Cincuenta y siete

Soledad y Hernán corrieron con la suerte de que el foco de la noticia rosa se corrió a Marianela, luego de las denuncias publicadas en diversas redes sociales. Si bien lo más grave fue la medicación incorrecta que dosificó en un suero, no pararon de aparecer comentarios en donde destacaban los malos tratos de la mujer. Ramiro no tardó en ponerse en contacto con ella, y a pesar de que al principio se resistió, luego terminó aceptando su ayuda como representante legal cuando alegó que lo hacía en nombre de Hernán. Afortunadamente, Marianela conservó su trabajo, aunque tuvo que afrontar un sumario y una suspensión.

Ramiro aprovechó el contacto cercano con Marianela para que entrara en razón, y desistiera del odio desmedido a Soledad. Luego de que el joven le contara los inicios de la relación de Soledad y Hernán, no le quedó otra que aceptar que su ex esposo siempre estuvo enamorado de Soledad, y que su matrimonio jamás hubiera funcionado con sus sentimientos en otro lugar.

Fue dos semanas después de la sentencia firme de divorcio, cuando Soledad se animó a blanquear su relación con Hernán en sus redes sociales. Había sacado una foto tan bella como profunda, recostada sobre el pecho de Hernán, donde se veían claramente los tatuajes en sus hombros, aunque no así el rostro de su demonio.

Y no fue ella quien la subió a Instagram, sino el mismísimo Hernán.

Mientras admiraba la fotografía en su teléfono, Hernán le quitó el aparato de las manos, y presionó compartir a Instagram. Luego, se lo devolvió, y fue contundente.

—Subila. Y no te olvides de etiquetarme.

Soledad sonrió, y fue certera con el pie de la foto.

donnamusic.ok Finalmente, entre el cielo, la tierra y el infierno. Te amo @hernan_salvador.

—Creo que ya tengo la portada para la edición deluxe del disco.

—¿Vas a sacar la versión deluxe? —Soledad asintió entusiasmada, levantando la cabeza para observarlo, todavía recostada en su pecho.

—Sí, está programado para que salga al mercado en junio, tengo un mes para grabar las cuatro canciones extra.

—¿Y ya las tenés? ¿O necesitás que te inspire un poco? —preguntó con su tono infernal, mientras acariciaba sugestivamente sus hombros.

—Son las cuatro que quedaron fuera del disco, porque eran la prueba de que nos comíamos en secreto. También son enteramente tuyas, Herni. Es más... —Hizo una pausa antes de continuar—. Quiero que estés en el video de la canción que va a salir como single, algo así como Shakira y Antonio en Underneath Your Clothes.

Hernán enmudeció, y Soledad no era ajena a ese silencio, intuyendo que quizás estaba yendo demasiado rápido. Sin embargo, la opinión de él estaba lejos de sus suposiciones.

—No te niego que es algo que me da un poco de vergüenza, porque lo nuestro es solo nuestro, no me hace gracia andar ventilando nuestra relación. Pero hagámoslo, tampoco voy a negar que me encanta la idea. ¿Y qué canción es esa? A ver, cantame un pedacito.

Soledad se tomó unos segundos pensando en el fragmento correcto para dejarlo embelesado, y cuando lo encontró comenzó a cantar mirando al techo.

Así que ámame como quieras, en cinco minutos o en la noche entera. Tienes mi alma entera, algo que no le doy a cualquiera. Porque me gusta desarmarte de a pedacitos, me gusta eso de amarte a mordisquitos. Amando sentirme amada y por tu demonio gobernada. Humanizada y angelada, totalmente entregada.

—Mierda, Solcito —soltó mientras se reincorporaba un poco, y acomodaba a Soledad nuevamente sobre su pecho desnudo—. Me vas a matar de amor, conchuda —finalizó, dejando un beso en el hueco de su cuello.

—Esa canción la escribí la noche después de que hicimos el amor. Aquella vez que me pediste lo que no tenías en tu casa, ¿te acordás?

—Sí... Cómo olvidarla... —suspiró con nostalgia—. Digamos que esa fue mi primera vez, aunque suene extraño, jamás había sentido amor en una cama, creo que ni siquiera con Marianela lo sentí. Te juro que pensé que se me iba a salir el corazón del pecho.

