Le he marcado y hace apenas unos minutos que estoy fuera, me recargo de la puerta mientras me abrazo y masticó la goma sabor a mentol. La calle esta desierta, las grandes lámparas alumbran el paso.

La puerta se abre y la miro salir con un gran blusón, parecido mas una bata con rayas de colores. En sus pies una zapatilla de meter el pie de casa.

—Perdón —llega con los brazos cruzados. Huele bien.

—¿Porque? —sonrió mientras abro la puerta de atrás enseñándole su mochila.

—Gracias —la saco y la entregó.

—¿Algo mas que desea la chica? —mire como sonríe tímida mirando a los lados.

—Nada, creó —carraspeo.

—¿Pasa algo en casa? Su madre, todo bien.

También se recarga del auto a mi lado mirando el cielo estrellado.

—Mi padre se fue hoy de casa, justo cuando me dejaste en la tarde, no aguantó a mi madre y muchas cosas ahora cambiarán, aunque él siempre fue como una sombra a su lado yo... No espere que fuera de esta manera —me quede contemplando su rostro.

—Nosotros y nadie mas somos el propio reflejo que nos rodea, da amor, eso recibes, siembra rencor y esos cosecharas, da una sonrisa y eso se te devuelve, nuestros actos son nuestros mejores idiomas.

Ahora ella me mira fijamente.

—Gracias por llegar a mi vida. Jamas imagine tener una amiga como tu.

La abrazo, suspiro en su cuello, siento sus brazos rodearme por la cintura.

—Todo pasa. Tranquila y aquí estaré.

Después de una despedida corta me marche a mi hogar. A las once Paul me aviso que nuestro regalo a Johannes estaba a punto de pasar. Quise echarme para atrás recordando lo que había dicho a Martina pero recordarla, como estaba aquel día y lo que me contó me hizo volver al plan. Le dije que estaría despierta para cuando me avise que lo hizo...

PAUL

Le he cogido todos los puntos, me lo he echado en un puño. Su vida es monótona, ir al universidad, casa, club y verlo salir de casa de alguna chica. Mientras esta concentrado en su teléfono no se percata de mi presencia.

Chico mal día has cogido para salir de fiesta, el letrero del club nocturno parpadea. Nadie esta afuera. Me acerco fumando mi cigarro que yo mismo preparo y mas... Para estos días tan exquisitos y especiales.

—¡Oye tú! —me le acerco no mucho, sus ojos rápido me recorren de arriba a bajo. Su perfume llega a mi nariz.

—¿Te conozco? —vuelve su vista a su teléfono, sonríe burlándose.

—Me han mandando a darte un regalito de cortesía —ya si me encuentro frente suyo y hago que el humo que suelto vaya a su rostro.

—¿Quien diablo eres? Seguro algún idiota del club —da pasos atrás apartando el humo en el aire.

Hice mi famoso pitido a mis tres chicos para que salieran a mi encuentro. Uno de ellos vigilaría a la gente que salga de dentro. Otro que no haya nadie mirándonos de fuera y los que pasen. Y el otro listo en el auto.

Sus ojos ahora muestran miedo, retrocede levantado las manos.

—¡No que muy machito! —me río rodeándolo tirando el cigarro.

—Es, es dinero, es eso, todo lo que quieran, ahora déjeme en paz.

—No amigo —me le río acorralándolo contra la pared del club, se ve tan inofensivo que solo me dan ganas de empezar mi obra.

—¿Quien esta detrás de todo esto? ¿Quienes son? ¿Porque lo hacen?.

—Muchas preguntas.

Unos de mis hombres mas cerca, me lanzó el bate.

...

RINNA

Han pasado dos horas, ya serán la una de la madrugada y aun Paul no llama. Solo espero que no se le haya pasado la mano. No se porqué ahora me preocupó.

—Tete, deja de ladrar, ¿quieres? —mire mi perro y este se fue a un rincón. Mi celular suena y casi se cae de mis manos.

—¿Que paso? —camino de un lado a otro.

—Mas que listo —le escuchó reír y sorber por la nariz.

—Quiero detalles —me siendo de golpe.

—Use mi famoso bate, durará unas hermosas vacaciones en el hospital —se ríe.

—Espero que no se te haya pasado la mano Paul. Solo eran unos pequeños golpes que le duela el cuerpo digamos.

Me siento nerviosa.

—¡Que no! Solo fueron unos cuantos golpes y hasta le hicimos el favor de llamarle una ambulancia de su propio número —ahora se ríe a carcajadas.