14. Pequeñas sorpresas











RINNA


Coloco los platos en mis manos llevándolos a las mesas correspondientes. Voy a una mesa nueva para pedir su orden. Me siento mal, Anabell se fue muy mal de mi casa pero ya no es lo que hizo, es que ya no deseo estar con ella. No la veo como la mujer que quiero ahora en mi futuro, me hizo mucho daño verla marcharse de la noche a la mañana por que estaba confundida.

Apenas llegue hace tres horas y ya el local esta mas que lleno con las reservaciones, hemos puesto el jardín fuera por lo que tengo que estar entrando y saliendo. Mi teléfono vibra y camino a la cocina poniéndome detrás de una columna.

Martina.

—Hola —miro mis deportivas.

—Hola ¿como estas? —se escucha caminando.

—Muy bien ¿tu? —le hago señas a mi compañeras que me cubran una mesa.

—Bien, pensaba hacerte una visita sorpresa.

—Oh, estoy trabajando, salgo a las diez, si quieres podemos vernos, aunque sera tardé.

—Cuando salgas ma avisas, tengo ganas de verte, es decir, hablar y eso.

¿Ganas de verme?.

—Perfecto, un beso, cuidate.

Colgó.








MARTINA


Cuelgo mientras miro al cielo, hace mucha calor, Rinna esta trabajando pero seguro podre verla luego. Salí de casa de mi padre, tenia mejor cara, se veía mas relajado. En cuestión con la tarjeta se le había olvidado pagarla pero todo esta bien, me aconsejó el empleo de la biblioteca así me voy independizando. Al final es mi padre y de alguna manera siempre querrá verme bien.

Entro al hospital, por suerte me encuentro a una enfermera y pido información de él pero termina guiándome a su habitación. Ahí pasillos largos con pocos ruidos y muchas puertas con números ¿Debería entrar?. Al final tomé el pomo de la puerta blanca girándola en silencio, su cuerpo pareciera sin vida, sus manos rectas donde tiene un suero conectado y otras cosas, en su rostro, un ojo morado, sus labios heridos, por el pómulo derecho una herida, una sabana azul cubre la mitad de su cuerpo. Camino alrededor en silencio mirándolo, el monitor cardíaco pone la frecuencia del ritmo de su corazón.

Me le acerco un poco mas, la camisa que trae puesta deja ver un poco, grandes moretones con puntos. Tiene tantas cosas conectadas a su cuerpo.

—Debería alegrarme —susurré. —Pero aquí estoy, sintiendo pena por ti.

Sus ojos empiezan a moverse hasta que los abre y se queda mirándome fijamente, hago lo mismo, en su ojo herido poco lo puede abrir bien, esta rojo por dentro. Sus labios se entre abren queriendo hablar.

—No vine a perdonarte, no hagas esfuerzo —me aleje un poco.

Cierra los ojos una vez mas, miro como su manzana de Adán bajo y sube pasando saliva.

—Mar...Martina —aun tiene los ojos cerrados, su pecho sube y baja sofocado.

El monitor cardíaco muestra como sus latinos aumentan haciendo que haga un sonido feo asustandome. Una enfermera entra rápido. Me entro en un estado neutro saliendo rápido, miro que entra ahora un doctor cerrando la puerta.

—¡Martina! —su madre llega abrazándose a mi de sorpresa. Ay

—Mi hijo esta entre la vida y la muerte —llora separándose de mi, son tan parecidos físicamente.

—Lo siento —es lo único que pude decir. Me quede un rato mas con ella hasta que salió el doctor diciendo que había tenido una crisis pero que ya estaba controlado.


...



No quería llegar a casa por lo que quede con mis amigas, fuimos a una heladería y nos la pasamos entre pláticas, claro, saltándole que fui a ver Johannes. Las horas me fueron pasando muy rápido. Eran las nueve cuando mi teléfono sonó, era ella.

Ahora quedo de recogerme aquí mismo en la heladería, mis amigas se fueron ya.

—¿A quien buscas? —escucho su voz, me paro de la silla sonriendo mientras la abrazo, es que estaba moviendo mi cabeza a todos lados a ver si ya la veía.

—Que rico abrazó —dice, me abraza mas fuerte a su cuerpo haciéndome reír. Huele a café y cigarros.

—¿Nos quedamos ya aquí? —opino mirando la poca, muy pocas personas que habían.

—Mejor vamos a mi hogar, mis mascotas se que mueren de hambre y aparte te he traigo algo —tiene flecos de su pelo por su rostro, su brazo descubierto enseñando sus tatuajes. Se ve tan hermosa así.

—Perfecto.

En el camino poco estamos hablando, me ha traído una cena muy rica de su trabajo, pero he esperado a que lleguemos a su casa para comerla. Miro mejor su rostro, su barbilla bien definida, la linea de su mandíbula, sus pómulos, esas pecas.

—Me estas poniendo nerviosa, preciosa —expresa mirando al frente.

—Lo siento —sonrió avergonzada.

Hemos ya llegado, sale y hago lo mismo abriendo la puerta, en su mano trae la bolsa con los alimentos de tete y tití y por su puesto, mi cena. Nada mas entrar sus ladridos y su gata maullar es lo que se escucha. La miro darle mimos y jugar con ellos.

—Ven aquí —me abre una silla del comedor mientras pone mi cena después de ocuparse de sus hermosas mascotas.

—Esta muy rica —masticó la carne junto a la papa. Le platicó mientras la veo quitarse su remera quedando en una blusa de tirantes azul, su pantalón negro se ajusta a su cuerpo sentándose a mi frente. Por estar embobada, la salsa aparte que trajo se me cae encima toda manchando mi ropa.

—¡Oh Dios! —expresa.

Con su ayuda vamos a su habitación, me quedó aspirando el olor a colonia y como chocolates. Me lleva de mano a su baño mojando una toalla.

—Esta echó mierda —se ríe y me contagia haciendo que ambas Explotemos a carcajadas.

—Tendré que quitármelo y lo lavo —me saco la ropa por la cabeza quedando en sujetador y bragas, con mis amigas lo hago, supongo no hay problema. Se ha quedado en silencio mirándome.

—¿Que pasa? —sonrió al ver que se queda callada y mueve la cabeza negando.

—Dejame ayudarte, puedes enfermar así... Enseñado tanta carne —sale del baño trayendo un largo vestido de flores holgado de casa.

Mi ropa la lavo rápido, me llevo al tendedor por la cocina. Me siento cómoda con el vestido.

—Te sientan bien los colores con tus ojos así, diferentes —estamos sentadas en su sofá, ambas dándonos el frente. Se acerca un poco más, permanezco en silencio sintiendo algo extraño en mi estómago al sentir como posa su mano en mi mejilla.

—Eres tan preciosa —su otra mano se una a la mía libre sobre mi pierna y la entrelazo a la suya. Se siente bien estar con ella.

—Tu eres mas hermosa, guapísima —acerca su rostro dejando un beso cerca de mis labios.

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