Se quedaron un rato abrazados en silencio, pero el celular de Soledad no paraba de convulsionar sobre el colchón. No era para menos, esa foto confirmando la relación con Hernán había alterado a todos sus seguidores. Tomó el aparato y comenzó a leer algunos de los comentarios con una boba sonrisa, hasta que uno de ellos la borró por completo.

leaalberti Al final tenía razón, te cogía rico en los probadores. 🙄

Hernán no iba a quedarse callado, tomó su celular y le contestó desde su cuenta.

hernan_salvador @leaalberti ojalá me hubiera dado pelota en aquel entonces, pero no. Prefirió quedarse con el boludito disfrazado de príncipe, que en la pandemia mostró su verdadera cara: un machito violento que la golpeaba y denigraba.

Luego del descargo, llegó el turno de dejar el último comentario en la foto.

hernan_salvador Completamente tuyo, ayer, hoy, y siempre. Te amo mucho, corazón.

—Herni... —Soledad había leído su último comentario, se giró y se prendió a su boca, sosteniéndole el rostro con ambas manos—. Te amo, te amo, y te amo, mi amor.

—No más que yo, corazón. —Hernán dejó un montón de besos cortos, y luego se detuvo—. Esperá... ¿Leíste mis dos comentarios?

Soledad lo miró dubitativa, y volvió a tomar su teléfono, fue Hernán quien le señaló la respuesta al comentario de Leandro, temeroso por su reacción. Pero ella comenzó a reír con malicia, echando la cabeza hacia atrás.

—¡Te fuiste al pasto, Hernán! —soltó entre carcajadas grotescas—. Pero se lo merece, mirá, ya lo están funando.

—Tenía que quemarlo, no quiero que ahora que Marianela desapareció de nuestra vidas aparezca él a joderte. Que sean tus fans los que se encarguen de él, lo hice porque vos hablaste del tema en tus viejos streams, sino ni lo hubiera mencionado en público para no exponerte. Pero como es algo que ellos ya saben, solo le puse un rostro al que te violentó.

—El universo va poniendo todo en su lugar de a poco, ¿no?

Lo que Soledad no sabía al decir eso, era que ellos también eran parte de ese reacomodamiento. Esa misma semana, cuando Soledad comenzó a grabar las tres canciones que formarían parte de la versión deluxe de su disco, Hernán recibió un mensaje en Instagram que le daría un giro inesperado a su carrera como diseñador.

—¿Sabés quién me escribió? Candela Maure, la novia de Barrilete Méndez.

—¿El que jugaba en River? ¿Ese que ahora juega en Italia?

—Sí... Se van a casar septiembre... Y quiere que le haga el vestido de novia. Ella es tu fan, por eso me conoce.

—Mi amor... ¡Es increíble! —Soledad chilló emocionada—. Es una de las bodas de farándula más esperadas, ¿sabés la repercusión que vas a tener? Y no solo acá, también en Europa.

—El problema es que tengo que ir a Milán, se van a casar allá, y el otro problema es que ya sabés cómo es mi proceso creativo. —Hernán clavó sus dos abismos en sus cielos—. No puedo inspirarme en otra mujer que no seas vos.

Soledad dejó de preparar la cena y se sentó frente a él, completamente seria.

—Herni... Eso en algún momento se tiene que acabar, tenés mucho talento para limitarte conmigo. Además, esto puede ser una buena oportunidad para probarte, es un vestido de novia, imagino que la chica ya sabrá cómo lo quiere.

Hernán no levantaba la mirada de sus manos entrelazadas sobre la mesa, recién lo hizo cuando Soledad apoyó su mano sobre las suyas.

—Creo que lo que más me duele de todo esto es tener que dejarte. Ahora que no hay que escondernos, tener que ir allá, volver a perderte...

—No me vas a perder, mi amor —lo cortó con tono dulce—. No quiero que limites tu carrera por mí. Una vez me dijiste que querías que el mundo conociera mi voz, y te cumplí el deseo. Ahora es mi turno, quiero que el mundo conozca tus diseños.

—Okey, digamos que acepto. Ahora, ¿cómo hago para diseñar si vos sos mi motor de inspiración? Siempre, desde pendejo, todo lo que hice por mi cuenta me pareció una basura.

