me mira triste, sus visitas se han vuelto constante, hace un mes que lleva en esto y solo hace tres meses que termino todo.

La llegue amar hasta sentir que no podía respirar sin ella cerca y es que todo fue muy lindo mientras duro. Fui la primera en su vida y jure haber creído que era la persona con la que quería pasar el resto de mi vida.

Me acerco a ella acariciando sus mejillas con ternura para luego ir bajando a su cintura pegándola más a mi.

—¿Que quieres? —mire sus ojos chocolates y sentí como se pegó más a mi. Unas de las cosas que me gustaban de ella era siempre esa manera de hacerme perder la cabeza.

—Te quiero a ti —quiso rozar sus labios con los mios y me aleje un poco, tampoco podía hacerme la difícil, tenía ese don de provocar cosas en mi aún.

—No que me amaste tanto ¿porque las dudas siempre? Me mentiste y jugaste conmigo, con nuestros planes —eleve mis brazos y mire la ropa que traía puesta, era una simple chaqueta arriba de una blanca de tiros y un vaquero ajustado.

—Es normal, suele pasar —se limpia una lágrima que recorre su rostro.

Me acerco a ella, posando mis manos en sus mejillas para luego besarla, profundizo el beso poniendo una mano en su nuca, los muerdos, chupo y tirando de estos sintiendo como se derrite en mis brazos, paso una mano por sus caderas hasta dejarla en sus glúteos y pegarla más a mi, si era posible. Sus piernas terminan en mi cintura y la llevó conmigo.







MARTINA


Estoy desde temprano en la universidad. Mis amigas no hacen otra cosa que preguntarme todo sobre ayer y la chica que conocí.

—Mira que pegarle al idiota Johannes si estuvo bueno, me gustaría conocerla y darle las gracias —habla Lucía una de mis mejores amigas.

Dejándolas solas camino a las taquillas y voy a entrar unos libros. Alguien golpea la puerta que queda abierta y lo miro.

—Largo —lo miro con odió.

—Tu y yo aún no terminamos de hablar y sigues siendo mi novia —me parecía que el día estaba pasando muy bien para ser verdad.

—Si ese es el problema, terminamos, no quiero nada contigo.

Se acerca y me acorrala en la taquilla, tan guapo y tan imbécil, Johannes tiene su encanto, es guapo y liberal, lo que a cualquier chica estúpida como yo le gusta.

—No, las cosas no son cuando quieres querida y para tu mala o buena suerte aun pienso estar contigo —toma mi barbilla y me besa, no correspondo pero al final termino cediendo, y terminamos besándonos los dos.

Mi cerebro me hace un pic constantes y lo alejo, tiene una sonrisa picara y salgo rápido sin darle tiempo.

...

Al llegar a casa fue un tormento extra, él y su familia habían venido a cenar con nosotros y sin que mi madre pudiera hacer nada, me disculpe son sus padres y subí a mi habitación sin importarme.

Como quisiera poder sacarte de raíz de mi corazón.

Es un idiota pero no puedo negar que empecé a salir con el estando súper enamorada, ya es un año a su lado. Su cambio vino drástico cuando me entregue a él, es como si fuera lo que había estado esperando y aquello no significo nada para mi. Siento que ni paso.

Mi teléfono vibra en mi cama y es un mensaje de Rinna.

"Hola ¿como estas? ¿Te ha vuelto a molestar el pesado del idiota?."

Le respondo que sólo un poco siendo imposible porque estamos en la misma universidad. Me acuesto boca arriba mirando el techo y pienso en sus bonitos ojos y los labios que tiene, tiene un pelo tan hermoso

Unos toques en la puerta interrumpe que le responda a mi mente, si ella y yo siempre tenemos charlas extrañas.

—¿Quien?.

—Tu hermano Javier —sonrió y le abro rápido.

—Ven aquí peque —le hago hueco en mi cama.

—Se han ido ya las visitas y creo que mamá esta enojada —me hablo mirándome, tiene las mejillas redondas y rojas.

—Pues mejor —acaricio su pelo, tiene siete años pero es muy inteligente.

—Me preguntaba si vez de un ojos diferente o igual, lo digo por los colores diferentes.

Me río.

—Te he dicho varias veces que miró igual que los demás.

Y así culminó mi charla. Y lo deje en su habitación.

—No se a quien saliste tan mal educada —me pilla mi madre llevándome un vaso de refresco y una tostada, tan poco me quedaría sin cenar.

—Me lo estoy preguntando —me dispongo a sentarme en la barra de la cocina a cenar ya aquí.

—No se lo que hice yo para merecer una hija como tu.

—No se que hice yo antes de nacer para merecer una madre como tu, que solo se preocupa por que este con el hijo de sus amigos y que aguante lo arrogante e idiota que es. Porque no me digas que no te has dado cuenta.

—No sabes lo que dices. Eres muy joven pero es el correc...

—Se me quitó el hambre, gracias.

Me levante y subí las escaleras.

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