Treinta y dos
Hernán rezaba internamente para que a ninguno los fanáticos de Soledad se le ocurriera incentivarla a hablar de Marroc mientras interpretaba la primera canción de la noche, Crush. Estaba embobado viendo su carta de despedida en una nueva versión urbana y fresca, mientras Soledad les rapeaba a sus fanáticos.
Y sus miradas se cruzaron cuando cantó «I need you, I miss you, te amo». Sonrió como idiota hasta que Marianela interrumpió esa pequeña conexión, afortunadamente tenía la vista en su teléfono y quería mostrarle lo que había encontrado.
—Mirá, es otra loca igual que vos. Su disco se llama Marroc, y tiene uno en la boca.
Hernán paseó la vista entre el teléfono de su esposa, mostrando el disco en Spotify, y su rostro malicioso. Un escalofrío lo recorrió porque era extraño ver al amor de su vida en el celular de su esposa, pero supo disimular.
—No veo nada extraño, a todo el mundo le gusta el chocolate.
Volvió a sudar frío cuando Marianela retrocedió e ingresó al EP, si era lo suficientemente perspicaz, podría notar que en la portada salía su actual local, y serían dos claras referencias a su persona. Afortunadamente, el efecto difuminado hizo bien su trabajo y no lo notó.
Hernán disfrutó las interpretaciones de Puerto, y Tú, tú, y tú, mirando de reojo a Marianela, porque la segunda canción tenía demasiadas referencias al ángel y al demonio, y eso podía sumar otro poroto a las similitudes con su persona. Durante las semanas que no hablaron y preso de un impulso, se había tatuado en cada hombro al ángel y al demonio. En el derecho, unas alas de ángel y una aureola; en el izquierdo, cuernos, alas de demonio, y una cola puntiaguda.
Porque el demonio era su lado izquierdo, el del corazón, y el ángel su lado racional.
Afortunadamente, su repertorio personal quedaba en pausa porque habían elegido la segunda lista debido a la presencia de Marianela, una en la que predominaban los covers. Aunque eso no impedía la lluvia de balas al corazón.
—Llegó el momento en que todos nos levantamos, corremos un poco las mesas, con el permiso de Ramiro, por supuesto, y vamos a bailar. Este es mi pequeño homenaje a dos reinas de nuestra cumbia: Ángela Leiva y Karina.
Soledad comenzó a interpretar Olvídate, con una destreza vocal impresionante, mientras fijaba su mirada fugazmente sobre Hernán cuando cantaba «aquí te seguiré esperando». Y para cuando llegó el turno del cover del cover, Él No Va a Venir, Soledad invitó a subir al escenario a Ramiro, casi a nombre de Hernán, para poder cantarle a la cara pasajes como «él no va a perder por un capricho su casa». Juntos bailaron y cantaron la canción que hizo hervir al demonio en su silla, preso del Súcubo.
https://youtu.be/DbKE0gqzgKk
https://youtu.be/qBup0lDIRY4
—Para esto la trajo, ya sabemos dónde termina la noche tu amigo —escupió Marianela sobre el oído de Hernán—. Mirá como le restriega el culo contra la pierna.
—No es su estilo, a Rama le gustan las morochas. Y si así fuera, ¿cuál es tu problema? Los dos están solteros, no le deben explicaciones a nadie.
—¿Y vos cómo sabes que esta chica está soltera? —inquirió, comenzando a sospechar.
—Uno, no veo ningún novio en el público. Dos, me lo dijo Rama. ¿Cómo lo sabe?, no sé.
—Tiene lógica, ningún hombre permitiría que su mujer saliera así a la calle, y mucho menos que le ande restregando el culo a un desconocido.
Hernán le regaló una mirada lapidaria a Marianela, tan oscura que la mujer cerró la boca y se alejó unos centímetros de él.
—Sos tan desagradable cuando te lo propones, Nela... Después te enojás cuando te tratan de vieja.
Que su esposo la tratara de vieja era un límite que jamás había traspasado. Volvió a acomodar la silla en su lugar, y se concentró en las siguientes canciones, que intuía que serían mucho más calmadas, porque Soledad tomó asiento en la tarima.