—Candela seguramente te hará el pedido, imaginá que estás haciendo una colaboración con ella. ¿Te acordás ese mono que diseñé yo y a vos no te gustaba? —Hernán soltó una risita y asintió con la cabeza—. Bueno, es lo mismo, Herni. O me voy más atrás en el tiempo: imaginá que es uno de los encargos de las clientas de tu abuela. —Se hizo un silencio en el que Hernán asimilaba las palabras de Soledad—. Vas a hacerlo genial, mi amor.

—¿Y vos? ¿Qué vas a hacer mientras no esté? Ya nos acostumbramos a pasar las noches juntos.

—Me voy de gira por el interior, era algo que iba a contarte ahora mientras cenábamos. Me preguntaba si ibas a poder acompañarme, pero tenés cosas mejores que hacer.

—Tu primera gira y no puedo acompañarte —se lamentó con una mueca de disgusto—. ¿Ves? Voy a rechazar la oferta.

Cuando Hernán tomó su celular, Soledad rodeó la mesa y se lo quitó de las manos.

—No, quiero que vayas. Hacelo por mí, Herni, dale. Yo te cumplí el deseo de llegar a la cima, ahora cumplímelo a mí.

No podía decirle que no a ese rostro tan ilusionado de Soledad. Poco convencido, tomó el teléfono, y le contestó bajo la estricta vigilancia de su novia que aceptaba la propuesta de viajar para diseñarle el vestido de novia.

En principio, acordó una primera cita por videollamada para comenzar a darle forma al pedido desde Buenos Aires, alegando que primero debía atender algunos compromisos antes de viajar. Ese compromiso no era otra cosa que grabar el video de desArMARTE, el único single que tendría la edición deluxe del disco de Soledad. Incluso, se las arregló para poder acompañarla en su primera gira por el interior del país, con presentaciones en vivo en Córdoba, Rosario, y Mendoza.

Entre el Cielo, la Tierra, y el Infierno (Deluxe) salió al mercado el viernes 9 de junio de 2023, y Hernán viajó a Italia al día siguiente, con el revuelo en los medios por su participación en el video del corte de difusión en su máximo esplendor. El viaje no solo sirvió para calmar las aguas, sino que también ayudó a promocionar su marca, porque el argumento de Darío para justificar su ausencia era justamente la verdad: que Hernán había viajado a Milán para diseñar el vestido de novia de la prometida de Javier Méndez, quien fue figura de River y ex jugador de la selección nacional.

La oportunidad laboral de Hernán también incluyó a Soledad. Darío recibió una llamada de la propia novia, solicitando contratar a Donna para ofrecer un show privado a sus invitados en la fiesta posterior.

—Fuiste vos, ¿no? —le había preguntado Soledad a Hernán, en la videollamada nocturna diaria.

Tal vez... pero no. Lo único que hice fue poner tu música de fondo en las pruebas del vestido, y ella solita me preguntó cómo venías de agenda. Le di el número de Darío, y el resto ya lo sabés. Así que empezá a preparar el show, que de tu look me encargo yo, como siempre.

Dos meses después del último beso en Ezeiza, Hernán y Soledad volvieron a estar frente a frente en el aeropuerto de Milán, y grande fue su sorpresa al encontrarla nuevamente con el cabello castaño.

—Estás hermosa, corazón. ¿Por eso no pusiste la cámara anoche?

—Quería darte la sorpresa, por eso te mentí; no tenía poca señal, solo quería ver tu cara al reencontrarte con la Soledad de 2015.

—Esa Soledad siempre estuvo conmigo —aclaró, tocando su nariz—. Fue la que me escribió los tres discos, la que nunca se rindió, la que me amó a pesar de mi desprecio.

—Igual quería hacerlo, Herni. Te lo dije aquella noche en tu departamento: la Soledad rebelde murió en mi cama la primera tarde que pasamos juntos, cuando borraste todo el dolor de mis malas elecciones. Estoy volviendo al punto de partida, mi amor.

Hernán no aguantó más y se prendió a su boca, en un beso urgente y desesperado que se resistía a cortar. Pero tenía que hacerlo si quería volver a tenerla en su cama.

¿O no?

—Seguime —dijo, la tomó de la mano, y Soledad se dejó llevar.

Hernán buscó el baño más recóndito del aeropuerto y se introdujo con ella. Cuando se aseguró de que no podían ser descubiertos, usó su talento para llevarla al cielo en cinco minutos, tal como había hecho aquella mañana en su departamento.

—Parece que extrañaras el hecho de andar a escondidas —lo recriminó Soledad con una amplia sonrisa, todavía con los últimos espasmos.