—La siguiente canción es complementaria a aquella de Arjona que canté hace unos meses en mi stream. Me enseñaste muchas cosas, pero no me enseñaste cómo estar sin ti. Esto es No Me Enseñaste de Thalia.
https://youtu.be/ek4Z_bwbAmc
Hernán escuchaba a lo lejos cómo Marianela estaba sorprendida por el registro de voz de Soledad, porque él estaba completamente perdido en esa bala musical. Era un claro llamado de atención: Soledad pidiéndole a gritos que la llamara a cualquier hora y no la olvidara. Pero la balacera no terminaba ahí.
—Antes de cantar la siguiente canción, ¿hay algún hater de Arjona presente? Pero hater de verdad, de esos que se ponen de mal humor cuando escuchan una de sus canciones.
Lo había hecho a propósito. Soledad sabía el odio visceral que Hernán le tenía al guatemalteco, lo que no esperaba era que fuera su esposa la que lo incineraría, levantando su mano y señalándolo eufórica. Y Hernán se dejó manipular por el solo hecho de poder conversar unas palabras con su Solcito, sin temor a ser descubierto.
—Veo que tenemos un ganador allá al fondo, son varios los que lo marcan. Hernán era tu nombre, ¿no? —Soledad era una maestra de la mentira cuando se trataba de su demonio, y él solo asintió con la cabeza y una sonrisa perversa en sus labios—. Bueno, me vas a perdonar, porque la siguiente canción es de Arjona. Esto es Acompáñame a Estar Solo.
https://youtu.be/Tt4dcREuYb0
Soledad juntó sus manos e hizo una reverencia con su cabeza, luego, le guiñó un ojo como él supo enseñarle en sus años en Lavalle, y comenzó a cantar con su característica dulzura. Solo que en esa oportunidad se permitió mirarlo un poco más, escudada en la chicana anterior, y profundizando esa mirada al mencionar el ángel de la guarda y el infierno. Al terminar, y luego de los aplausos, volvió a hablarle.
—No estuvo tan mal, ¿o sí?
Hernán solo levantó su pulgar mientras lidiaba con las miradas de toda la audiencia, la herida de la lirica, y recibía una caricia en su espalda por parte de Marianela. Omitió esa marcada de territorio de su esposa, que ya conocía bastante bien, y esperó su siguiente bala.
—De mis bandas preferidas, la siguiente es una canción súper dulce y melancólica. Pétalos de flores de alelí. Esto es Tan Bionica.
https://youtu.be/X7mY1iSG5uY
La banda que hace años lo había hecho enojar por compartir playlist con su amado Pink Floyd, otro tiro certero a sus recuerdos, aunque no supo distinguir el pequeño cambio en la letra cuando cantó «de noche en las veredas, damas cambalacheras dejaban comedidas algo de sus vidas para ti».
Y Soledad clavó sus cielos en Marianela, sin pudor alguno.
—Al menos admite que es cambalachera —acotó Marianela, reflotando su lado machista.
—No lo dice por ella, claramente.
Hernán le regaló una mirada a su esposa, que afortunadamente no pudo captar porque estaba concentrada en criticar a Soledad.
—Bueno... Pero la que está vestida como cambalachera es ella.
—Tratá de no decir eso en mis locales, es más, ese short que usa no sé si no es un Inferno. Así que por favor, dejá de insultar a mis clientas, ¿sí? Que son las que también te dan de comer.
Marianela volvió a hacer silencio, dándole un sorbo a su gaseosa. Soledad había terminado la canción, y siguió con su repertorio.
—La siguiente es el preludio a las tres canciones que se vienen. Aunque este es un proyecto personal de música, en el camino me encontré con este hombre perfecto que me complementa, me apoya en mis locas ideas, y es el mejor amigo que cualquier chica pueda tener. Esta canción es de La Oreja de Van Gogh, y estoy segura que nadie la conoce porque es vieja y es una joya escondida dentro de su segundo disco. Voy a empezar yo, y después va a seguir Darío, luciéndose como solo él sabe hacerlo. Esto es Los Amantes del Círculo Polar.
https://youtu.be/B0QGX2M3y_c
Soledad comenzó a disparar su bala, que lo perforó con ese «y ahí estás, la costumbre te ha hecho así», y a continuación se apartó del escenario para que Darío pudiera replicar la parte electrónica de la segunda mitad de la canción. Luego de la ovación para ambos, llegó el turno de que Soledad se calzara la guitarra, mientras Darío tomaba asiento junto a ella sobre su caja de percusión, y acomodaba el segundo micrófono frente a él.
Hernán se sorprendió al ver que recibiría dos balas en un solo disparo.
—Este es el momento de la noche en donde nos convertimos en dúo por primera vez. La primera de las tres canciones que vamos a cantar es un dueto hermoso y doloroso en partes iguales de Fey y Lenny de la Rosa. Quizás no la conozcan, pero estoy segura de que la van a amar. Esto es No Me Acostumbro, y esta es la maravillosa voz de Darío.
https://youtu.be/0Xrc02pzDaE
Soledad comenzó a tocar la guitarra mientras admiraba embelesada a Darío, a quien le tocaba iniciar la canción. Ambos tenían una química increíble, y las miradas que se echaban mientras cantaban encendían el shippeo del público.
A excepción de Hernán, que hervía de celos al ver a Soledad tan cerca de Darío.
—Ahí tenés a la pareja de la chica, lo malo es que permita que se refriegue con tu amigo en público.
—Es homosexual, Nela —soltó exasperado.
—¿Y eso cómo lo sabés? —volvió a preguntar con desconfianza.
—Me doy cuenta, trabajo en el mundo de la moda —mintió—. Me extraña que vos siendo mujer no lo notes.
Soportó estoico cuando Soledad lo miraba fugazmente al cantar «recuperándome de tu traición», mordiéndose la lengua para no reclamarle a ella la traición. Luego de la ovación del público, se reacomodaron nuevamente en el escenario, Darío detrás del sintetizador y su computadora, y Soledad tomando el micrófono nuevamente entre sus manos.
—La canción que sigue es un homenaje a una mujer que recorrió el mismo camino que yo. Ella hoy está allá arriba, mientras yo espero alcanzarla en algún momento. Esto es Nostalergia de Karen Méndez.
https://youtu.be/O1fruH1UUGg
Darío colocó su pista previamente preparada, y Soledad comenzó a cantar y rapear acompañada por él, cubriendo todo el escenario mientras se movían con gracia. La bala llegó al escuchar ese «ángel y diablo son uno», y Hernán no pudo contener la sonrisita de lado, hasta que cantó «ya no siento nada al verlo», y el demonio habló.
—Mentira.
—¿Mentira qué, amor?
—Yo no dije nada —mintió, con su rostro demoníaco, mientras se maldecía por comenzar a perder el control de sus emociones.
Afortunadamente, Marianela se conformó con la respuesta, y volvió a su lugar. Soledad hizo una pausa para darle un trago al Pantera Rosa junto al sintetizador de Darío, y luego volvió a acomodarse con su guitarra.
—Esta es la última canción a dúo con mi hombre maravilloso. Una canción muy especial para mí porque me dolió un montón hace algunos veranos; la canté, la lloré, y hoy me animo a interpretarla con ustedes porque logré convertir ese dolor en nostalgia. Esto es Más de Aitana.
https://youtu.be/pPoAE5DnQRg
Soledad la interpretó exactamente igual que la versión original, incluso soltando los mismos suspiros que Aitana en momentos puntuales de la canción. Darío hizo su parte, y se desenvolvieron sobre el escenario de tal manera que parecían Los Pimpinela reclamándose en cualquiera de sus canciones, en una interpretación excepcional. Y en esa ocasión, Hernán tampoco pudo identificar cuando cambió la letra a «por tu culpa, enero me duele de más».
Pero Marianela sí.
—¿Que no dice febrero la canción original?
—Ni idea, no la conozco.
—Yo sí, por eso... Ya van varias canciones que le cambia la letra, ¿a quién le canta? ¿Está acá?
Cuando Marianela comenzó a poner atención a ese pequeño racimo de fanáticos, Hernán la persuadió antes de que su curiosidad diera con la respuesta correcta.
—Puede hacerlo por un tema de derechos, Nela... Dejala tranquila, quizás es su forma de canalizar el dolor de un amor trunco.
La respuesta fue convincente para Marianela, y afortunadamente para Hernán, el pequeño show estaba llegando a su fin. Pero todavía faltaba la peor bala, aunque más que bala, era un cañonazo directo al pecho. Porque esa canción, Hernán sí la conocía.