—Te extrañaba a vos, corazón. No me aguanté hasta llegar a casa. Bueno... Si a eso se le puede llamar casa.

Como Hernán realmente no necesitaba el dinero que cobró por el vestido, invirtió el pago en alquilar un pequeño local para poder trabajar con comodidad, y se acomodó una pequeña vivienda en el primer piso. De todos modos, era algo a lo que estaba acostumbrado luego pasar muchas noches en su local del Microcentro, y allí en Milán tenía más comodidades que en Inferno Lavalle. Era un pequeño monoambiente con cocina, un sofá cama, y un televisor, además del baño privado.

—Guau, Herni. Te juro que me siento como si estuviera en Lavalle.

—Sabés que yo solo trabajo cuando me siento cómodo, y tuve que hacer mío este lugar, aunque fuera por dos meses.

Soledad se perdió en sus pensamientos, mientras no paraba de admirar cada detalle dentro del local, que aunque estuviera casi vacío, gritaba Inferno en cada uno de sus rincones. La máquina de coser, la mesa de trabajo, las etiquetas personalizadas de su marca, y hasta el ambiente olía a Farenheit. Contuvo una risa cuando tomó el mismo atomizador que utilizaba para aromatizar su casa.

—Ese me lo traje de Buenos Aires —explicó, colocándose a su lado.

—Más precisamente de mi departamento, ahora entiendo por qué no lo encontraba y tuve que comprar otro —lo recriminó entre risas—. Hernán... ¿Te das cuenta lo que hiciste?

—No... —respondió confundido—. ¿Qué hice ahora?

Soledad se reacomodó en su lugar para comenzar a enumerar con sus dedos. —Inferno Lavalle, Galerías Pacífico, Avellaneda, Abasto... y Milán. Digamos... Inferno Buenos Aires y Milán.

Hernán se tomó unos segundos en procesar su argumento, y luego comenzó a reír, negando repetidamente con la cabeza.

—No, de ninguna manera, corazón, es una locura. A duras penas puedo con los tres locales de Buenos Aires, y la tienda online. Además, acá no soy nadie, es una inversión demasiado ambiciosa, y mi lugar está con vos en Retiro y Núñez. Abrir una sucursal acá significa quedarme un tiempo hasta que la tienda marche por sí sola, y no tengo ganas ni tiempo.

—No tenés ni idea del bardo en el que te metiste... —soltó conteniendo una risa—. En tu lugar, empezaría a hacerme a la idea de que esto, en un par de meses, no va a ser tu cuarta tienda, sino un atelier de moda y alta costura.

—No soy tan bueno —bufó, bajando la cabeza y conteniendo una sonrisa.

Soledad se colocó delante de él, y fue su turno de levantar su mentón con dos dedos por primera vez.

—¿Por qué bajás la cabeza? —repitió textual su argumento de siempre—. Te trajeron desde Buenos Aires para coser el vestido de la boda de farándula más esperada del año. No tenés ni idea del revuelo que hay en Argentina por este evento, van a viajar muchos medios a cubrirlo, y todos van a tener una foto de tu creación. En tu lugar, me lo pensaría dos veces. Es una oportunidad única, mi amor.

—No puedo dejarte, no voy a dejarte ahora que no tenemos que escondernos —argumentó, tomando su rostro con ambas manos.

—No me vas a dejar, Herni —aseguró, también tomando su rostro—. Aunque el trabajo nos separe, siempre vamos a volver a casa. ¿O todavía no te quedó claro lo fuerte que es este amor que sentimos? Yo quiero estar de gira al mismo tiempo que me enorgullezco de los logros de mi novio; y quiero que estés orgulloso de mí mientras estés acá, en París, Madrid, o donde mierda sea.

—No me gusta esa palabra, Sole.

—¿Cuál?

—No quiero ser tu novio, quiero ser tu esposo.

Soledad se petrificó, todavía con el rostro de Hernán en sus manos. Había anhelado tanto ser su esposa en los tiempos de pandemia, que cuando finalmente tuvo la oportunidad no supo qué decir.

Porque la respuesta era completamente distinta a la que imaginó en aquellos años.

Falta poco y nada para el final. 😱

¿Esperaban esto? Igual, tranca. Porque los últimos capítulos son intensos. Y tenemos extra, eh... 

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