—Para ir cerrando... —Soledad tuvo que parar cuando el público empezó a protestar por estar llegando al final del show—. Esta canción no solo me lleva a la infancia, sino que... ¡Me pasó, gente! Y es como... ¿en serio me cambiaste por esto? —Todo su público estalló en risas—. Fue hace muchos años, en su momento me dolió, claro que sí. Pero hoy lo tomo con humor. Esto es Si Te Vas de Shakira.
https://youtu.be/Ea655Ji3kKE
Hernán miró de reojo a Marianela, porque el cañonazo también le pegaba a ella. Afortunadamente, estaba entretenida con la manera en la que Soledad interpretaba la canción, gesticulando cada palabra con una gracia impresionante. No pudo evitar reírse al verla convulsionar con su cabeza mientras cantaba «si me cambias por esa bruja pedazo de cuero no vuelvas nunca más». La manera en la que tocaba sus muslos mientras cantaba sobre la celulitis y las arrugas, los cuernos que hizo con sus dedos sobre su cabeza... Era la cachetada más acertada, y la había dejado para el final.
Pero Hernán no contaba con que todavía le faltaba interpretar una de sus canciones originales.
Ni siquiera la presentó, directamente empezó a interpretar su obra maestra: Cobarde. Rapeaba y gesticulaba como en su video sobre la peatonal Lavalle, y el disparo de muerte llegó cuando, dominado por el demonio, delineó con sus labios aquella frase que ya se conocía de memoria: «el amor no florece en la cobardía, sino en el coraje de amar sin garantía».
—¿Conocés la canción? —preguntó Marianela, realmente sorprendida por ver a su marido cantando algo que no fuera rock clásico.
—Esta sí, a veces la ponen los chicos de Avellaneda en el local, pero no sabía que era de ella.
Hernán estaba ganando un doctorado en mentiras express, porque realmente mentía a la velocidad de la conversación, sin dejar lugar a dudas.
—Es raro que te guste una canción de ese género, si la pongo en casa me cagás a puteadas —remarcó entre risas—. Pero a tus empleados no les decís nada.
—¿Y por qué debería cuestionarles lo que escuchan? A los clientes les gusta, y ellos trabajan contentos y cómodos; la escuché tantas veces que se me pegó, es eso. No me gustaría ser el hombre al que le dedicó esa letra.
Hernán le regaló una mirada a Marianela, alzando la ceja partida, con la convicción de que si se unía a sus chistes sinsentido quedaba despegado de la realidad.
Que esa canción estaba completamente inspirada en su cobardía pasada.
El show ya había terminado, Soledad y Darío saludaban al público que no paraba de aplaudir, hasta que Ramiro subió al escenario a hacer su último pedido.
—Donna... Mañana, o mejor dicho hoy, arranca el sueño de la copa del mundo. ¿Qué te parece si cantamos algo para festejar y enviarle buenas vibras a la Scaloneta? ¿Muchachos? ¿O ya está muy quemada? ¿La Mano de Dios? ¿Maradó?
Soledad y Darío se miraron por un segundo, y ambos coincidieron telepáticamente con la misma canción. Asintieron con la cabeza sin emitir palabra, ambos pensaron en la misma canción.
—Tenemos una mejor. ¿Vamos, Dari? —Darío asintió mientras se acomodaba sobre la caja de percusión, y Soledad tomaba la guitarra—. A pedido de Rama, vamos a enviar todo nuestro amor de Vicente López a Qatar sin escalas. ¿Qué Es Dios?, de Las Pastillas del Abuelo.
https://youtu.be/lHnRvUyXHKc
Con todo el público de pie, cantaron la canción a dúo y al unísono, y la emoción mundialista afloró en cada uno de los asistentes, que terminaron la canción reivindicando que las Malvinas eran argentinas, y «el que no salta es un inglés». Finalmente, se despidieron del público cuando las luces subieron un poco, y comenzaba a sonar música a bajo volumen.
—¡Bien, mi reina! ¡Alto show diste! —Darío la felicitó con euforia, envolviéndola con un abrazo—. No se por qué presiento que este es el comienzo de algo espectacular en tu carrera.
—No hubiera podido hacerlo sin vos, Dari —afirmó con los ojos llenos de lágrimas—. Estoy pensando seriamente en formalizar el dúo, dejar a Donna atrás, y...
Se detuvo cuando vio que el rostro de Darío se transformó, le bastó voltearse para encontrarse con lo inesperado.
Su demonio y el Súcubo estaban parados tras ella.
A esto me refería anteriormente al decir que hay capítulos en los que tengo que hacer esto de mechar los videos entre el relato: en sus conciertos y streams. Creo que queda uno más, mucho más adelante.
Me perdonan por cortarles un poco la lectura, pero como dije, es para que las encuentren más rápido, en caso de que quieran escuchar alguna de ellas.
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